El 10 de enero se cumplió el primer centenario del nacimiento del artista y escultor donostiarra Eduardo Chillida. De portero a escultor, fue arquitecto del vacío y creador de lugares de encuentro, reivindicó el espacio público como nadie y construyó un lenguaje universal con figuras imposibles que hablaban de la tolerancia, la libertad y el respeto por la naturaleza. Durante 2024, un completo programa de exposiciones, publicaciones y actividades educativas homenajearán a uno de nuestros artistas más internacionales.
Una lesión en la rodilla a los 19 años le apartó del mundo del fútbol cuando estaba cerca de fichar por el Real Madrid. Jugador de la Real Sociedad, su agilidad para saltar sobre el balón le había valido el apodo de ‘el gato’. De portero a escultor, Eduardo Chillida solía decir que no existían apenas diferencias entre uno u otro oficio. A fin de cuentas, señalaba, para ser buenos en lo suyo, ambos debían desarrollar la capacidad de controlar el espacio y el tiempo. Nacido el 10 de enero de 1924, cuando se cumplen cien años de aquella fecha, un completo programa de exposiciones, publicaciones y actividades educativas homenajearán a uno de nuestros artistas más importantes y con mayor proyección internacional.
Oriundo de San Sebastián, desde muy temprana edad Chillida se sintió atraído por las olas que rompían en la mar. Dicen que fue entonces cuando descubrió las posibilidades del viento, que más tarde inmortalizaría con una de sus más emblemáticas obras, el Peine del viento XV (1976), como un homenaje a su ciudad. Aquel fue también el inicio de una relación muy particular con el entorno y sus raíces.
Espíritu inquieto, tras su paso frustrado por el mundo del fútbol, en 1943 se matriculó en Arquitectura, carrera que abandonó en 1947 para ingresar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
‘Arquitecto del vacío’, como él mismo se llegó a autodenominar, a Chillida se le daba tan bien el dibujo que pronto se aburrió de su propio talento y, a pesar de ser diestro, empezó a dibujar con la mano izquierda. El problema, decía, no era la mano, sino saber que “la facilidad puede ser un peligro”. Un mantra que a lo largo de su vida le permitiría experimentar con el viento y el vacío e incluso desafiar a las leyes de la gravedad, como se aprecia en su monumento a Düsseldorf, Rumor de límites IX (1971), construido frente al rascacielos Thyssen de la ciudad alemana.
EL DETERMINANTE HALLAZGO DEL HIERRO
En 1948, recibió una beca y se trasladó a París, donde conoció al artista Pablo Palazuelo y comenzó su actividad artística. Influenciado por la Grecia arcaica, realizó sus primeras esculturas figurativas en yeso (1948-1949), por las que recibió un temprano reconocimiento que culminó con su exposición en el mítico Salón de Mayo de París. Fruto de aquella época de aprendizaje y experimentación fue también su figura en bronce, Torso, que más tarde fue colocada en el donostiarra monte Urgull.
Sin embargo, en 1950 Chillida sufrió una crisis artística y abandonó la capital francesa para regresar a sus raíces. Ese mismo año se casó con Pilar Belzunce, con quien tendría ocho hijos a lo largo de su vida. La segunda mitad del siglo XX traería, además, un hallazgo determinante para la trayectoria del escultor. Atraído por el sonido de una fragua próxima a su casa en Hernani, Chillida descubrió de la mano de un herrero el hierro de verdad por primera vez, de una manera que nunca antes había visto en los museos o galerías que había frecuentado.
Empleado a fondo con este material, el contacto de nuevo con su tierra supuso, además, el inicio de una obra marcada por un lenguaje más personal. Así nació Ilarik, su primera escultura abstracta, en conexión con las estelas funerarias. En 1954 celebró su primera individual en la librería Clan de Madrid, a la que seguiría una colectiva en la prestigiosa galería Maeght dedicada a artistas emergentes, donde figuró como uno de los artistas más jóvenes junto a Chagall, Miró, Calder o Giacometti. Ese mismo año recibió su primer gran encargo público, las puertas de la Basílica de Aránzazu, una superproducción de planchas metálicas de formas geométricas a modo de collage, confeccionadas a partir de piezas de chatarra rescatadas del puerto de Zumaia y de hierro pudelado de la forja de Legazpi. Sería la primera de las muchas obras públicas que Chillida realizó a lo largo de su vida.
Sus piezas interactúan a menudo con el entorno público y la naturaleza como grandes interrogantes, creando espacios para que a su vez las personas interactúen con ellas.
UN CREADOR DE ESPACIOS DE DIÁLOGO
Constructor de espacios, consciente de la fuerza estética del espacio público como elemento artístico y como lugar de encuentro para el diálogo y la convivencia, Chillida fusionó a menudo escultura y arquitectura con el paisaje, hasta repartir más de 40 esculturas públicas por el paisaje urbano de varias ciudades del mundo, entre las que se incluyen Berlín, Frankfurt, Helsinki, Dallas o Washington.
Fruto de un lenguaje universal indagó en la forma en que las esculturas se comunicaban con el espacio y el vacío, el límite o la escala, la naturaleza, el mar o la tierra. El trabajo de Chillida comenzó muy pronto a ser reconocido con premios como el Graham Foundation Award en Chicago (1958), el Gran Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Venecia, el Premio Kandinsky (1960) o el Wilhelm Lehmbruck (1966).
En 1966, su proyección era tal que el Museo de Arte de Houston le encargó una pieza que interactuara con la parte ajardinada del exterior. Realizada a partir de tres bloques de granito, Abesti Gogorra V era la culminación de una serie cuyas esculturas anteriores habían sido elaboradas todas en madera. También en la misma época, en 1969 y en acero inoxidable, Chillida concluyó su serie Alrededor del vacío V para el edificio del Banco Mundial en Washington, donde se planteaba uno de sus leitmotivs, el espacio en sí mismo.
ESPAÑA, UN LUGAR DE ENCUENTROS
Siempre a favor de la búsqueda de espacios comunes y de diálogo, en la década de los 70, el escultor comenzó su conjunto Lugar de encuentros, compuesto de siete esculturas distribuidas a lo largo de la geografía española. Con una evidente presencia en la capital –en Madrid son varias las piezas de esta serie que se exhiben–, en 1972, culminó su primera pieza en hormigón Lugar de encuentro III, mencionada comúnmente como ‘Sirena varada’, para el Museo de Escultura al Aire Libre de Madrid. Suspendida en el aire, Chillida desafió nuevamente las leyes de la gravedad, una idea que repetiría un año después en Bilbao, con la obra Lugar de encuentros IV.
No había material lo suficientemente pesado para que Chillida no lo hiciera volar. Pero una vez desafiado el vacío, el artista realizó varias piezas diferentes para Toledo y Palma de Mallorca, Lugar de encuentros V y VII, donde experimentó con el equilibrio y la liviandad de sus obras. Esculpidas en hormigón, estas esculturas ya no levitaban, sino que parecían emerger del mismo suelo, en un equilibrio, a partir de uno o varios puntos de apoyo, que las volvían ligeras a la vista, como si estuvieran flotando en el aire. Fruto en parte de aquellas obras, a finales de la década ya se había consagrado como uno de los escultores más importantes del siglo XX. En 1980, sus piezas eran expuestas en el Guggenheim de Nueva York, el Palacio de Cristal de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Omnipresente en el litoral ibérico, en 1987, realizó su mágico Elogio del agua en Barcelona. Figura emblemática, situada en el parque Creueta del Coll y suspendida por unos enormes cables de acero por encima del agua de un lago artificial, la obra, que alude al mito de Narciso, solo aparece completa a partir de su propio reflejo. La ciudad condal es de hecho otro de los escenarios preferidos de Chillida, con obras como Topos V (1985), en Plaza del Rey, donde establece diálogo entre lo antiguo y lo moderno o Mural G-333 (1998), frente al Museo de Arte Contemporáneo, realizado con más de 400 bloques de hormigón refractario y una longitud de 15 metros de largo.
Capaz de doblar el hierro como algodón, volviendo fácil lo difícil, Chillida tenía además otra particularidad: no había material que se le resistiera, ya fuera hormigón, granito, acero o, incluso, basalto.
RESPONDIENDO INTERROGANTES
Con un marcado trasfondo metafísico, en las obras de Chillida son recurrentes los grandes temas de la humanidad como la libertad, la tolerancia, la defensa de los derechos humanos, la fraternidad o el respeto a la naturaleza, que se refleja en obras como su Elogio al horizonte (1989). Situada en Gijón, esta escultura surgió, como todas sus piezas, de una cuestión interna: “¿No será el presente como el horizonte, otra frontera, otro límite, otro lugar sin dimensión lleno siempre de preguntas? Estos y otros interrogantes hacen que con mi trabajo, busque en la naturaleza y en sus leyes, todo lo que siendo patente es difícil o imposible alcanzar”, dijo en una ocasión.
Realizada en hormigón y colocada frente al mar Cantábrico, Elogio al horizonte refleja además las inquietudes del artista sobre la escala, la relación con la naturaleza, el espacio y el vacío, ese horizonte que se contempla desde este singular espacio y que simboliza “la patria de todos los hombres”.
Una idea que se repetiría poco después en su Monumento a la tolerancia (1992), en Sevilla, donde Chillida incidió sobre el respeto a las ideas y creencias ajenas. Realizada en hormigón como un encargo de una asociación hebrea para recordar la expulsión de los judíos de España en 1492 tras el edicto de Granada de los reyes católicos, la obra, a orillas del Guadalquivir, da la espalda al lugar donde en una época estuvo ubicada la sede del Tribunal de la Inquisición. En defensa de la virtud de la tolerancia, expresaba el deseo del propio autor de que se manifestara en todo lo que él hacía. “No solo yo, sino toda la humanidad”.
Comprometido con estos valores, sus piezas interactúan a menudo con el entorno público y la naturaleza como grandes interrogantes, creando espacios para que a su vez las personas interactúen con ellas. Capaz de doblar el hierro como algodón, volviendo fácil lo difícil, Chillida tenía además otra particularidad: no había material que se le resistiera, ya fuera hormigón, granito, acero o, incluso, basalto. Muchas de sus obras, de materiales pesados, están suspendidas desafiando las leyes de la gravedad o incluso de la naturaleza. Otras rompen con las leyes de la lógica, como en su icónica Jaula de la libertad (1997). Colocada junto a la Fundación Académica de Derecho Europeo (en Tréveris, Alemania), el espectador puede entrar y salir de ella sin dificultad dándole a la escultura una dimensión filosófica.
UNA ÚLTIMA UTOPÍA
Presente con su obra en exposiciones en más de una veintena de los más importantes museos del mundo, en sus últimos años, el Museo Reina Sofía acogió la mayor retrospectiva sobre el artista, compuesta por cuarenta obras realizadas a lo largo de cincuenta años. Poco después, en el año 2000, se inauguró el Chillida Leku, un entorno elegido por el artista como seña de identidad, donde poder mostrar su obra en permanente diálogo con la naturaleza y cuya pieza central es el caserío Zabalaga.
Entre sus últimos proyectos, concebido casi como un imposible, el escultor quiso crear un espacio en el interior de la montaña Tindaya de Fuerteventura. “Hace años tuve una intuición, que sinceramente creí utópica –dijo al respecto–. Dentro de una montaña crear un espacio interior que pudiera ofrecerse a los hombres de todas las razas y colores, una gran escultura para la tolerancia. Un día surgió la posibilidad de realizar la escultura en Tindaya, en Fuerteventura, la montaña donde la utopía podía ser realidad. La escultura ayudaba a proteger la montaña sagrada. El gran espacio creado dentro de ella no sería visible desde fuera, pero los hombres que penetraran en su corazón verían la luz del sol, de la luna, dentro de una montaña volcada al mar, y al horizonte, inalcanzable, necesario, inexistente…”.
En agosto de 2002, Eduardo Chillida falleció en San Sebastián, dejando su último gran proyecto, símbolo también de la unión entre la tierra y el cielo, inacabado.
La Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce presenta la programación de Eduardo Chillida 100 años, conmemoración que celebra el primer centenario del nacimiento del artista.
Con el objetivo de dar a conocer su obra en los escenarios nacionales e internacionales y dirigiéndose particularmente a las nuevas generaciones, la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce ha preparado un completo y multidisciplinar programa compuesto por exposiciones, publicaciones, proyectos audiovisuales, educativos y académicos entre otros. Para la Fundación, este centenario se convierte en una oportunidad para poner de manifiesto el legado de la obra de Chillida.
“Esta programación, que está viva, celebra y divulga la obra de Eduardo Chillida. Se trata de una ocasión para difundir no solo su obra, sino también sus valores, sensibilidad y aportaciones a la historia del arte contemporáneo”, indica Luis Chillida, hijo del escultor, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce y miembro del comité organizador del centenario junto a Susana Chillida, hija del artista, cineasta y escritora; Mikel Chillida, nieto del artista y director de desarrollo de Chillida Leku, y Mireia Massagué, directora de Chillida Leku.
Bajo el lema Eduardo Chillida 100 años. Lugar de encuentro, el centenario pone en valor la obra pública del artista, representada en 45 esculturas que han convertido el espacio público de ciudades como Donostia-San Sebastián, Madrid, Valladolid, Palma de Mallorca, Barcelona, Berlín, Frankfurt, Helsinki, Dallas o Washington en lugares de encuentro para la sociedad poniendo de manifiesto que Chillida era un ‘creador de lugares’ y ejemplificando los valores de su obra.
Como proyecto vivo, el centenario irá incorporando nuevas propuestas, actividades y programas que tendrán la obra y el pensamiento de Chillida en el centro, dos aspectos que tienen un importante impacto social gracias a sus valores universales y su capacidad para generar cohesión social a través del arte y el pensamiento.
El Gobierno de España ha aprobado la concesión de una de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondientes al año 2023 a Chillida Leku, a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Según el acta, «Chillida Leku es un museo único, confeccionado en sí mismo como una gran obra de arte, donde la fusión entre arte y naturaleza se produce de manera natural.
EDUARDO CHILLIDA: LAS RAÍCES VASCAS QUE ABRAZARON EL MUNDO
Como avance de la nutrida programación, el centenario abrió boca el pasado mes de marzo de 2023 con la instalación en Chillida Leku de Lugar de encuentros IV, una escultura de 13 toneladas de peso que pertenece al Museo de Bellas Artes de Bilbao y que se podrá ver hasta que acaben las obras de ampliación del museo vizcaíno. Además, también en marzo, la editorial Nerea publicó el cuarto volumen del catálogo razonado de la obra escultórica de Eduardo Chillida y en el terreno internacional, el Kunsthalle Krems acogió del 29 de abril al 24 de septiembre la primera gran exposición del artista en Austria con más de 80 piezas.
A finales de 2023, el programa expositivo del centenario continuó con la inauguración de la exposición Eduardo Chillida. Construir el espacio en la Casa de la Cultura de Avilés, que podrá verse hasta el 3 de marzo de 2024, y la exposición Sculptors & Spaces: Anthony Caro and Eduardo Chillida en el Museo Würth de Künzelsau, Alemania, hasta el 27 de octubre de 2024.
El núcleo central de la programación tendrá lugar entre 2024 y 2025, aunque se extenderá hasta 2026, con varias exposiciones que se aproximan a las diferentes facetas del artista. Como es natural, Chillida Leku, el lugar más íntimo y personal que Eduardo Chillida creó para albergar su trabajo, contará con varias exposiciones y actividades que celebrarán la figura y la obra de su creador. En el ámbito local, el Museo San Telmo, Tabakalera, el Museo Cristóbal Balenciaga, el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Artium Museoa, entre otros, acogerán exposiciones tanto individuales como colectivas en los próximos meses.
Además, Chillida Leku organiza una exposición compuesta por piezas de la Colección Telefónica procedentes de la compañía de telecomunicaciones que también cumple 100 años de vida. A nivel nacional, Hauser & Wirth Menorca, La Pedrera o el Museo Nacional de Escultura de Valladolid se suman a la celebración con varias exposiciones que buscan acercar su legado al público.
El centenario, que nace con vocación internacional, busca promover la difusión de su obra en museos y fundaciones de distintos países y reforzar la red de contactos con instituciones de primer orden para la puesta en marcha de iniciativas conjuntas más allá del centenario.
El centenario, que nace con vocación internacional, busca promover la difusión de su obra en museos y fundaciones de distintos países y reforzar la red de contactos con instituciones de primer orden para la puesta en marcha de iniciativas conjuntas más allá de la efeméride. En este sentido, la celebración se extenderá a galerías y museos internacionales como el austriaco Kunsthalle Krems, el Museo Würth de Künzelsau, The San Diego Museum of Art o la Galería de Arte del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
En septiembre de 2000 se inauguró Chillida Leku, elegido por el artista como seña de identidad con la finalidad de mostrar al mundo su obra en diálogo con la naturaleza y cuya pieza central es el caserío Zabalaga.
Cada una de estas muestras contribuyen a nutrir el conocimiento de la obra de un artista que, con sus raíces en el País Vasco, abrazó los horizontes de todo el mundo y los transformó en lugares únicos para el encuentro de la sociedad. Esta conmemoración, que sin duda suscita el interés cultural internacional, es una oportunidad para acercar la creación del artista a una amplia diversidad de culturas, generaciones y orígenes a lo largo del mundo.
MÁS ALLÁ DEL ARTE
Además, la directora y guionista Arantxa Aguirre está filmando un documental sobre la historia y la creación de Chillida Leku, la obra más ambiciosa, personal e íntima de Eduardo Chillida. Con el propósito de reforzar el conocimiento de Eduardo Chillida en el ámbito académico y con el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa, el equipo de Maushaus está trabajando en una unidad didáctica destinada a los centros educativos, docentes y educadores que abordará de manera transversal y transdisciplinar el trabajo del escultor partiendo de sus propios textos, pensamientos y reflexiones en torno al arte.
Por otro lado, la programación cuenta con actividades relacionadas con la música de mano de Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco, que ha diseñado tres recorridos centrados en las piezas de Chillida; con Euskadiko Orkestra, que estrenará la pieza musical Chillida-Elogios creada por Antonio Lauzurika; y la Sociedad Coral de Bilbao que combinará la obra del escultor donostiarra con la música de Johann Sebastian Bach, un referente continuo en las creaciones de Chillida. En definitiva, el centenario es un proyecto vivo al que se irán incorporando nuevas propuestas, actividades y programas activos por todo el mundo.
Por supuesto, esta celebración se convierte en un buen momento para profundizar en la figura de Chillida y en la complejidad de su obra. Con este motivo y con el objetivo de acercar todo su universo al público más amplio posible, Eduardo Chillida 100 años prepara una serie de publicaciones que sin duda contribuirán a este enriquecimiento.
En este sentido, Chillida se convierte en protagonista del cómic El Mapa de Chillida que, publicado por Norma Comics, recorre su obra pública. Además, la editorial La Fábrica trabaja en una edición especial que incluirá los Escritos de Chillida, una edición renovada para el centenario que incluirá una biografía ilustrada y un texto de Bernardo Atxaga, un monograma del artista, un fotolibro de la exposición en la Sala Artegunea de Kutxa Fundazioa y una edición del arquitecto Joaquín Montero que se adentra en la creación de Chillida Leku.
Por otro lado, Galaxia Gutenberg y HW Publishers se han unido en el proyecto Una vida para el arte en el que Susana Chillida recopila vivencias y recuerdos entrañables tanto de su padre, Eduardo Chillida, como de su madre, Pilar Belzunce y que saldrá a la venta en 2024.
La conmemoración está impulsada por la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, institución fundada hace dos décadas para profundizar en el conocimiento de la obra del escultor así como para promover su investigación y divulgación.
En ella participa el Ministerio de Cultura como parte del Protocolo de intenciones firmado el 3 de marzo de 2022 entre este Ministerio y la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce para la colaboración en proyectos culturales. Este Protocolo se suscribió como el punto de partida para desarrollar la cooperación entre el Ministerio y la Fundación en el marco del centenario del nacimiento de Eduardo Chillida.