China es uno de los países más contaminantes del planeta y generador de gases CFC-11 en las últimas décadas. Sin embargo, un estudio, confirma que la represión del gobierno contra los productores y compradores ilegales de estas emisiones, funcionó. Un análisis publicado en la revista científica Nature indica que los niveles del gas CFC-11 se redujeron en el este de China en 2019.
Avipsa Mahapatra, activista y líder de la campaña climática de la ONG Agencia de Investigación Ambiental, dijo que era una noticia absolutamente fantástica. «Desde la perspectiva de nuestro planeta, como desde la perspectiva del ozono», aclaró.
Ciertamente, es una buena noticia. El CFC-11, del que poco se habla, es un poderoso gas de efecto invernadero que destruye la capa de ozono. Es más corrosivo que el dióxido de carbono (CO2), uno de los principales culpables del cambio climático. El poder destructivo de una tonelada de CFC-11 equivale a cerca de 5.000 toneladas de CO2.
La revista Nature publicó a comienzos de 2019 un informe en el que alertó la actitud infractora de China en la emisión de estos gases destructores de la capa de ozono.
La investigación señaló que los niveles de estas emisiones venían reduciéndose conforme con el Protocolo de Montreal, suscrito por 193 países en 1987. Pero la disminución no solo se detuvo, sino que se aceleró desde 2013 hasta 2018.
El estudio se basó en registros de las concentraciones de CFC-11 en el aire, detectadas en Corea y Japón. Y fueron analizados con modelos informáticos de circulación atmosférica. El resultado indicó que los principales focos de emisión de CFC-11 en el mundo se encontraban en China.
China y su producción de CFC-11
El CFC-11 es parte de una familia de gases llamados CFC, que es la abreviatura de clorofluorocarbono. El número 11 indica el número de átomos de carbono, hidrógeno, flúor y cloro que contiene.
Durante un tiempo, los CFC fueron considerados un gran logro de la química moderna. Se utilizaban principalmente para crear materiales aislantes aprovechando sus propiedades como agente espumante. Así como en la construcción de edificios y en producción de neveras. También en la elaboración de almohadas y asientos de coche.
El nuevo estudio precisó que la producción de CFC-11 se produjo en el este de China después de la eliminación mundial exigida. Y que hubo una disminución posterior durante 2017-2018, debido a la acción de la industria y el Gobierno en China.
Incautación, arrestos y demolición
Frente a esa situación de desacato, la EIA preguntó a 21 empresas de China si utilizaban CFC-11 para producir espumas destinadas a la industria de la construcción. De esos 21, 18 admitieron usar CFC-11 como agente espumante. Cuando se le preguntó dónde se producía el gas ilegal, un representante de la empresa le dijo a un investigador encubierto: «Operaciones turbias y ocultas».
La EIA publicó en 2018 los resultados de su investigación. El Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China dijo que allanaron instalaciones de producción ilegal de CFC. Incautaron los gases y arrestaron a los sospechosos.
Asimismo, entre junio y agosto de 2019, el despacho informó que los funcionarios inspeccionaron 656 empresas en 11 provincias. Encontraron 16 que usaban CFC-11 ilegalmente. El gobierno demolió un sitio de producción de CFC-11.
El último estudio de Nature estimó que entre 2013 y 2019 se produjeron e incorporaron entre 90.000 y 725.000 toneladas de CFC-11 en productos como espumas y gases, que aún no se han emitido a la atmósfera.
El Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal advierte que el resto de los países que producía esta sustancia la ha eliminado. Sugiere que la producción no declarada de CFC-11 después de la eliminación mundial de 2010 fue detectada en China.
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