China posee una rica y milenaria historia. Con grandes logros y enormes desaciertos. No puede ser de otro modo cuando son miles de años y millones de personas a cuestas. Pero ese rico bagaje del que tanto deberíamos aprender está siendo borrado y reescrito por el poder. Yan Lianke devela esa estrategia de memoria perdida y amnesia colectiva que se ejecuta en la China contemporánea.
La memoria es la habilidad cerebral que nos permite retener y evocar información y experiencias. Es un pilar fundamental de nuestra existencia. No solo nos permite aprender y adaptarnos, también juega un papel crucial en nuestra supervivencia. No solo nos permite recordar el pasado, nos ayuda a entender el presente y a planificar el futuro. Es una parte integral de nuestra identidad y funcionalidad como seres humanos.
Así como la memoria es esencia para el ser humano también lo es para los pueblos. Es vital para la identidad y cohesión de una sociedad y para superar los traumas colectivos. Pero más allá de eso, la memoria histórica permite a los pueblos aprender de los errores del pasado y celebrar los logros de todos los grupos que conforman una sociedad.
Sin embargo, la historia esta plagada de intentos de borrar o reescribir la memoria de los hechos vividos por los pueblos. Algo que siempre es peligroso porque puede distorsionar nuestra comprensión del pasado y perpetuar las injusticias. Es por eso que es esencial preservar una memoria histórica precisa e imparcial.
Yan Lianke es un reconocido escritor chino contemporáneo. Conocido por su estilo literario provocativo y crítico, aborda temas sociales y políticos de la China contemporánea en sus obras. Lianke ha recibido reconocimiento internacional por su trabajo literario. Ha sido galardonado con premios tanto en China como a nivel internacional. Perenne candidato al Nobel y al Princesa de Asturias, en su ensayo “La amnesia nacional de China”, aborda la estrategia del régimen chino para borrar y reescribir la memoria histórica de su país.
Amnesia nacional
Lianke recuerda que en su ensayo “Amnesia Nacional”, abordó la preocupante tendencia de la amnesia colectiva en China. Cita una conversación que sostuvo con el sinólogo sueco Torbjörn Lodén, quien compartió su sorpresa al descubrir que sus estudiantes chinos, nacidos en la década de 1980, no habían oído hablar del Cuatro de Junio, Liu Binyan o Fang Lizhi. Lianke había vivido una experiencia similar, cuando sus alumnos chinos quedaron atónitos al escuchar sobre la hambruna que ocurrió en los “Tres Años de Desastre Natural”. Un evento que costó la vida de entre 30 y 40 millones de personas. Incidentes que llevaron a Lianke a reflexionar sobre el problema de la amnesia nacional. Un fenómeno que ha sido reconocido en privado pero que rara vez se discute abiertamente.
“En la China contemporánea, la amnesia se impone inevitablemente a la memoria, del mismo modo que la falsedad supera a la verdad“, escribe. Lianke se pregunta si los jóvenes chinos se han convertido en una generación sin memoria. Se pregunta quién y cómo se les ha obligado a olvidar.
“El olvido significa simplemente que el pasado ha quedado fuera de la memoria. Mientras que la amnesia connota un proceso de eliminación selectiva de facetas específicas de la realidad o la historia. Combinado con la construcción simultánea de nuevos recuerdos”, acota.
Esta amnesia ha dejado a una nueva generación en un estado de olvido activo. Con la historia y la realidad borradas de su memoria colectiva. En el pasado, se creía que la historia y la memoria colectiva superarían cualquier pérdida de memoria a corto plazo. Sin embargo, “en la China contemporánea, la amnesia supera a la memoria, y la falsedad supera a la verdad”. Incluso los eventos que acabamos de presenciar hoy son descartados. Dejando solo fragmentos rotos de realidad y ficción incrustados en la sociedad, la vida y la mente de las personas. “Y cuando mañana ocurra algo inesperado, estos fragmentos serán arrojados a un cesto de amnesia, oculto en un rincón oscuro fuera de la vista”.
Barrido por la revolución
Lianke argumenta que, desde el nacimiento de China en 1949, los movimientos revolucionarios han barrido la nación. Creando poder político, historia, realidad e incluso memoria. Sin embargo, esta memoria, junto con la amnesia natural y forzada, se ha convertido en una especie de elección y método revolucionarios.
Hay eventos históricos fundamentales como la revolución Xinhai y figuras prominentes como Sun Yatsen que han sido minimizados o suprimidos selectivamente de los libros de historia y de texto. Incluso los ancianos que vivieron durante el periodo de los señores de la guerra y la guerra chino-japonesa han sido olvidados. Para Lianke ese proceso de olvido es una estrategia nacional.
Menciona como ejemplo la Campaña de los Tres Antis de 1951 y la Campaña de los Cinco Antis de 1953, (fueron las más realistas de los innumerables movimientos revolucionarios que se desarrollaron en China después de 1949). Sentaron las bases para la desastrosa Campaña Antiderechista de 1957. Fueron eliminadas de la memoria colectiva. A partir de ese momento, la gente ya no pudo hablar de ellas, ni siquiera mencionarlas.
Eventos posteriores, como el Gran Salto Adelante, la Gran Campaña de Fundición de Hierro, los llamados Tres Años de Desastres Naturales y la Revolución Cultural. «Fueron tan absurdos y trágicos que dejaron estupefacto al mundo entero». Por esta razón, la gente no se atrevió, no pudo y no quiso volver a estos recuerdos.
“La amnesia no es una característica especial de los síntomas y la ideología de cada uno, sino el resultado necesario de una estrategia nacional y una estructura social”, afirma. Esta amnesia colectiva ha dejado a una nueva generación en un estado de olvido activo. Con la historia y la realidad borradas de su memoria.
Reducidos a la nada
El mundo recuerda el movimiento estudiantil del Cuatro de Junio de 1989 como si hubiera ocurrido ayer. Sin embargo, en China, donde ocurrió el evento, la gente se ha distanciado del suceso. Incluso ha empezado a olvidar que alguna vez ocurrió, apunta Yan Lianke.
A continuación, recuerda una serie de incidentes negativos que han ocurrido en China. Como la epidemia rural de VIH/SIDA, el incidente del horno de ladrillos negros de Shaanxi en 2007, las múltiples explosiones de gas, y la contaminación de alimentos. Junto con los abortos obligatorios practicados bajo la política del hijo único y las demoliciones forzosas.
“Todos estos incidentes negativos con potencial para dañar la imagen y el poder de la nación se reducen a humo mediante un sistema de amnesia obligatoria”, puntualiza.
Para Lianke el vector más eficaz de esta amnesia son los reglamentos y otros métodos que restringen la libertad de expresión. Usan el poder para cortar todos los conductos a través de los cuales se puede preservar la memoria. “(…) el silencio aquiescente puede convertirse igualmente en parte de tu identidad y en una de las medidas perniciosas con las que la nación impone su amnesia colectiva”, afirma.
Cita a Zhang Zhongxing, antiguo profesor de la Universidad de Pekín, para quien “Si no podemos hablar, siempre podemos permanecer en silencio. Aunque no sepamos qué decir, siempre sabremos qué no decir”. Palabras que resuenan con la profunda amargura del silencio de los intelectuales chinos.
Ventana parcial
En su ensayo Lianke dice que en un sistema ideológico poderoso nadie puede observar directamente la ideología del Estado, a pesar de que el «Estado observa constantemente todo lo que cada intelectual dice, escribe o hace». En la China contemporánea la ventana que se ha abierto parcialmente no lo ha sido por los esfuerzos de los intelectuales, sino por el propio poder. Dado que la ventana se ha abierto como resultado de la ilustración y la caridad de ciertas figuras, “el pueblo se siente por tanto fácilmente satisfecho y muestra modestas exigencias cuando se trata de exhibir memoria y amnesia”, afirma.
En la China contemporánea, éste es el entorno en el que escritores e intelectuales están dispuestos a escribir. Se expresan dentro de un espacio de memoria voluntaria. Mientras permanecen en silencio dentro de un espacio de amnesia obligatoria. Para los intelectuales chinos, la aceptación de la amnesia constituye una especie de compromiso colectivo. Una forma de comprensión mutua y reconocimiento tácito tras el abandono de la memoria colectiva.
El consentimiento y la aprobación tácitos de este sistema amnésico por parte de los intelectuales se derivan de la prosperidad actual de China. Los intelectuales que apoyan esta amnesia sólo ven lo que se supone que deben ver. No buscan nada más. Según Lianke solo tienen que cantar las alabanzas de lo que se supone que deben ver. No intentar describir lo que debe ser desechado y olvidado.
La fuerza del dinero
“En la China contemporánea, el dinero goza de una fuerza y un poder incomparables. Es capaz de sellar los labios de la gente, secar la tinta de su pluma y hacer que las alas de su imaginación literaria vuelen lejos de la realidad y la conciencia”, escribe. Más tarde, el dinero utiliza el arte y la reputación de los artistas para completar grandiosamente esa magnífica reconstrucción. Sobre la base de las ficciones e ilusiones resultantes del olvido de la historia. “Por lo tanto, al elegir entre la memoria y la amnesia, los autores y artistas con talento y ambición se convierten a menudo en cómplices y silenciosos”, escribe.
Para Lianke este proyecto histórico de amnesia nacional ha demostrado ser un gran éxito. La realidad queda sepultada. La conciencia castrada y el lenguaje violado por el poder y el capital. Mientras tanto, el tiempo y la historia que el poder eleva artificialmente contribuyen poco a poco a completar este proceso de olvido nacional. Al tiempo que crean una “nueva historia”. Con la que cultiva y alimenta el hábito de olvidar de todo el mundo. Así como su escepticismo hacia el escepticismo mismo.
Características chinas
Lianke argumenta que las dimensiones obligatorias de esta estrategia china de amnesia nacional tienen muchos paralelismos en todo el mundo. Pero sus dimensiones de compromiso y recompensa son exclusivas de la China contemporánea. En China, prácticamente todos los premios de literatura, arte, periodismo y cultura son administrados por el Partido o el Estado. En consecuencia, son cómplices de este proceso de amnesia colectiva. Se permite a los autores y artistas escribir, crear e imaginar dentro de un ámbito limitado, y ser recompensados con fama y elogios.
Los autores y artistas con talento y ambición a menudo se convierten en cómplices y silenciosos. Recuerdan lo que tienen que recordar y olvidan lo que se les dice que olviden. De este modo contribuyen a poner en práctica un proceso de memoria selectiva. Resultado de esta resistencia simbólica a la amnesia obligatoria es que permite al poder hacer un uso aún mayor de la reputación de las artes. Para ayudar a implementar y expandir una estrategia nacional de amnesia obligatoria. Esa resistencia simbólica no es lo mismo que la libertad, la conciencia y la valentía reales.
De la individual a la colectiva
Recientemente tradujeron al chino “La era de la amnesia” del escritor sueco Kjell Erik Espmark. La obra explora la pérdida y recuperación de la memoria individual. “La memoria, en esta novela, se convierte en una entidad viva y no en un mero objeto o temporalidad”, apunta Lianke. Lo que contrasta con la amnesia colectiva que, según él, se vive en China debido al poder estatal. Por lo que se leyó “como un proceso de amnesia nacional proyectado sobre un único individuo”.
Lianke argumenta que en China, la amnesia no es solo un fenómeno individual, sino un proceso nacional donde la historia y los recuerdos del pueblo son olvidados. “Aquellos que olvidan pueden ganar riqueza y poder. La amnesia se convierte en una moneda de cambio con el Estado”.
Sostiene que la pérdida de memoria conduce a la pérdida de la verdad y la realidad. Con el tiempo, todos los chinos podrían llegar a parecerse al protagonista de la novela. Perdiendo sus recuerdos y esperando que la sociedad y el poder les digan cómo entender su historia y su pasado.
Como niños
Critica la intención del Estado de tratar a los ciudadanos como niños pequeños. Controlando sus acciones y pensamientos. Para lograr esto, argumenta, es necesario que todos pierdan la memoria y la capacidad de hablar. Para convertir las mentes de la próxima generación en un lienzo en blanco.
Sin embargo, en su opinión siempre habrá autores e intelectuales que se resistirán a perder la memoria. » Y lucharán por expresarse y crear obras que contengan memoria». Para él, la memoria es una medida eficaz para evaluar la madurez de una nación, un partido o un pueblo.
Para el escritor, aunque no es el único criterio para evaluar el valor de una obra, es indudablemente el indicador más efectivo para determinar si una nación, un partido o un pueblo han alcanzado la madurez. Por lo cual alberga la fantasía, inspirada en el sueño de Ba Jin, de que algún día se pueda erigir un monumento conmemorativo de la Revolución Cultural en China y una placa en la Plaza Tiananmen. Han transcurrido más de tres décadas desde el inicio de la Era de la Reforma. -señala- y a estas alturas, la nación debería haber alcanzado un estado de madurez y plenitud. Debería poseer una gran capacidad para el perdón, la introspección y la memoria.
“Debería haber un registro de todos los traumas y recuerdos que ha sufrido nuestra nación desde mediados de siglo en adelante. Incluyendo la Campaña Antiderechista, el Gran Salto Adelante, los Tres Años de Hambruna, la Revolución Cultural y el movimiento estudiantil de 1989. Un registro de estas tragedias nacionales debería exhibirse en la plaza más visible del mundo. Informando a todos -chinos y extranjeros por igual- que los chinos somos un pueblo maduro y consumado que se atreve a recordar. De este modo, nuestra nación sería verdaderamente grande y respetada. Y serviría de ejemplo para el mundo”.
Yan Lianke