Luego de que la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 se inició en China, los ojos del mundo estuvieron puestos sobre la conducta de Pekín. Mientras, la enfermedad se propagó por los cinco continentes. Después de casi un año, la realidad es distinta. La peor parte se la han llevado Estados Unidos, Europa, América Latina y la India. En cambio, China ha salido casi incólume. El avance de nuevos casos y de muertes prácticamente se detuvo hace mucho en ese país. Y su economía va a crecer, mientras el resto de las naciones industrializadas ha entrado en una recesión de alcances históricos.
Europa y otras regiones entraron en una segunda ola, con rebrotes que han obligado a imponer bloqueos, confinamientos y restricciones severas. En tanto que China ha salido del radar. No solo ha frenado la propagación del virus, sino que ha retomado el crecimiento económico. Ningún país industrializado puede decir lo mismo.
No tiene sentido. Aún los países que han tenido mayor «éxito» en el manejo de la pandemia se han visto seriamente afectados. No se trata solo Estados Unidos, Brasil o la misma España, cuyos gobiernos han sido duramente criticados por su respuesta a la crisis sanitaria y financiera. También Alemania, Israel, Japón o Nueva Zelanda (que aplicaron medidas aplaudidas dentro y fuera de sus fronteras) se las han visto negras.
El «éxito» chino
Este marcado contraste, en el que China ha pasado de ser el primer epicentro de la pandemia a un sobreviviente (casi un ganador), despierta mucha suspicacia. Lo primero que se puso en duda fue la veracidad de las cifras. Y es que desde el 17 de abril hasta el 11 de noviembre, el acumulado de muertes en China aumentó apenas en 2,29%. Mientras, el resto del mundo veía un incremento del 751,68%. Una diferencia abismal.
Otro tanto sucede al comparar los datos de los contagios. En el mismo período, China experimentó un aumento del 10,53%, mientras que en el mundo el incremento se ubicó en 2.870%. Además, China, que tiene casi el 18% de la población mundial, presenta apenas el 0,18% de los casos globales de coronavirus. El país más poblado del planeta ocupa el puesto 59 entre más de 180 países y territorios donde se han registrado casos.
De igual manera y contra toda lógica, China presenta una incidencia de 6,59 casos por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de los 673,63 de promedio mundial. Tiene 0,34 muertes por cada 100.000 habitantes, indicador que el mundo alcanza 16,58.
Una inmensa sombra de dudas, casi un hueco negro
Lo llamativo de estas inconsistencias estadísticas ha acrecentado la desconfianza hacia las autoridades chinas. Han crecido las dudas acerca de si el gobierno de Pekín ha sido totalmente transparente en cuanto al origen del brote.
Las dudas no son nada nuevo. Y tienen su razón de ser. Durante las fases iniciales del gran brote del virus en Wuhan, el Partido Comunista, que detenta el poder en China, suprimió activamente la información sobre la pandemia emergente, retrasó la publicación de reportes sobre el hecho de que se transmite de persona a persona y rápidamente suspendió millones mensajes de información en WeChat y medios similares que transmitían información de material médico sobre la grave situación médica en Wuhan a colegas en el resto de China.
El Dr. Li Wenliang, del Hospital Central de la ciudad de Wuhan, fue silenciado por la policía después de advertir sobre el nuevo coronavirus. Poco después, murió a causa del virus. Todo esto sembró muchas dudas.
Pero las actuales cifras sobre el aplanamiento de la curva, por ilógicas que parezcan, no han sido desmentidas por los organismos encargados de llevar las estadísticas de la pandemia, como la OMS o la Universidad Johns Hopkins. Aun así, las dudas persisten.
Crecimiento económico
También resulta asombroso que China haya salido bien librada del otro frente que ha abierto la pandemia: el económico. Las grandes potencias hacen enormes esfuerzos por evitar la caída de sus economías. Lo mucho o poco que han adelantado no parece suficiente. Para los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón -entre otros- las perspectivas son sombrías.
En cambio China, de donde surgió el virus, saldrá airosa con un ligero aumento de su PIB. Una vez más, se desconfió de la veracidad de las cifras dadas por Pekín. Pero los organismos internacionales y analistas independientes avizoran un mejor desempeño para China que para el resto del globo.
El Fondo Monetario Internacional estima que la economía china crecerá en 1,2% este año. El Instituto Financiero Internacional es aún más optimista y estima un crecimiento del 2,2%.
En cambio, también según estimaciones del FMI, la economía de Estados Unidos caerá en 6,6%, y 5,2% la de Japón. Asimismo, la Comisión Europea indicó que la economía de la zona del euro se reduciría en 8,7%.
El Informe de riqueza global de Credit Suisse 2020 mostró que la pandemia ocasionó una disminución de la riqueza individual en prácticamente todo el mundo. De las economías importantes, solo China y la India evitaron ese retroceso.
Una pérdida de reputación
Pero si bien China ha salido bien librada de la crisis sanitaria y económica, en el ámbito de su reputación se ha encontrado con la otra cara de la moneda. En buena parte del mundo, la mayoría de las personas creen que fue responsable del inicio del brote y no fue transparente sobre el problema desde el principio.
La diplomacia china ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo para evitar que se le culpe por la pandemia. Han tratado de presentarse como un país que está ayudando altruistamente a otros a recuperarse. Pero la opinión que se ha impuesto con más fuerza es que la estrategia de Pekín ha fracasado.
Una encuesta reciente del Pew Research Center, con sede en Washington, mostró que el 66% de los estadounidenses tiene una opinión desfavorable de China. También desconfían de la información procedente de funcionarios chinos sobre el virus. El 84% de los encuestados dice que «no confía demasiado o nada» en las afirmaciones de Pekín. Y son escépticos sobre el manejo del virus por parte de China. Un 64% califica la respuesta oficial como regular o mala.
Reputación en tela de juicio
Una encuesta más amplia, del Proyecto de Globalismo de YouGov-Cambridge, con personas en 25 países, también reflejó una negativa opinión pública mundial sobre el manejo de la pandemia por parte de China.
El sondeo muestra que en la mayoría de los países el grueso de la población no cree que el gobierno chino haya sido transparente sobre el coronavirus cuando se detectó por primera vez a finales de 2019. En Gran Bretaña, cuatro de cada cinco encuestados creen que las autoridades chinas intentaron ocultar la verdad. Japón (84%) seguido de España (82%) tiene la tasa más alta de encuestados que piensan que las autoridades chinas intentaron ocultar la verdad. Las cifras son similares en el promedio de la UE.
Muchos también culpan al gobierno chino diciendo que podría haber evitado la propagación del virus. En Gran Bretaña, el 67% de los encuestados cree que la propagación internacional del virus podría haberse evitado si el gobierno chino hubiera respondido con más prontitud y eficacia.
De cara al futuro
Sea que haya ocultamiento de la cifras o que se trate de una «recuperación milagrosa», las dudas sobre la transparencia de las autoridades chinas seguirán presentes. Por ahora, solo parece haber dos posibilidades. Una, que ocultan información sobre los alcances reales de la pandemia en su territorio. En ese caso, su actitud habría contribuido a la rápida propagación del coronavirus, aumentando sus efectos negativos.
La otra posibilidad, efectivamente haya sufrido un menor impacto que los demás países. Y, en ese caso, surgen las dudas sobre si la pandemia ha sido utilizada por China a su favor y en contra del resto del mundo.
De una u otra manera, la desconfianza hacia China -más concretamente hacia sus gobernantes- no hará más que acrecentarse. Pekín está ganando la batalla sanitaria y económica. Pero está perdiendo la de relaciones públicas.
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