Una espesa nube color marrón se posa sobre Pekín y otras ciudades chinas. En una mezcla de polvo y contaminación que dispara las afecciones en la población y limita la visibilidad en calles y aeropuertos. Es la peor tormenta de arena en una década en el continente asiático.
La estampa de la capital y su gente es difusa. Incluso, sus monumentales edificaciones parecen haber desaparecido. El tráfico terrestre ha sido restringido en algunas zonas. Pero al mismo tiempo, feron reforzadas sus unidades de trasporte público para reducir la exposición de la población a la tormenta. Mientras, más de 400 vuelos fueron cancelados por la escasa visibilidad y fuertes vientos. Asimismo, se recomendó el cierre de las escuelas y algunos centros de trabajo,exhortaron a sus empleados a mantenerse en casa.
La tormenta se formó en el desierto de Gobi, en la región de Mongolia Interior, dijo el Centro Nacional de Meteorología chino. Con las previsiones de una ola de bajas temperaturas y vendavales, el organismo emitió una alerta amarilla y anticipó que la tormenta puede durar 48 horas. La arena y el polvo flotantes de gran intensidad cubren partes de Hebei, Pekín, Shandong, Anhui, Jiangsu y Hubei. También las regiones autónomas de Mongolia Interior y Sinkiang Uigur.
Estos fenómenos son habituales en primavera, cuando la arena de los desiertos occidentales es arrastrada por el viento hacia el este. Afectan lugares tan lejanos como el norte de Japón. La plantación masiva de árboles y arbustos en zonas vulnerables redujo el ímpetu de las tormentas. Pero la expansión de ciudades e industrias, también la minería y la sobreexplotación de los pastos, establecieron una presión constante sobre el entorno en toda China. Los humanos volvieron a atizar las tormentas.
Tormenta de arena en China y contaminación industrial
«La tormenta de arena ha sido la más intensa en China en una década», dijo Zhang Bihui, funcionario de la Administración Meteorológica de China. El polvo se originó en Mongolia y se desplazó hacia el sur con un ciclón. Envolvió la mayor parte del norte de China. La tormenta hasta ahora ha causado 10 muertes y al menos 341 desaparecidos, en su mayoría pastores nómadas.
Zhang atribuyó el fenómeno a la combinación de una temperatura alta de la superficie terrestre con una reducción en las precipitaciones y una intensidad inusual del ciclón mongol. La conjunción de estas condiciones es poco común.
Las tormentas agravan la contaminación de la China industrial. Aunque la situación ha mejorado considerablemente con respecto a 2013, cuando se instaló un sistema de alarmas porque la neblina de polución cubría constantemente Pekín. Lamentablemente, los cielos grises regresaron el año pasado.
El índice que mide la calidad del aire, que debe estar por debajo de 50 y cuyo nivel máximo es 500, se salió de la tabla. Las partículas flotantes PM10 superaron los 8.000 microgramos por metro cúbico en algunos distritos del norte y el centro de la capital.
Por su parte, las más pequeñas y capaces de infiltrarse en los pulmones (PM 2,5), estuvieron en torno a los 300 microgramos por metro cúbico, un nivel considerado muy peligroso por la Organización Mundial de la Salud.
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