China está en el centro del debate mundial, desde hace años, pero particularmente en estas circunstancias que rodean al debate sobre el origen, el desarrollo y la salida de la crisis pandémica ocasionada por el coronavirus.
Tenemos un mundo polarizado en torno a dos grandes súper potencias, los Estados Unidos de América y China, y en este momento parece que es China precisamente la que está ganando la batalla, en términos económicos, globales, de respuesta de sistema y también de opinión pública.
Sin embargo, hay que tener en cuenta algunas circunstancias: la primera es que China es una dictadura, es una dictadura del Partido Comunista pero que ha basado su desarrollo (sobre todo en los últimos años) en un axioma distinto del de la propiedad estatal de los medios de producción que es precisamente el de la propiedad privada.
Dictadura con elementos de capitalismo
Es un sistema dictatorial, pero con elementos fuertes de capitalismo, que ha conseguido desarrollar de manera increíble, de manera insospechada el nivel social y económico del pueblo chino. No va a dejar de ser una dictadura, no avanza hacia una democracia, pero está basada en una cuestión cultural que tiene miles de años que es el confusionismo.
El sistema chino más que comunista, es un sistema basado en ese equilibrio, en esa lucha por el bien común en el cual el individuo es menos importante que el grupo o que la sociedad. Eso es muy distinto a cómo hemos construido nuestras democracias en occidente, basadas en los derechos individuales, basadas en cada persona, que juntas también participan esa construcción del bien común.
China por otro lado ha sido siempre un imperio y va a seguir siendo un imperio, pero sin esa vocación imperialista propia de aquellos que han tratado de construirlo de cualquier manera, por lo tanto, yo creo que China tiene un interés enorme en un protagonismo económico, en un desarrollo social mucho mas distendido aún de lo que hoy lo está en su propio país.
Tiene un mercado suficientemente grande como para pensar en términos hegemónicos, pero, sin embargo, no la veo como una potencia que esté intentando invadir otros espacios, otras zonas y que esté en definitiva en posición de dominio; sí que lo está en posición de relevancia.
Entendimiento y diálogo
En definitiva, creo que lo más inteligente, lo más interesante con China es dialogar con ellos, trabajar con ellos, cooperar con ellos, saber que están ahí; saber que esa férrea dictadura del Partido Comunista tiene elementos capitalistas que la hacen, seguro, una interlocutora inteligente para cualquier solución a esta situación de crisis. No debemos establecer una relación de confrontación con China, y si queda, tampoco ideológica sino una relación claramente de cooperación.
En los términos jurídicos, China no ha construido un Estado de Derecho, pero tiene reglas de juego también. Tiene su propia Constitución, tiene su propio sistema de estados que se integran entre sí. Y la asociación que yo presido, la World Jurist Association se planteó desde sus comienzos, en un debate entre los que impulsaron su fundación Charles Rhyne entonces presidente de la American Bar Association y Earl Warren en aquel momento presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos de América, si este emprendimiento a favor del Estado de Derecho, si esta enorme campaña a favor del imperio de la ley como única alternativa al imperio de la fuerza debía también extenderse y contar con Rusia, con China, con esos países que no estaban todavía dentro de la esfera de la Libertad y de la Democracia.
La conclusión fue clara: tenemos que contar con ellos, para conseguir que avancen, para conseguir que den pasos, para conseguir en definitiva que esa enorme campaña a favor de la libertad siga prosperando, siga avanzando aunque sea con dificultades, aunque a veces sea con retrocesos y también estos tiempos del Coronavirus donde el Estado de Derecho no está en cuarentena.
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