Las ciudades sirven para que vivan las personas. Sin embargo, en su diseño y construcción se ha dejado al ser humano en segundo plano. La cercanía con un centro de producción importante, un puerto de alto tráfico, carreteras para muchos coches. Todos esos aspectos privan a la hora de proyectar las urbes. Satisfacer las necesidades de la gente es una suerte de «efecto colateral». Y la protección de los ecosistemas no aparece ni siquiera por los rincones. Pero eso está cambiando. Los buenos ejemplos, aun escasos, comienzan a emerger. En Shenzhen Bay, en China, la futurista «Torre C» pone a las personas y la sostenibilidad en el centro, donde deben estar.
El grupo Zaha Hadid Architects (ZHA) ganó la licitación para construir la Torre C en la base de la súper sede de la bahía de Shenzhen, un importante centro comercial y financiero que sirve a la gran bahía de Guangdong, Hong Kong y Macao. Se trata de un proyecto poco convencional. Integra grupos de sedes corporativas dentro de un centro de tecnología global con capacidad para 300.000 empleados cada día. Incluirá lugares para conferencias internacionales, exposiciones y otra programación cultural. Además, la base de la sede incorporará desarrollos residenciales, un centro de transporte, pastizales botánicos e incluso una zona costera con humedales.
Conexión con el entorno
La propuesta de la Torre C responde a la intersección de la ciudad del eje verde norte-sur y el callejón urbano este-oeste. La arquitectura se conecta con el parque y las plazas adyacentes, transformándose en un paisaje en terrazas y extendiéndose hacia arriba entre sus dos torres. Esta ampliación invita a los visitantes al centro del edificio donde se ubican las instalaciones culturales y de ocio. Las torres están unidas con amplios puentes que brindan vistas panorámicas de la ciudad.
Servido por la red de metro de Shenzhen en expansión, el podio escalonado de la Torre C se integra con el parque adyacente para crear un nuevo espacio público. Esto no solo proporciona acceso peatonal directo, sino que también permite que la luz del día llegue al intercambio de transporte público subterráneo. Dando prioridad a los peatones, el diseño de la torre también incluye un amplio estacionamiento para bicicletas e instalaciones de carga.
Inteligencia ecológica
Desde un punto de vista ambiental, la Torre C contempla un muro cortina de vidrio unificado y con doble aislamiento. Utilizará canales verticales para el auto-sombreado y la extracción del aire exterior a través de cavidades operables. Estos sistemas permitirán aprovechar al máximo las condiciones ambientales, reduciendo el consumo que supondría el mantenimiento de clima artificial.
El proyecto será monitoreado constantemente, evaluando las condiciones externas e interiores. Se ajustarán en tiempo real para reducir el consumo de energía. Esta tarea se realizará en coordinación con los sistemas de gestión inteligente del distrito, como parte de sus esfuerzos de aumentar la eficiencia y el bienestar.
La Torre C también incorporará recolección y reciclaje de agua, así como un sistema fotovoltaico para recolectar energía solar. Todos los jardines situados en las terrazas filtrarán biológicamente la atmósfera circundante. Incorporarán cultivos acuapónicos. Además, se instalarán materiales orgánicos de baja volatilidad para minimizar los contaminantes interiores.
En la ruta correcta
Los más importante de la Torre C de Shenzhen Bay es que no se trata de un caso aislado. Tanto en China como en otros países, el desarrollo urbano sostenible es una creciente realidad. La persona y su entorno son los más importante, no los coches y las carreteras.
En Japón, Fujisawa es una ciudad inteligente diseñada para la sostenibilidad, que permite a los residentes tener estilos de vida ecológicos y cómodos que incorporen las bendiciones de la naturaleza y garanticen la seguridad y la protección.
También en territorio nipón, la ciudad ecológica de Kashiwa-no-ha incluye uno de los sistemas de celdas de almacenamiento de iones de litio más grandes del país, así como generadores solares y de emergencia de gas.
Arabia Saudita también anunció su proyecto para edificar una ciudad ecológica con cero automóviles, carreteras o emisiones de carbono. Se llama The Line y es parte de Neom, un proyecto de desarrollo, que cuenta con una inversión estimada de 500.000 millones de dólares.
Resulta un contrasentido. Pero las ciudades, creadas para albergar personas, entraron en un ciclo de diseño en el que los habitantes y su bienestar pasaron a segundo término. La lección ha sido larga. Desde las enfermedades que comenzaron a propagarse por el hacinamiento y la fala de sistemas de higiene en las primeras urbes, hasta la creciente contaminación en las más reciente. Hemos debido comenzar el cambio antes. No podmos esperar más.
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