En una mina de cobre abandonada en Tongguan, al suroeste de China, los científicos encontraron en agosto de 2012 un virus muy similar al que hoy aqueja hoy al mundo entero. Esa cepa está relacionada con la muerte de al menos seis trabajadores de la mina hace ocho años. En aquel entonces presentaron síntomas respiratorios, una severa tos y finalmente una «neumonía incontrolable», antes de sus decesos.
De los seis, cuatro dieron positivo por coronavirus, mientras que los otros dos fallecieron antes de ser testados. Desde entonces, asegura The Sunday Times, esa cepa ha estado almacenada en el laboratorio de virología en Wuhan. La ciudad china donde supuestamente comenzó el brote de coronavirus a finales de 2019.
Falta de información fue crítica
El periódico realizó una extensa investigación sobre el origen del coronavirus. Afirma, además, que encontró evidencias de que «China no ha compartido públicamente los detalles sobre esa cepa similar o cepa hermana a la COVID-19». Esto hubiera podido ayudar a evitar la pandemia, Las muertes y la paralización de buena parte del planeta. En adición, se pudo encontrar una vacuna mucho más rápido.
The Sunday Times advierte que fuentes del laboratorio se negaron a comentar la razón de que hasta el momento no hayan hablado sobre el tema. El diario califica este hecho como “apagón mediático”. Sin embargo, pudieron rastrear esta información, gracias a la tesis de maestría de un joven médico. Su supervisor era un profesor que trabajaba en el departamento de emergencias del hospital en el que fueron tratados los hombres infectados en la mina.
China almacenó secretos
La revelación de que China almacenó desde 2012 un virus similar a la COVID-19 se conoce en momentos en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) enviará un equipo a ese país para investigar el origen del coronavirus, según anunció el director del organismo.
La agencia especializada de la ONU llevaba presionando a China desde principios de mayo para que invitara a sus expertos a investigar el origen del nuevo coronavirus. «Conocer el origen del virus es muy muy importante», dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus en una conferencia de prensa telemática.
«Podemos combatir mejor el virus si conocemos todo acerca de él, incluido su origen», agregó, antes de anunciar que «enviaremos un equipo la próxima semana a China para preparar lo que esperamos que nos lleve a entender cómo empezó el virus».
Algunos científicos creen que el coronavirus, que ha cobrado la vida de más de medio millón de personas en el mundo y ha infectado a más de 10 millones, pasó de un animal al hombre.
¿Se conocerá el origen del virus?
Una de las preguntas que tratarán de responder los expertos de la OMS es si el virus podría haberse escapado del Instituto de Virología de Wuhan. En ese centro presuntamente se han llevado a cabo experimentos de alto riesgo para aumentar la capacidad de infección y propagación de los coronavirus, en un supuesto intento de comprender los mecanismos que podrían causar una pandemia.
Esta medida fue en su momento muy criticada por países como Reino Unido y Estados Unidos. Denunciaron que el riesgo de realizar esas pruebas y hacer más contagioso el virus era demasiado alto. Aseguraron que los sistemas de seguridad y de transparencia, en un régimen hermético como el chino, no daban ninguna confianza.
Según The Times, en los últimos años los investigadores del centro recolectaron cientos de muestras de coronavirus de regiones remotas de China, que utilizaron en el laboratorio para sus investigaciones.
China ha mantenido un secretismo sobre este tema. Incluso obliga a que todos los trabajos académicos y científicos se envíen a un comité que informa directamente al gobierno. Allí se autoriza o no su publicación.
Además, Pekín ha arremetido contra las acusaciones del presidente Donald Trump, sobre si China almacenó el virus. También ha castigado a Australia con impuestos a sus productos por exigir una investigación transparente del manejo de la información sobre el virus.
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