La fuerte polarización política en Estados Unidos motivó que un grupo de investigadores indagara en las reacciones y percepciones de los demócratas y republicanos. Encontraron que sus cerebros procesan de manera distinta un mismo mensaje político y en consonancia sus respuestas son igualmente adversas.
La marcada rivalidad entre estos bandos opositores, que conlleva una crispación de posiciones, es estudiada por sociólogos, psicólogos sociales y por la neurociencia. También, con fines prácticos, por agencias publicitarias y encuestadoras que estudian el comportamiento del elector. En ese caso, los científicos profundizaron en el cerebro de los partidarios de esas opciones políticas.
Los expertos consideran que “los prejuicios partidistas en el procesamiento de información política contribuyen al aumento de las divisiones en la sociedad”. Este criterio los llevó al estudio neuronal que publicaron en Proceedings of the National Academy of Sciences, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos
Investigadores de la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de Stanford y la Universidad Johns Hopkins escanearon los cerebros de 38 adultos de mediana edad. Mientras veían 24 vídeos de noticias, discursos y anuncios políticos relacionados con medidas migratorias. Escogieron esos temas porque resultan sensibles a la sociedad y fueron asuntos incluidos en las campañas electorales de ambos partidos.
Los dos grupos que participaron de la investigación tenían en común el número de hombres y mujeres, edad, ingresos y nivel de educación.
Se midió la actividad neuronal del cerebro de estos participantes que veían vídeos relacionados con la política de inmigración. «A pesar de ver el mismo mensaje, liberales y conservadores tuvieron una respuesta neuronal diferente», revela la investigación que lideró Yuan Chang Leong, de la Universidad de Berkeley.
Demócratas y republicanos en plena polarización
La investigación apenas es “una fotografía“ pionera del interesante universo que es el cerebro, dice Leong . A partir de los resultados surgen otras preguntas. ¿Estas reacciones del cerebro frente a la política son espontáneas? ¿Acaso respondemos de una forma y otra por el aprendizaje previo, por la cultura, por el entorno?
La «polarización neuronal» entre grupos se produjo en un área del cerebro asociada con la interpretación del contenido narrativo. Y se intensificó en respuesta al lenguaje vinculado con el riesgo, la emoción y la moralidad.
Además, las respuestas neuronales polarizadas predijeron un cambio de actitud en reacción a los vídeos. Hallazgos que sugieren que el procesamiento sesgado en el cerebro impulsa interpretaciones divergentes de la información política y la consiguiente polarización de actitudes.
Las mediciones de la actividad cerebral se observaron a través de un examen de imágenes de resonancia magnética funcional. Unas subieron y otras bajaron a medida que se presentaron los vídeos.
Precisa el estudio que el punto más alto de estas diferencias neuronales ocurrió cuando los vídeos mostraban mensajes más emocionales. Incluso de carácter moral o que citaban riesgos y amenazas tradicionalmente relacionados con las discusiones sobre inmigración. Contenidos que tienden a tener interpretaciones distintas entre conservadores y liberales.
Las complejidades del cerebro y la política
¿Qué relación hay entre cerebro y política? Es uno de los focos de atención de los científicos que tratan de resolverlas mediante las investigaciones tradicionales y la neurociencia. En los avances aparece un nuevo término, a neuropolítica, que relaciona cerebro y política. Es una disciplina que se apoya en los estudios de la neurociencia que puedan aplicarse a los campos de la actividad política. Como el comportamiento de los ciudadanos, partidos políticos, electores, activistas, líderes.
La Escuela Internacional de Neurociencia y Empresa (Esco Universitas) señala que “la neurociencia explica que las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana provienen de una actividad cerebral previa en un gran porcentaje, más del 80%. Estos procesos han acumulado una cantidad de información, tanto emocional como racional, de la que no somos conscientes. «Pero que participa decisivamente cuando tenemos opciones para elegir un producto, servicio e incluso por quién votar”, anota.
También la neurociencia indica que al momento de decidir hay actividad cerebral de la corteza prefrontal y parietal antes de hacerse consciente. Ese proceso dura hasta 10 segundos, en que el cerebro empieza a preparar la decisión mucho antes de que se produzca.
Otros estudios demuestran que algunas personas que se manifestaban indecisas en unas elecciones, en realidad ya tenían decidido su voto, aunque de forma no consciente. Es evidente el peso que tienen en la relación cerebro y política los juicios instalados en la cabeza. Las personas se basan en ellos, de manera no consciente, al tomar decisiones.
Yuan Chang Leong y su equipo quieren continuar sus investigaciones. Y aportar a la sociedad qué tipo de mensajes pueden ayudar a suavizar la polarización y a fomentar el diálogo.
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