La gran cantidad de información que se produce diariamente puede invitar a confusión. Una vez más surge una oportunidad y un ejemplo para entender la importancia de discriminar la información, según las fuentes autorizadas e hipótesis científicas que por el hecho de estar publicadas en Internet se dan como ciertas.
La mayoría de las veces estas hipótesis pueden generar más angustia, más confusión y mayor desinformación, cuestión delicada dado que el contexto es la pandemia por COVID-19. La virulencia con la que ha pasado el virus por Europa y los Estados Unidos ha dado pie para que se cuele entre la opinión pública de que hay una cepa del virus SARS-CoV-2 que puede ser más letal y contagiosa.
Sin embargo, los expertos en materia epidemiológica señalan que hasta los momentos solo hay una cepa de SARS-CoV-2. Es cierto que los virus sufren mínimas variaciones genéticas, pero son cambios normales y necesarios en el virus para adaptarse a cada huésped humano que infecta. Una nueva cepa del virus SARS-CoV-2 mostraría cambios significativos y diferenciadores en el genoma y en las consecuencias del virus para la salud humana.
This type of reporting on #SARSCoV2 #COVID19 #coronavirus makes my blood boil. There is no evidence that the dominant strain is such because it is «more contagious»https://t.co/IesYkQetSS
— Dr. Angela Rasmussen (@angie_rasmussen) May 5, 2020
Solo una cepa del virus SARS-CoV-2
El mensaje de la comunidad científica viene a propósito de que se publicara en el sitio web BioRxiv, un repositorio de acceso abierto de «preprints». Es decir, trabajos que aún deben revisarse y avalarse por pares científicos. El acceso libre y directo a este tipo de documentos puede ser el desencadenante de informaciones erróneas.
El trabajo en cuestión habla de una nueva cepa del virus SARS-CoV-2. Un grupo de científicos británicos y estadounidenses, luego de analizar 6.000 secuencias encontraron una mutación en la proteína espiga -la que se une al receptor de angiotensina 2 en las células humanas para adaptarse y replicarse en el tejido-. La mutación haría que el virus sea más fácil de transmitir.
Hasta allí la publicación. El trabajo no está avalado por pares y se trata de un borrador de la versión final. Por ejemplo Angela Rassmussen, una viróloga que colabora como articulista con Forbes, señala que un «preprint» es apenas un análisis computacional de la secuencia del virus. Si bien el análisis encontró una mutación que se hizo dominante en el tiempo, en materia de transmisión no encontró nada de importancia.
Cambios sustanciales
Por otro lado, se debe considerar que para hablar de la existencia de otras cepas deben haber cambios sustanciales, por ejemplo en la secuencia genómica.
Los científicos son muy acuciosos a la hora de hacerle seguimiento a la evolución del virus. La secuencia genómina completa del virus la determinó el instituto Pasteur de París a finales de enero. Desde ese momento se le hace seguimiento a esa secuencia genómica con cada nueva infección.
También los expertos señalan que hay una diferencia sustancial en los términos científicos que se están utilizando. Cada nueva mutación del virus no es una nueva cepa. Vincent Racaniello, del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Columbia, aclara que hay una diferencia entre el aislado de un virus y una nueva cepa.
Un aislado del SARS-CoV-2 es cuando el virus de la COVID-19 se aísla de un paciente. Agrega que los aislados forman parte de la misma cepa del SARS-CoV-2, incluso sin presentan secuencias genómicas diferentes. Mientras, una cepa del virus es un aislado con una evolución biológica diferente.
«El primer aislado de virus, tomado de un paciente de Wuhan en diciembre de 2019, es la misma cepa que el aislado más reciente tomado en cualquier otro lugar del mundo en mayo de 2020», dice.
Incorrecto
Una nueva cepa de la familia de coronavirus provocaría una patología diferente. Para que una nueva cepa aparezca es necesario que:
- Haya variaciones relevantes en la secuencia genética.
- Se expanda de manera dominante en alguna región.
- Existan cambios que deriven en otra patología aún más virulenta o que el virus pierda fuerza.
Enfatiza Racaniello que ciertos hallazgos señalan que hay ochos cepas del virus SARS-CoV-2 o que había cepas «L» y «S» con un nivel de patogenicidad distintas. Es incorrecto señalar que son cepas. No lo son. «No se ha demostrado que ninguna tenga una propiedad biológica distinta, sin importar lo que afirman las preimpresiones».
Sin embargo, los expertos apuntan que es muy importante saber cómo es la evolución del virus, ya que eso marca el camino del desarrollo de una vacuna o un tratamiento contra la COVID-19. Si el virus llegara a mutar con la rapidez que han querido hacer ver, la creación de vacunas y tratamientos deberán vencer un súper escollo. Se enfrentarían al hecho de tener que cambiar de fórmula con cada nueva cepa. Una carrera aún más vertiginosa. Por lo pronto solo hay una cepa del virus SARS-CoV-2. Lo demás son mutaciones normales de adaptación al huésped.
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