Los niños españoles que cenan después de las nueve de la noche tienen el doble de posibilidades de presentar obesidad. Al hacer tan tarde la última ingesta de la jornada , además de tener alterados sus ritmos biológicos, gastan menos energía en metabolizar los alimentos de su cena y eso influye en que presenten más riesgo de engordar. Si no cambian los hábitos, podrían presentar problemas cardiovasculares cuando sean mayores.
Dos trabajos científicos sobre crononutrición, ahondan en cómo los tardíos horarios españoles afectan también a la salud de los niños. Para el estudio se reclutaron a 432 niños de 8 a 12 años de edad de una zona mediterránea de España. La investigación duró más de 5 años.
Los resultados del estudio arrojan que la mayoría de los niños españoles cenan a las 20.45 horas. Los niños que realizan la última comida del día después de las 21.00 horas ya lo hacen tarde. Este segundo grupo de menores, actualmente sin patologías, ya presenta unos marcadores de inflamación y de riesgo vascular que son predictores de lo que les puede pasar cuando sean adultos.
La cena tardía también podría afectar su sueño
Por cenar tarde todo el ritmo biológico de los niños se retrasa, empezando por el sueño. Es aún más riesgoso para los niños de cronotipo nocturno o vespertino, a quienes les cuesta acostarse y conciliar el sueño. Con ellos hay que incidir más en adelantar las horas de la cena y también cuidar mucho la luz de la noche y la exposición a las pantallas, sobre todo al móvil, ordenador.
Normalmente el centro del sueño se produce entre la 1.00 y las 5.00 de la mañana, como muy tarde, en estos niños vespertinos, su sueño reparador se retrasa a las 7.00 u 8.00 de la mañana, por lo que puede coincidir justo con su hora de levantarse para ir al colegio. Por eso les cuesta tanto despertar y cuando lo hacen van cansados y adormecidos a clase, con lo que su rendimiento es menor. Esto hace que el cronotipo vespertino tenga peores calificaciones en el colegio, pues tienen un menor rendimiento, no por sus capacidades.
Los fines de semana se produce en ellos una situación de jet-lag social, es decir, un retraso en el centro del sueño de al menos dos horas respecto a entre semana. El niño de cronotipo vespertino tiende a compensar durante el fin de semana las deficiencias del sueño que arrastra de lunes a viernes porque tienen sueño insuficiente. El jet-lag social se asocia con enfermedad y con riesgo metabólico, así que hay que evitarlo.
En general la duración del sueño de los niños españoles tampoco es suficiente. La media para esos niños es de siete horas de sueño para un 14% de niños de ocho a 12 años. A estas edades deberían dormir al menos ocho horas para que el descanso sea favorable. Lo correcto es que los niños duerman al menos nueve horas.
A los adultos les pasa igual ¿mito o realidad?
Otros estudios realizados en 3.600 adultos, también muestran que aquellos que cenan después de las 21.00 horas, tienen mayor obesidad y un riesgo cardiovascular aumentado. Pero eso se sabe desde siempre porque los nutricionistas ya lo habían estimado, esta vez lo sorprendente es que le pase a niños de tan solo 8 años de edad.
Lo ideal es que toda la familia cene antes de las nueve de la noche. Si esto no es posible, al menos los niños lo deben hacer. Lo mejor es volver a la idea de la merienda cena que había antes en España. Es decir, se debe alejar la ingesta de la cena por lo menos dos horas y media a la hora de acostarse. Solo con eso mejoraría el metabolismo y disminuiría el riesgo de obesidad y de enfermedad vascular.
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