La WWF denuncia que la matanza de rinocerontes está causando estragos en el sur de África. Los cazadores furtivos han aprovechado la ausencia de turistas y safaris –debido a las restricciones de viajes por la COVID-19– para matar a los rinocerontes y luego comerciar ilegalmente sus cuernos.
La medicina tradicional oriental en Vietnam, China y Corea del Sur utiliza el polvo de los cuernos de rinoceronte para tratar la fiebre, contusiones y resacas; curar enfermedades como la epilepsia, el sida o el cáncer, pero también como afrodisíaco.
Caza furtiva de rinocerontes
El servicio Rhino 911 atiende un episodio de caza furtiva casi todos los días desde que en Sudáfrica se anunció el cierre nacional el 23 de marzo. Entre las víctimas rescatadas figura un cría de rinoceronte blanco. Los cazadores furtivos mataron a la madre.
Un día después recibió una llamada de emergencia informando de dos rinocerontes negros a los que le habían arrancado los cuernos. Cuando el servicio de rescate los encontró ambos estaban muertos. Nico Jacobs, fundador de Rhino 911, manifestó que al menos nueve individuos han sido víctimas de cazadores furtivos.
El rinoceronte se caracteriza por ser un animal pacífico que solo emplea la fuerza y la velocidad cuando sus crías están en peligro. Se alimenta de hierbas, tallos y hojas y no tiene enemigos naturales. Solo el hombre que lo caza para traficar ilegalmente sus cuernos.
La ciencia ha demostrado que los cuernos de los rinocerontes no tienen ningún poder curativo ni afrodisíaco. Están compuestos de queratina, una masa de pelo endurecido y restos de uñas.
De vulnerable a peligro crítico
Existen cinco especies de rinoceronte: Java, Sumatra, indio, negro y blanco. Los rinoceronte Java, Sumatra y negro son los que están en peor estado de conservación. Se encuentran en peligro crítico. La especie con menor cantidad es el de Java con aproximadamente 68 individuos.
En estado vulnerable se encuentra el indio, con 3.500 ejemplares. Mientras que el blanco (casi amenazado) es la especie con más población, 17.000. De las cinco especies, los conservacionistas consideran que el de Sumatra «es el gran mamífero más amenazado de la Tierra». Sobrevive en pequeñas poblaciones aisladas de Sumatra y Borneo.
Otras de los peligros que enfrenta la especie es la pérdida de su hábitat, la transmisión de enfermedades de ganado doméstico y ganado salvaje y, sorprendentemente, las erupciones volcánicas y tsunamis. El año 2019 fue de buenas noticias para la conservación de los rinocerontes. En la última década. a pesar de la caza furtiva y la pérdida de hábitat, la población había aumentado un 30%.
Otro tanto en Botsuana
La caza furtiva no solo aprovecha la pandemia para hacer estragos en Sudáfrica. En la vecina Botsuana seis rinocerontes fueron atacados. El gobierno informó de la muerte de cinco cazadores furtivos asesinados por los militares.
A pesar de que la caza furtiva es la causa principal de la merma en las poblaciones de rinocerontes, el impacto mayor es que los ataques se perpetraron en lugares turísticos, que se consideran refugios relativamente seguros para los animales salvajes.
El gobierno de Botsuana también informó que la caza furtiva de rinocerontes ha registrado un aumento sin precedentes en los últimos doce meses. Han asesinado a casi cincuenta animales, la décima parte de la población de rinocerontes del país.
A merced de los cazadores furtivos
La WWF señala que antes del confinamiento mataban una media de tres rinocerontes al día. Los bloqueos nacionales el cierre de fronteras, las restricciones de visa de emergencia y otras medidas de la cuarentena dejan las reservas y parques turísticos a merced de los cazadores furtivos. Las tristes consecuencias son el aumento del número de rinocerontes muertos y de crías huérfanas.
Los efectos de la pandemia se verán también en la gran cantidad de recursos que dejará de percibir la conservación de la vida silvestre en África.
La industria turística es la que sostiene y motiva la conservación de los rinocerontes. La disminución del turismo en el continente conduce a los peores temores de que las ya disminuidas poblaciones de rinocerontes se conviertan en víctimas colaterales de la COVID-19.
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