Ya ha pasado más de una semana desde que Cayetana Álvarez de Toledo fue relevada de su cargo como portavoz de Grupo Parlamentario Popular. Pero el ambiente que generó su salida no se ha aplacado. Y era de esperarse. Su llegada al PP, su ciudadanía, sus declaraciones, su sola presencia, todo en ella podía generar tanto simpatías como rechazo, pero nunca indiferencia.
Con sus polémicos antecedentes, quizás lo más extraño haya sido que permaneciera callada desde su remoción. Ofreció unas declaraciones el mismo día del relevo para expresar su punto de vista. Desde luego, la comparecencia mediática generó una lluvia de críticas de tirios y troyanos. No las respondió. Pero este martes rompió el silencio
En el programa Herrera en COPE, la ahora ex portavoz de GPP apuntó que, si bien asumía que sus declaraciones iban a generar rechazo de algunos sectores políticos, «esperaba ataques de la izquierda, no dentro del PP».
Polémicas declaraciones
El 17 de agosto, cuando Pablo Casado decidió destituirla de la portavocía, Álvarez de Toledo fue muy crítica. «Es una decisión que lamento profundamente. La considero perjudicial para el PP y para la causa que defendemos: una España adulta y moderna», declaró ante los medios de comunicación a las puertas del Congreso. «La homogeneidad empequeñece», recalcó.
Sus señalamientos fueron recibidos con severidad dentro del PP. «Me han criticado por dar detalles, pero creo que en política es muy importante explicar las decisiones», anotó.
Álvarez de Toledo insistió en que «el pensamiento propio o la libertad no es indisciplina» o que «la discrepancia sa deslealtad».
No ha habido equívocos
Su «excesiva independencia» es uno de los aspectos que más se le cuestiona. Al respecto aseguró: «Cuando Casado me fichó me pidió que diera la batalla. Que ese espíritu de libertad que yo representaba se diera en la política. Yo le advertí de las dificultades que habría, pero él insistió. Me pareció un detalle de grandeza y de creer en sí mismo».
Por tanto, destacó, «aquí no ha habido equívocos, sino un cambio de criterio, una decisión legítima que evidentemente no comparto». No cree que las posiciones que ella sostiene sean «incompatibles con lo que defiende el PP y lo que está en su programa electoral».
Compromiso con sus votantes
En los días siguientes a su destitución, los medios señalaban que Álvarez de Toledo no había definido sus próximos planes. Se daba por descontado que no aceptaría la secretaría general de la Fundación Concordia y Libertad que le ofreció el propio Pablo Casado. Sin embargo, no estaba claro si iba a continuar como diputada al Congreso.
Sobre este particular, no dio una respuesta muy clara en sus declaraciones a Carlos Herrera. «Son reflexiones que no dejo de hacerme. No puedo darte una respuesta que pueda servir para satisfacer la curiosidad. Es una decisión difícil. Tengo que meditar seria y profundamente. Estoy meditando. Tengo un sentimiento de deuda y un compromiso personal con los catalanes que votaron por el PP en las últimas generales», contó.
Profundas diferencias internas
Álvarez de Toledo también dijo que debió enfrentar la resistencia interna en el seno del Partido Popular. Aseguró que «los últimos meses no fueron fáciles, se profundizó un ambiente hostil». Reiteró que su nombramiento generó críticas «desde el minuto uno, así como intentos de limitar su actuación a la mínima expresión».
“Eso era muy difícil de soportar”, porque si bien daba por hecho el ataque de la izquierda y del nacionalismo, no se esperaba que dentro del partido sucediera. Ahora que está fuera de la responsabilidad “hay liberación, pero también hay decepción”, pero aseguró que “no desánimo”.
Concertación sin Podemos
Cayetana Álvarez de Toledo considera que una de las propuestas más polémicas, que desencadenaron su salida, fue la de participar en un Gobierno de Concertación, aunque muy distinto a la propuesta de PSOE y Podemos.
«Mi Gobierno de concentración ideal no es un Gobierno con Podemos. Es un Gobierno con una izquierda democrática, ilustrada, con personas que creen en la Transición. Un acuerdo muy distinto a lo que Sánchez representa. Es decirle al PSOE que rompa con Podemos, incluso que rompa con Sánchez. Decirle a Sánchez que elija entre Iglesias y España».
«El gran drama español contemporáneo es que las fuerzas de ruptura están en el Gobierno. Y las fuerzas reformistas tenemos que ponernos de acuerdo».
Destacó que es necesario desafiar la superioridad moral de la izquierda. La izquierda decide quién es centrista o no. Hay que disputar la visión que da la izquierda del feminismo, uno victimista que nos confronta con los hombres. «A mí me gustaría oír a algún líder decir que ‘se acabó la Guerra Civil como argumento político‘. Todo eso es dar la batalla ideológica», dijo.
«Mi debate con Pablo Iglesias era eso. Y el remate final fue lo mismo: él me llamó ‘marquesa’ y yo le dije que nosotros no somos responsables de lo que hacen nuestros padres y recordarle que su padre fue terrorista».
Alejamiento de Pablo Casado
«Pablo Casado y yo no hemos vuelto a hablar desde lo sucedido«, dijo. «Pero esto no va de amistad personal, va de discrepancias políticas profundas. Este tipo de discrepancias dejan huella y dejan sus heridas en lo personal, si bien considero que hay que distinguir lo personal de lo político. Yo espero que en lo personal no queden heridas. Aunque ingenua, no soy».
Sobre las palabras de Casado el pasado jueves la Junta Directiva Nacional, dijo que «los medios interpretaron que fue un conjunto de réplicas a mi intervención». Reiteró que «el centro-derecha ha renunciado a dar la batalla cultural».
«La moderación no la puede decidir la extrema izquierda. No logro desanimarme políticamente. Yo veo que España está al borde de una depresión profunda y que tenemos una obligación moral de decir que España no está obligada a repetir sus fracasos históricos«.
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