POR CAMBIO16
13/11/2017
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En su primera visita a Cataluña desde que depuso al gobierno regional, Mariano Rajoy ha pedido un voto masivo de la «mayoría silenciosa» para poner fin a la lucha catalana y restaurar la libertad y la democracia.
«Queremos recuperar la Cataluña de todos, con democracia y con libertad. Podremos conseguirlo si la mayoría silenciosa convierte su voz en voto», dijo el jefe del Gobierno español en un discurso para clausurar la presentación de Xavier García Albiol como candidato a la Presidencia de la Generalitat.
Las invocaciones a la «mayoría silenciosa» de Cataluña no son un cántico reciente, han sonado desde que comenzó la aventura nacionalista hace más de un lustro. Los partidos constitucionalistas, la sociedad civil y los partidarios de la democracia española la han tenido presente en su llamados y posturas.
¿Y cuánto de peso tendrá esa llamada «mayoría silenciosa»?
La «matrix» catalana
A primera vista parece que todos los catalanes son nacionalistas. La agenda política la marca el nacionalismo, los medios de comunicación están teñidos de nacionalismo, las redes sociales gritan nacionalismo e incluso parece que la calles catalanas pertenecieran al nacionalismo, una uniformidad construida pone en cuestión la existencia de una Cataluña diferente, libre de nacionalismo: la mayoría silenciosa no existe, dicen algunos. Sólo existe lo que vemos.
Pero las encuestas de opinión muestran consistentemente que la mayoría de las personas que viven en Cataluña quieren que siga siendo parte de España. Ls última, realizada por Metroscopia y publicada en El País, mostró que el 55 por ciento de los encuestados se opuso a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) en el parlamento catalán, con solo el 41 por ciento a favor.
Ese es un rechazo aún más decisivo a la separación de España que una encuesta encargada por el gobierno catalán y publicada justo antes de la DUI, que salió del 49 por ciento al 41 por ciento a favor de permanecer en España.
Asimismo, las recientes congregaciones de manifestantes catalanes en favor de la unidad de España han demostrado que los silenciosos tienen voz. Las ultimas, el 8 y 29 de octubre, han superado las 300,000 personas, según la policía y más de un millón, según los organizadores.
Visto de ese punto de vista, serían casi del mismo tamaño que lo que han reseñado de las multitudes a favor de la independencia. Pero hay detalles.
La falsa jugada
El problema de los separatistas fue el siguiente: ninguna encuesta de opinión ha demostrado una mayoría de independencia desde que comenzó el actual levantamiento del nacionalismo catalán hace unos ocho años. En los últimos años, el voto del «sí» se ha estancado en alrededor del 40 por ciento. Y el último sondeo sobre el tema, realizado por Sigma Dos y publicado por El Mundo, ubica el bajón de los apoyos al independentismo en hasta un 33 por ciento.
Un referéndum siempre será mejor que una elección, porque es un voto de un solo tema que realmente sacará a los fieles. Pero, ¿cómo se evita que los escépticos más numerosos voten también? Bueno, la Constitución española es de gran ayuda allí, porque dice que un referéndum sobre la independencia de cualquiera de las regiones de España sería ilegal. Entonces, si tiene uno, tal vez los verdaderos nacionalistas voten a pesar de la ley, mientras que el resto obedezca la ley y se mantenga alejado.
Hace tres años probaron este modelo con un referéndum que el gobierno de Madrid toleró (aunque dijo que era ilegal) y funcionó bien. Allí dijeron que un 80% de los que se presentaron votaron «sí» a la independencia, pero solo el 37% de la catalana población votó. Y simplemente alguien se quejó, encogió los hombros, dijo que la concurrencia había sido mayor, y continuó haciendo lo que quería: declarar la independencia.
Y así sucedió. Fue en estos mismos términos en los que se realizó el referéndum de independencia del 1 de octubre. El resultado a favor del «sí» fue del 90 por ciento, muy gratificante; como «gratificante» fue la participación, esta vez fue un poco más alta: un simple 43 por ciento.
A dar el jaque
Así, el escenario deja más que claro que, frente a la propaganda propaganda, existe una mayoría silenciosa de catalanes que no son separatistas. Son esos catalanes que trabajan cada día para salir adelante sin meterse en política, callando muchas veces en aras de la convivencia, viendo cómo sus hijos no pueden estudiar en sus dos lenguas mientras los hijos de algunos políticos independentistas van a colegios cuatrilingües -y ellos saben quienes son-; los que en silencio han sido testigos de cómo sus impuestos han llenado los bolsillos de políticos corrompidos por el 3-5-10%.
Los mismos que en los últimos años han estado construyendo siempre puentes y pensando en positivo, priorizando «lo que nos une» frente a «los que nos separa».
La mayoría silenciosa está allí. Y su voz está lista para decidir el 21-D. Que los buenos políticos estén a la altura de las circunstancias.
https://youtu.be/dESlaul7MyQ