Cataluña entró en la declaratoria de emergencia por sequía. El Govern no ha podido eludir la aplicación de restricciones más severas en el uso del agua, pues las condiciones meteorológicas se han intensificado. Los embalses que abastecen la región de Barcelona se encuentran en mínimos históricos debido a una sequía sin precedentes en los registros.
Estos embalses acumulan menos de 100 hectómetros cúbicos de agua sobre un máximo de 612 hm3. Por tanto, están apenas al 15,8% de su capacidad, lo que se significa que han traspasado el umbral de la alerta máxima que es el 16,3% de la reserva.
La emergencia llegó y se declaró en el sistema Ter-Llobregat, que surte a Barcelona, su área metropolitana y también amplias zonas de Girona y la Costa Brava. Abarca a 202 municipios y afecta a unos seis millones de habitantes. Esta medida entra en vigor una vez se publique en el Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña.
El Plan de Sequía fija en el escenario de emergencia una limitación de 200 litros por habitante al día de media por municipio. Esta cifra incluye el consumo doméstico, las actividades económicas, centros sanitarios y usos municipales y las pérdidas en las redes de distribución, entre otros.
En cuanto al consumo que debe realizarse en los hogares, se recomienda que éste se sitúe alrededor de los 90 litros por habitante al día. Entrar en emergencia implica también que se reduce en un 80% el riego agrícola, en 50% el de ganadería y en un 25% el industrial, el mismo porcentaje que se aplica para usos recreativos (deportivos y culturales).
Cataluña en emergencia por sequía
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès destacó que el «esfuerzo” de medidas restrictivas anteriores “ha valido la pena». De lo contrario, «estaríamos mucho peor» con la profunda sequía en España y Cataluña. El decreto incluye medidas de urgencia a corto y medio plazo y se establece “la colaboración con ayuntamientos y con el Govern para agilizar procesos de adecuación de infraestructuras ante una nueva realidad climática». Comparó la crisis con «desafíos» como la pandemia y dijo estar convencido de que Cataluña la superará.
La declaratoria en realidad alcanza a 239 municipios que quedarán en escenario de emergencia. Allí se incluyen los 202 del sistema Ter Llobregat, 22 del acuífero del Fluvià Muga, 12 del embalse de Darnius Boadella, 2 de Riudecanyes y Vallirana, de la unidad de explotación Anoia-Gaià, solicitado por el Ayuntamiento. Contrariamente, la unidad del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT) pasa del escenario de alerta al de prealerta, al mejorar el estado del embalse de Mequinenza. El resto de unidades siguen sin ningún cambio.
Sin haber llovido en las últimas semanas de manera suficiente, ni previsión de que lo vaya a hacer en fechas cercanas, el salto de fase ha sido inevitable en momento de caída histórica del nivel de los embalses. La elocuente imagen del campanario emergido de la iglesia de Sant Romà, en el pantano de Sau (Barcelona), sobre el 5% de su capacidad, es el símbolo de la etapa crítica en la que se entra.
El conseller catalán de Acción Climática, David Mascort, prevé reunirse con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Planteará la declaración de emergencia por sequía en Cataluña. Y su “colaboración” para llevar agua a Barcelona si se agudiza la situación. “Si hay que traer agua (a Barcelona), que se traiga”, insistió Mascort.
El cambio climático y El Niño se unen
España está sufriendo una etapa prolongada de sequía y Cataluña es una de las comunidades más afectadas, de allí la emergencia declarada; además de Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha o Cantabria cuyos embalses también están en situación crítica.
Pero la sequía por el cambio climático también está alcanzado a otros países. En Brasil, la grave sequía deja casas flotantes y barcos varados en el lecho seco del lago Puraquequara, en Manaos. En Argentina y Chile, las altas temperaturas han provocado extensos incendios.
El calentamiento global inducido fue el principal impulsor de la grave sequía del año pasado en el Amazonas. Provocó que los ríos alcanzaran niveles récord y requirió entregas de alimentos y agua potable a cientos de comunidades ribereñas y mató a docenas de delfines en peligro de extinción, según una investigación recogida por The Associated Press.
Tanto el cambio climático como El Niño contribuyeron aproximadamente por igual a una reducción de las precipitaciones. Pero las temperaturas globales más altas fueron la principal razón de la sequía, indicó World Weather Attribution. Una iniciativa que reúne a científicos del clima para analizar eventos extremos y sus posibles conexiones con la crisis del clima.
La sequía en el Amazonas (de la selva tropical más grande del mundo) se produjo mientras la Tierra soportaba el año más caluroso registrado. El planeta está más cerca que nunca del aumento de 1,5 grados Celsius (2,7 Fahrenheit) desde la época preindustrial que las naciones esperaban mantener para evitar las peores consecuencias del cambio climático.
En el lago Tefé de Brasil, la temperatura del agua se disparó a 39,1 grados Celsius, lo que probablemente provocó la muerte de más de 150 delfines rosados y tucuxi de río, dos especies en peligro de extinción.
Inesperadas altas temperaturas en Suramérica
A lo largo del río Amazonas y durante 2023, la gente vio marchitarse sus cultivos y desaparecer los peces, y ante la imposibilidad de viajar debido al nivel bajo de los ríos, formaron largas filas en las orillas de los ríos para recibir suministros de socorro. En Manaos, la ciudad más grande de la región, más de 2 millones de residentes se asfixiaron durante meses con el humo de los incendios forestales.
La coautora del estudio, Regina Rodrigues, de la Universidad Federal de Santa Catarina, dijo que la sequía subraya la importancia del Amazonas en la lucha contra el cambio climático.
Actualmente, una ola de calor azota el centro sur de Chile y Argentina, así como en la zona central de Colombia. En Santiago de Chile los termómetros marcaron 36,7 °C, la tercera temperatura más alta registrada en 112 años. Y en Colombia, reseña El País, el Gobierno declaró situación de desastre natural por los incendios forestales, desatados también por las inesperadas altas temperaturas. En Jerusalén (Cundinamarca) llegó a 40,4 ºC; 37,6 ºC en Sahagún (Córdoba) y 36,9 ºC en Santa Marta (Magdalena). Con 25,84 °C, Bogotá rompió un récord histórico esta semana.
El escenario ha generado alertas. En entrevista con América Futura, Bárbara Tapia Cortés, meteoróloga, da luces sobre cómo el cambio climático y el actual fenómeno de El Niño han jugado un rol en impulsar estas condiciones. La coordinadora técnica de Servicios en la Oficina Regional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para las Américas analizó la situación en la región.
Más calor
Bárbara Tapia Cortés precisó que al 25 de enero 2024, en Chile persistían 81 incendios, de los cuales 6 estaban en observación, 15 eran combatidos, 55 controlados y 5 extinguidos. Se calcula en 1141.56 hectáreas la superficie afectada. De continuar las altas temperaturas, estos focos persistirán e incluso podrían aumentar durante el verano. Mientras, las altas temperaturas mantienen en Colombia. Cerca de 900 municipios se declararon en alerta por el riesgo de incendios forestales.
“Por la influencia de El Niño, se espera que la época de verano en la región pueda presentar registros de temperaturas máximas por sobre los valores normales para la época. Y que también esté presentando acumulados de precipitación por debajo a lo normal. Especialmente en la norte, como en Colombia, Venezuela, Surinam, las Guayanas y algunas zonas de Brasil. Vale recordar que venimos del 2023, que ha sido el año más cálido jamás registrado y es probable que el efecto de calentamiento del actual episodio de El Niño intensifique aún más el calor durante el 2024”, dijo.