Los pequeños de la casa suelen sorprender a los mayores con sus habilidades en el uso de celulares y ordenadores. Herramientas que abren sin límites las puertas al conocimiento y a la curiosidad. El más reciente estudio de Save the Children, alerta que casi 7 de cada 10 adolescentes ven pornografía, a la que acceden por primera vez a los 12 años de edad.
En un mundo tecnológico, en el que la educación afectivo-sexual no siempre está presente en el hogar y y en la relación con la familia, Internet se convierte en docente y consultorio sobre sexualidad y con él, la pornografía, señala la ONG dedicada a los derechos de la niñez.
La adolescencia es una etapa compleja de la vida, en la que culmina la construcción de la identidad, incluida la sexualidad. Y en la que el entorno digital es un espacio más de la realidad de los adolescentes, indica el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia.
Save the Children realizó 1.753 entrevistas a adolescentes para estudiar el consumo de contenidos sexuales y el impacto que tienen en sus relaciones y en su desarrollo integral como personas.
“La tecnología no ha generado la pornografía, pero sí la ha hecho más accesible. La ‘nueva pornografía’ está en auge, es ilimitada, anónima e interactiva. Se convierte en una pieza más de la sexualidad adolescente y puede derivar en conductas de riesgo o nocivas”, indica.
La organización cuenta que se encontró con “una situación inesperada, excepcional y dura para muchas personas. La crisis sanitaria y el confinamiento causados por la COVID-19 han tenido y tienen muchos efectos y los seguirán teniendo a largo plazo. Entre ellos, el aumento del uso de internet y las redes sociales y, por tanto, del número de horas con dispositivos conectados. Esto se traduce en un mayor consumo de materiales pornográficos, tanto por parte de adolescentes como de personas adultas”.
Adolescentes y su acceso a la pornografía
El consumo de pornografía está ampliamente extendido entre los adolescentes españoles. Al mismo tiempo que se han desarrollado y difundido los smartphones y redes sociales, la edad a la que accede esta población por primera vez a la pornografía es cada vez más baja.
El director general de Save the Children, Andrés Conde, advierte que el fácil acceso de los menores a la tecnología está detrás de este adelanto en la edad de inicio. Al menos un 9% ha explorado estos temas antes de cumplir 10 años.
El 62,5% de los adolescentes, entre 13 y 17 años consume porno, aunque con importantes variaciones por sexo. El 39% de las chicas frente al 87,5% de los chicos. La visualización de estos contenidos es, en la mayoría de los casos, individual.
La forma más habitual de llegar hasta el porno es a través de los amigos. Así, en un 51% de los casos se produce a través de fotografías o vídeos de contenido sexual compartidos a través del móvil.
En un 17% de los casos el acceso es accidental y normalmente se produce a través de anuncios en páginas de descargas gratuitas de series o películas. Mientras que un 29% de los adolescentes de entre 13 y 17 años consultados aseguran que buscaron estos contenidos por curiosidad.
El placer, la satisfacción de los instintos, la curiosidad y la búsqueda de referentes son los motivos principales que llevan al consumo de pornografía, un consumo que, en el caso de los varones es “inaceptablemente elevado”: el 82% de los chicos reconoce que lo ve a diario, mientras que ellas lo hacen de forma semanal o mensual.
Normas y entorno familiar
Del amplísimo informe que recoge también temas como violencia de género, incidencia de la pornografía en el desarrollo de los jóvenes y en las preferencias sexuales, está también el papel de la familia.
En general, dice el estudio, “quienes siempre cenan en familia han accedido menos a la pornografía. Tomamos este hábito como indicador de la calidad de la comunicación en el hogar. Pues bien, el 82,1 % de adolescentes que nunca cenan en familia (una forma de medir la comunicación en casa) sí ha visto pornografía en los últimos 30 días”.
Aquellos que nunca han visto pornografía respetan en mayor medida las pautas establecidas en sus casas respecto al uso de Internet, indica la investigación. Y las personas que acceden más de una vez a la semana a estas páginas tienen menos normas en casa, y a la inversa.
Por otro lado, a mayor protección en el hogar, menos probabilidades de realizar prácticas de riesgo.
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