Querida Little Nonnis:
Toda bella desnudez me aniquila. ¡Desnúdate, mujer, y todas mis resistencias se habrán desvanecido! ¡Desnúdate, hombre, y todas las dudas convergerán en mí! Esas alusiones a la desnudez de un anónimo me traen del pasado, al ver tu imagen posando sin ropa —en una de las fotos de Herman Kulkens—, la polémica pintura de Gustave Courbet, El origen del mundo, que exhibe un lindo vientre femenino desnudo donde se exalta el monte de Venus más contrastado y exuberante que jamás contemplé.
En el retrato, el tuyo, rubio, frondoso y angelical, le hace honor al del pintor francés y a su obra, y me recuerda cómo me hice, tardíamente a tu ya proyectada fama en los noventa y a tu desafiante irreverencia, sin lugar a rubor alguno, uno de tus amantes secretos.
El sexo —controversial y todavía tabú en pleno siglo XXI gracias a las religiones, a los prejuicios y a la falta de información y conocimiento de la mayor parte de la humanidad— será un elemento vital de tu vida y uno de los insumos primordiales de tu arte. Un sexo sobre el cual has tenido el control desde tu infancia, cuando inocente mostrabas a tus compañeros la ropa interior en el colegio y después al confrontarlos, gracias a tu profesor de danza, en ambientes desprejuiciados y liberales, donde por primera vez sentiste que encajabas.
La desafortunada muerte de tu madre a los cinco años, de alguna forma te libró de los grilletes que crean las consejas modales del hogar, y las morales y religiosas que se fijan en esa edad, enseñadas por el catolicismo en la escuela y la iglesia con el ánimo de espantar los malos pensamientos y de proteger, resguardar, y hacer ajenos a uno mismo esos territorios del cuerpo cuidados con tanto celo por toda la familia en los primeros años y después.
En otras palabras, te librarían a futuro de la noción de pecado y, en consecuencia, del sentimiento de culpa que tantos estragos produce sobre la psiquis humana para el desarrollo de una vida sexual libre y sana.
Christopher Flynn, por otra parte, tu mentor e instructor de danza, sería en tus propias palabras, dada su inclinación por el ballet, la literatura, la ópera, la música clásica y una vida bohemia, un acicate trascendente en tu inclinación artística. Me conmueves hasta lo sublime cuando confiesas:
El primer ser humano que me hizo sentir bien conmigo misma y especial. Fue la primera persona que me dijo que era hermosa o que tenía algo que ofrecer al mundo y me animó a creer en mis sueños e ir a Nueva York.
La vida como un arte
No pretendo, recordada Little Nonnis, emitir un juicio sobre tu arte. Muchas universidades, unas más calificadas que otras, periódicos, revistas especializadas, académicos de diferentes disciplinas (Madonna Studies) y periodistas duchos en los quehaceres de la industria cultural han escrito, unos superficialmente y otros elaborados ensayos y libros solventes desde el punto de vista de las ciencias sociales, acerca de tus aportes a la cultura y tus desencuentros, para fortuna del mundo libre, con lo establecido.
En mi caso, te comentaré, lo que pienso constituye una de las partes medulares de tu legado, para mí consistente en el arte vivir, en el hecho de asumir la vida con tanta libertad, naturalidad y belleza que por sí sola habla de un ser humano excepcional, agente de cambio perpetuo e inspiración de los sueños de buena parte de la juventud del mundo. Entiendo y proceso tus acciones como un largo camino del individuo para ser y hacer de su sola vida una obra de arte. Por eso, en mi juicio no acepto afiliaciones y clasificaciones impuestas por la crítica, afincadas en prejuicios, en opinión de Heidegger, no otra cosa que oscuridades provenientes del pasado.
Hay una frase que te define y que explica con luces mi intención. Viniendo de ti, le da más sentido a mi propósito: Soy mi propio experimento. Soy mi propia obra de arte. Para a continuación explicar las motivaciones:
Las cosas buenas llegan cuando dejas de necesitar la aprobación de los demás… Hay una vitalidad, una fuerza, una energía que se acelera y se revela a través de ti. Solo existe una en el mundo. Es única y si la bloqueas no podrá existir de ninguna otra forma. Se perderá. No es tu asunto decidir qué tan buena o mala es. Es tu responsabilidad mantenerla viva… Solo tienes que mantenerte alerta a las cosas que te inspiran. Ningún artista está satisfecho. La satisfacción no existe. Solo hay una extraña insatisfacción, intranquila, bendita, divina, que nos mantiene vivos.
En tu caso esa vitalidad, esa fuerza, esa energía, a mi manera de ver y sentir, envuelve la dualidad de una figura irreverentemente femenina y deliciosamente masculina, en posesión de todos sus sentidos, donde se conjugan el misterio de la hembra y la ostentación del macho. Un eros de mujer que esconde, oculta y a su vez insinúa, sugiere, y un ser sugestivamente varonil, que ofrece y enhiesta un deseo, una pasión y una excitación indescifrables, expresados con la misma intensidad por Cowper y Bartolini.
Madonna en la cama me luce el mejor perfil logrado de una personalidad cuyas principales características son la naturalidad y la búsqueda de la verdad. No hay nada en ese documental, incluso tu ironía inteligente, que no se sienta espontáneo, ligero; desde el desprenderte pícaramente de tu sostén y comentar las proporciones de la virilidad de los miembros de tu cuerpo de baile, hasta la sentida celebración del cumpleaños de tu querido padre.
Todo fluye en tus gestos y tus acciones porque no los calculas, no elucubras, tu aura siempre se ve fresca como lechuga recién cortada, por eso no cansas; cualquier gesto, el más improvisado, te sienta bien y captura con agrado la atención del espectador. Luces una mujer singular, de gran carisma, de fuerte personalidad y convicciones tan profundas y tan originales, que has conseguido remover estereotipos acerca de la condición de la mujer y sobre el sexo, cimentados en piedras rocosas hasta ahora inamovibles en gran escala desde el nacimiento de la humanidad.
Por ello te has transformado en un icono del feminismo sin ser genuinamente feminista, icono del movimiento gay sin ser homosexual e icono de la sexualidad sin ser una mujer de vida oscura, todo ello con gran impacto sobre la cultura en general y agente de cambio social permanente, mucho más que la mayoría de revoluciones políticas que han conmovido al mundo, símbolos de atraso, miseria y degradación humana.
Un feminismo en discusión
El movimiento feminista en el mundo tiene múltiples corrientes e interpretaciones. Cada tendencia en cada cultura parece tener sus especificidades y en lo único en que coinciden por fortuna es en el objetivo central: La búsqueda de la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres.
Si esto es básicamente el feminismo, tu música y la puesta en escena, tu personalidad, tu comportamiento y tus discursos constituyen un paradigma estimulante de la mucha influencia del movimiento feminista para el cambio social a nivel mundial, especialmente en lo que respecta a la búsqueda de la posesión, control y disposición del cuerpo femenino con respecto al masculino, asunto que no parece ser entendido por las feministas en Estados Unidos, que mantienen distancias y niveles de agresividad marcados con los hombres, pues los reúnen a todos en la figura patriarcal, con fuerte tendencia a imitar un machismo a la inversa.
En tu caso, amas a los hombres reales y contemplas la belleza masculina en todo su rudo rigor y perfección atlética; cultivas la moda, los maquillajes, la ropa interior femenina; y sigues teniendo en tu padre un referente de autoridad importante, aunque hagas caso omiso de sus consejos cada vez que te reclame porque es inevitable que te masturbes en la escena al ritmo de Like a Virgin.
Tu imagen y tu obra han sido vitales en la noble lucha del movimiento feminista a nivel mundial, principalmente para sacar la discusión del tema del gueto universitario y los departamentos de arte, pero no eres un icono uniforme para ese muy disperso universo, por lo que algunas de sus dirigentes te acusan de hipócrita.
A mi entender, fuiste, con el despliegue de tu arrolladora personalidad y tu arte, un emblema de la feminidad adelantado a la sociedad líquida de hoy, y serás un paradigma importante para las nuevas generaciones y el futuro sobre el tratamiento, seguimiento y lucha de los derechos de las mujeres. En ello va tu juicio que lo confirma: No soy feminista. Soy una humanista.
Líder de minorías discriminadas
Como icono gay, hay una expresión preciosa, dicha por ti, durante la entrega de los Glaad Media Awards, que potencia valorativamente la condición humana sin importar la inclinación sexual, para tus fans, seguidores y admiradores secretos, dentro y fuera de la comunidad de LGBH:
La intolerancia, la homofobia, los crímenes de odio, la intimidación y cualquier forma de discriminación siempre parecen ser una manifestación del miedo a lo desconocido. Si solo nos tomáramos el tiempo para llegar a conocernos unos a otros, haciendo ver tu propia investigación, mirando debajo de la superficie de las cosas, encontraríamos que no somos tan diferentes.
Estas palabras, adorable Madonna, de gran contenido, sin frases rebuscadas ni poses, parecen más bien la opinión de un versado profesor de sociología que de una estrella rutilante del pop-rock, que lleva al centro del debate, esta vez en grandes dimensiones, y mediante la música y coreografías desafiantes y transgresoras, la exaltación del sexo y a su vez en algunas de tus canciones emblemáticas, la defensa de las minorías concentradas en el movimiento LGBH y la reivindicación de sus derechos para recibir un trato igualitario como cualquier ciudadano del mundo libre.
Eres tú, Madonna, quien, mediante tu manera original de ver, sentir, hacer arte y comunicar, de vida heterosexual convertida en matrimonio, en familia, y luego de hacer vida con tres compañeros estables, quien se convierte en una de las más influyentes lideresas en defensa de todas las minorías de finales del XX y principios del XXI.
Este último argumento, querida Madonna, aunque parezca insólito, ha facilitado el ambiente a millones de seres humanos —que en el pasado fueron cómplices con su silencio de los abusos que se cometían contra las minorías sexuales por temor a que se les acusara de poseer una de las inclinaciones perversas de aquellas— para adoptar un discurso más activo y militante en la lucha contra la discriminación. Hoy hay mucha más sensibilidad para reconocer, tolerar y respetar, de parte de los heterosexuales y de los súper machos, a todas aquellas minorías agrupadas en el movimiento LGBTQ+. En ello tu imagen, tus acciones y tu música han tenido significativa importancia.
El sexo para cambiar
Entre las mujeres con fuerte inclinación y pasión por el sexo, como Isadora Duncan en la danza, Joan Crawford en el cine, Anaïs Nin y Lou Salomé en la literatura, ninguna de ellas ha tenido más influencia como agente de cambio, en la cultura popular y entre los jóvenes del mundo, ni por más tiempo que la lograda por ti. Has ayudado a desmontar, en buena medida, la simbología del cuerpo femenino como simple objeto de goce, empoderamiento y propiedad del hombre y a desconstruir tabúes y decadentes nociones machistas y patriarcales.
Son famosas tus expresiones: Mi sexo es el templo de mi aprendizaje. El sexo solo es sucio cuando uno no se lava. Cabe destacar en tu discurso la insistencia que debe poner la mujer en disponer y controlar por sí sola su sexo, independientemente de las condiciones desventajosas en que le toque compartirlo. Lo que hay que aprender es que, si uno juega estos juegos, debe negarse a ser tratada como una cosa, es decir, que te reduzcan a ser un simple objeto sexual.
En otras palabras, hay toda una pedagogía, entendida por algunos sexólogos como una contribución a la educación sexual, sobre todo en el tercer mundo y en Latinoamérica, fundamentalmente en Venezuela, con el segundo índice más elevados de adolescentes en estado de gravidez después de Bolivia.
Son lecciones, muchas de tus convicciones acerca del sexo, tales como: el condón salvo mi vida, y el legado de ayudar a tener claro, al tener posesión del cuerpo, a quién, por qué, como, donde y cuándo —así suene vulgar— abrir las piernas y sus consecuencias; tus juicios sobre el aborto y el hecho de que se trata de una decisión individual donde no debe intervenir el Estado ni autoridad alguna, en los casos que amerite, cuando la legislación del mundo libre lo juzgue pertinente.
El legado musical
Todo arte, pequeña Madonna, por naturaleza transgrede la realidad, y todo creador es un transgresor que por amor a la belleza hace arte para provocar satisfacción en el alma y nuevas imágenes y deseos en la conciencia para estimular a la vida. El artista que marca un hito en la historia del arte, querida amiga, inicialmente subvierte el orden, genera escozor, confusión, molestia, reservas, envidia, por las resistencias que tenemos al cambio, especialmente los espectadores más conservadores, que no logran entender ni procesar los alcances y las dimensiones de tu obra. Esto ha sido así para muchos artistas, sobre todo si su trabajo se enfoca en temas que tocan valores religiosos que incluyen dogmas morales consagrados.
En la música pop rock, querida Madonna, contigo acontece un fenómeno particular, y es el hecho de que eres tu propia corriente. No tienes antecedente y tú lo eres de muchas figuras que imitan o tienen componentes propios de tu estilo. Y aunque las letras de tus canciones aparentan ser simples caramelos de menta, dulces y frescos principalmente para el sentir de los jóvenes, que solo buscan en la adolescencia sanamente cantar, bailar, encontrar un amor y ser felices, también contienen al sumar las coreografías, la puesta en escena y convertirse en videos, una carga explosiva que destruye tabúes que ocultan deseos reprimidos.
Hay periodistas especializados quienes opinan que tus videos eclipsan el contenido de tus composiciones musicales, y yo comparto esa idea; una cosa es la letra de tus canciones más emblemáticas y de más éxito, Like a Virgin, Like a Prayer, Material Girl, La Isla Bonita, Papa don’t Preach, Express Yourself, Vogue, Frozen, y otra, la enorme carga de transgresión y desafío a las convenciones que se expresan en el escenario, lugar en que se mezclan teatro, cabaré, fantasía, circo y cultura burlesque con una multimedia visual de última tecnología, y donde el deseo y la pasión parecen transformar el espectáculo y convertir a tus fans —que enloquecen con tus movimientos eróticos y tus plásticos desplazamientos, originales y limpios— en seguidores de una Diosa secular.
Tomo de tus opiniones:
Mi show no es un show convencional de rock, sí una presentación teatral de mi música. Me gusta el teatro, pues hace preguntas, provoca pensamientos y te lleva a un viaje emocional entre lo oscuro y lo claro. No promulgo a la gente que viva un solo estilo de vida, pero sí ofrezco uno, y ya la audiencia sabrá qué hacer con él.
La letra de Like a Virgin, el álbum que te dio el reconocimiento mundial en 1984 y que logró el primer lugar en Billboard 200, es en apariencia sencilla e inofensiva:
Como una virgen,
tocada por primera vez,
Como una virgen,
cuando tu corazón late,
junto al mío
Como una virgen,
como una virgen,
siento tan bien por dentro.
Cuando me sostienes y tu corazón late,
y me quieres…
Pero se transforma, cuando el ritmo pegajoso y singular de la dulce canción en su performance se vuelve una fiesta erótica, cuando toda la superficie de tu cuerpo; tus muslos, tus nalgas, tus ojos, tus brazos y especialmente tu cintura pélvica, es presa de contorsiones simuladoras de la masturbación, que sacuden los sentidos al gran público, pero por igual los cimientos de la gazmoñería vaticana y de todos los grupos reaccionarios del establishment, real encarnación de la hipocresía y la doble moral.
El mensaje de la canción, Like a Virgin, inspirada en la virginidad, que resulta generalmente dolorosa y traumática la primera vez. Tú la transformas en un ritual para una renovación placentera constante en cada nueva relación o en cada ocasión en la que se hace el amor con la pareja. Detrás de la letra, la sugerencia al sexo femenino: pueden perder la virginidad las veces que quieran con las personas que deseen. Asunto fisiológicamente imposible, pero culturalmente ofensivo y desafiante a la moral de la iglesia y el matrimonio.
Like a Prayer, otro de tus grandes éxitos de 1989, una bonita letra de inspiración religiosa se vuelve una peligrosa amenaza al ponerla en escena. Y esta vez, tu talento creativo y tu característica temeridad tendrá sanciones más severas y proporcionalmente mayor efecto publicitario para tu obra y en consecuencia multiplicación de tus seguidores y más solidez de los lazos de enamoramiento de tus admiradores por ti.
Esta vez serán cinco minutos 37 segundos de éxtasis pop, distribuidos mágicamente, en los que el cuerpo de bailarines y tú despliegan con una deslumbrante escenografía movimientos y gestos sublimes, mezcla de erotismo, símbolo religioso, como los estigmas, cruces en llamas, sueños que simulan hacer el amor a un santo, y denuncia de abusos racistas por parte de policías blancos estadounidenses.
La reacción no tardaría en producirse de parte del reverendo Donald Wildmond, líder de la Asociación de las Familias Americanas, quien dio el paso clásico de los moralistas conservadores cuando se sienten ultrajados: pedir el boicot. Asunto que logra al separar al principal patrocinante del video, Pepsi Cola y sucesivamente a otros. Vendrá de igual forma, lo peor, la excomunión de Juan Pablo II, quien ordena un comunicado que prohíbe tu entrada, la de tu música, y tus imágenes en Italia, por considerar el video Like a Prayer uno de los espectáculos más satánicos de toda la historia de la humanidad.
Resulta risible semejante reacción del máximo representante de Dios en la tierra, de la Iglesia católica, que ve, en una expresión artística genuina y contestataria de arte popular, un acto de sacrilegio de los valores cristianos. A finales del siglo XX sorprende tanta pacatería, tanta frivolidad, tanto sinsentido de una institución que tiene hazañas gloriosas exaltadas en la defensa de valores sagrados de la humanidad. Lamentablemente, ha sido así en la historia del occidente capitalista y cristiano, desde los inicios, con el gran arte y el pequeño arte y con manifestaciones culturales populares, desarrolladas y consagradas con ánimo hedonístico en la vida social.
Es bueno recordar, querida amiga, antecedentes a la censura desde la antigüedad, no solo por parte de la iglesia, sino también de filósofos, académicos y de escritores consagrados. La danza es, sin duda, una de las primeras manifestaciones artísticas, que implica movimientos corporales que evocan y simulan el encuentro sexual. Para Platón solo las personas sin crédito amaban la danza, y Demóstenes, gran político y uno de los oradores más brillantes de Atenas, consideraba el bailar una falta de respeto. Horacio decía que la danza era una de las tantas infamias de Roma y Ovidio pensaba que las salas de baile eran sitios de naufragio del pudor.
En el siglo XIX, el vals fue asunto polémico en Europa, pues eran juzgados de dudosa moral quienes se dejaban envolver por la moda. El Fandango, baile voluptuoso amado por los hispanos, estuvo rigurosamente vetado por la Santa Inquisición En 1875, las bailarinas del Teatro Metropolitano de Nueva York se vieron obligadas a comparecer frente a un juez, acusadas de inmoralidad por interpretar el Can Can, y el celebrado escritor Leopoldo Lugones dijo del tango: No es un baile nacional, como tampoco lo es la prostitución que lo engendra.
Como tu verás, querida Little Nonnis, como diría el poeta Antonio Machado, todo pasa y todo queda, sobre todo si es de calidad y trascendente, como tu vida y tu arte. Has dado lecciones de arrojo y temeridad como nadie. Has empujado hasta el máximo los límites y en cada ocasión has salido más solvente y más depurada. No sé, en mi modesto conocimiento del pop rock, de un ser humano que le haga más honor a esa conjunción —tan necesaria en todos los aspectos de la vida en un mundo cada vez más incoherente, confuso e indescifrable— entre lo que se piensa, se dice y se hace.
Eres la artista que más se parece a su obra. No conozco tampoco un agente de cambio social tan versátil para cambiar y tan auténtica para seguir siendo en esencia la misma. Ni tampoco una mujer que ostente con tanto desplante su inteligencia y la conciencia de sus límites, al afirmar:
Sé que no soy la que mejor canta ni la que mejor baila. Pero no estoy interesada en eso, sino en provocar al público y despertar su conciencia política.
Para mí, amada Madonna, eres una de las versiones más inteligentes, adelantadas y originales de la mujer americana. Han pasado más de tres décadas desde que te descubrí, y a pesar del tiempo, mi amor por ti no se desvanece; por el contrario, crece y crece y aún se desborda como la primera vez que te sentí como una virgen.
Siempre tuyo,
León Sarcos