En 1826 Bolívar escribió a los colombianos desde las riberas del Cauca rumbo a las cumbres del Potosí. Estaba eufórico porque el ejército Libertador había logrado la libertad a dos nuevos pueblos latinoamericanos -además de Colombia y Venezuela- con las banderas tricolores a sus espaldas. Bolívar anuncia su confianza por el voto como magistratura republicana siempre que no se convierta en “mando supremo”, lo cual aborrecía.
La hermandad entre Colombia y Venezuela es ancestral. Hemos sufrido juntos el dolor y la gloria. Siento a Colombia como mi propia patria, no sólo por nuestra alianza histórica y perenne-que derramó sangre de nuestros antepasados en gestas de independencia-sino porque corre por mis venas sangre de vientre granadino. Por eso le escribo a Colombia con la misma pasión que lo hizo El Libertador.
Colombia está a horas de definir su destino de la misma manera como en diciembre de 1998, Venezuela mutiló su futuro al elegir al teniente coronel Hugo Chávez. Un comandante que, violando su juramento militar y la constitución, se levó en armas contra el gobierno democrático de CAP, atentando contra su vida y la de muchos inocentes. Se producía en Venezuela un quiebre histórico sin precedentes en Latinoamérica: el resurgimiento -cual mambises- del jinete con machete.
Errores tras errores, un precipicio insalvable
El 4F-92 comienza la gran tragedia venezolana. Una fractura social, ciudadana, republicana que, al decir de Bolívar, sometió a nuestro pueblo a una magistratura gendarme, cobarde e inmoderada [Carta a los colombianos]. Un evento ruin que profanó nuestro espíritu legal y democrático, desatando innobles reflujos grupales entre boinas y charreteras, secuestrando la vida civilista alcanzada en 40 años de democracia. Un hombre que prometió democracia, respetar la propiedad privada, la inversión extranjera y desterrar la niñez abandonada, que terminó alentando la yanquifobia, el patria [viva Cuba], socialismo y muerte, la mortalidad y la hambruna infantil, más el éxodo.
Mar de fondo y decisión express
Chávez fue encarcelado por rebelión e insubordinación, pero su causa fue sobreseída por Rafael Caldera [1994], quien el 4F [1992], lanza su “Mar de Fondo” ante el Congreso Nacional, una narrativa comprensiva hacia los alzados. Cito:” Debemos reconocerlo, nos duele profundamente, pero es la verdad: no hemos sentido en la clase popular, en el conjunto de venezolanos no políticos y hasta en los militantes de partidos políticos, ese fervor, esa reacción entusiasta, inmediata, decidida, abnegada, dispuesta a todo frente a la amenaza contra el orden constitucional”. Y la historia habló.
La defenestración de Carlos Andrés Pérez [1993], tras el allanamiento de su inmunidad y la decisión express de la CSJ de enjuiciarle, fue una celada antipatriótica de notables enemigos políticos, donde naufragó Pérez [Dixit Mirtha Rivero] y todo el país.
Colombia debe mirar con lupa este accidente histórico. Errores tras errores y falsas retóricas revolucionarias. La guinda de la torta fue la activación de un Referéndum Constituyente no previsto en nuestra constitución de 1961. Una licencia-complaciente y servil-que nos llevó al desastre.
Un pacto con el Foro de Sao Paulo que engalana populismo, lucha de clases, el héroe a caballo y el militarismo, que sirvió de “aceite para freír las cabezas de líderes de AD y Copei”, tal como lo había anunciado el comandante. Un revanchismo peligroso que cabalgó sobre una sociedad ciertamente dolida, confundida y empobrecida, donde Chávez no llegó para redimirla y enseñarla a amar-que era lo noble-sino para dividirla y enseñarla a odiar. ¿Esta cosecha de tempestades es la que desea Colombia?
Expropiar no es democratizar
Venezuela ha aplicado la receta cubana, que no es otra que avivar reflujos y desatar los demonios del resentimiento. Una reforma agraria donde democratizar es expropiar o poner galenos barrio adentro, es adoctrinar. Domesticar la niñez es amansar su estómago y su cabeza, permutando libertad por frijoles y a Dios por Martí. El resto, oscuridad, persecución y borrachera socialista. Millones de hectáreas expropiadas con la bandera de eliminar latifundismo. Ahora los nuevos oligarcas bolivarianos son los grandes señores feudales.
Y lo ha dicho el candidato del «Pacto Histórico»: “No confundir democratizar con expropiar”. Pero después de esa dialéctica, aparece la hecatombe socialista del siglo XXI: miles de industrias cerradas, millones de campesinos y obreros sin tierra ni trabajo, fuga de talentos, de inversiones y justicia radical. Así destruyeron la segunda empresa más rica del mundo [PDVSA], batieron récords de corrupción, desprofesionalizaron nuestras FFAA e instalaron un plan Gramsciano de infiltración cultural continental entre rusos, chinos, cubanos e iraníes, libreto del proyecto Castrista que se instala en América Latina.
Colombia está a tiempo de evitar un salto a la anomia que es la reedición de la tragedia bolivariana que los venezolanos jamás pensamos sería nuestro destino.
Por sus actos los conoceréis
Bolívar en su Carta a los colombianos alertó sobre el peligro de concebir el poder como trono…”Permitidme entonces que os sirva como simple soldado y verdadero republicano, de ciudadano armado en defensa de los valiosos trofeos de nuestras victorias-vuestros derechos”.
Hoy el arma de Colombia es el voto, que es su derecho a ser felices. Permitidme que os hable como verdadero republicano: Votad con inteligencia, sabiduría y patriotismo para que Colombia no pierda todos sus trofeos que son todos sus derechos, como los perdimos los venezolanos. Cuidaros de los discursos tremendistas que lanzan a los cuatro vientos, “no soy comunista no soy socialista”, pero cuyos mesías terminan siendo marxistas-leninistas. Por sus actos los conoceréis… [Mateo 7:16].
Como dijo Francisco de Paula Santander: “Compatriotas: vuestro honor, vuestra felicidad, reclaman imperiosamente vuestra más eficaz cooperación.” Cuidar sus derechos colombianos, cooperar y cuidar su honor que es su verdadera paz. ¡Dios Bendiga a Colombia!