La industria musical presenta una estructura precaria para las mujeres: sueldos muy por debajo de la media nacional, elevada temporalidad, escasas trayectorias profesionales largas, falta de presencia en determinados oficios o altos cargos y rutinas nada alentadoras a la conciliación familiar.
En un momento en el que el porcentaje de mujeres en universidades y escuelas de música es más elevado que el de sus compañeros masculinos, y con unos resultados académicos incluso más brillantes, el número de mujeres en la industria de la música sigue siendo minoritario, sobre todo en ciertos subsectores. Así, se encuentra a muchas mujeres en áreas de marketing y comunicación, pero a pocas en áreas técnicas, prensa o producción. En el caso de cargos directivos la brecha es aún mayor.
El techo de cristal sigue siendo uno de los principales problemas a los que se enfrentan las trabajadoras en su carrera, ya que son muy pocas las que llegan a puestos directivos o de mando: solo un 37% de las empresas de la industria están lideradas por mujeres. En cuanto a las discográficas, apenas un 14% de las compañías independientes cuentan con figuras femeninas en la dirección; mientras que en el caso de las tres grandes multinacionales (Sony, Universal y Warner), las tres presidencias están ocupadas por hombres.
Carmen Zapata es gerente de ASACC (Associació de Sales de Concerts de Catalunya) desde 2006. Desde 2013 es directora artística de Curtcircuit, un ciclo de conciertos anual que tiene como protagonistas la escena local y las casi 80 salas de ASACC en toda Cataluña. Desde 2018 es directora de Club Circuit. Tiene estudios en Derecho y Comunicación y Medios. Es asidua ponente de coloquios y debates especializados de la industria de la música. Para la presidenta de MIM, “la igualdad no existe, hay que crearla con educación, trabajo, y lucha. Ahora más que nunca, las mujeres tienen la formación, cualificación y experiencia que sin embargo sigue sin verse reflejada en nuestro entorno laboral, en los puestos de dirección, en el reconocimiento o los salarios, algo inexplicable y por lo que merece la pena trabajar”.
La pandemia se ha cebado especialmente con el mundo de la industria musical. ¿Se ha incrementado la desigualdad de género en el sector y los obstáculos para superarla?
Por supuesto, cuando en un sector profesional, y ocurre en todos, hay una importante brecha salarial, los cargos que ocupan las mujeres son de menor responsabilidad, con mayor temporalidad y por cuenta propia, más precarizados de manera generalizada, el impacto de una crisis como la que estamos viviendo es mayor.
¿Cómo surge la Asociación de Mujeres de la Industria de la Música y cuán cerca está de su objetivo principal: la disolución cuando se alcance la igualdad?
Surgió en 2016 como resultado de una serie de reuniones espontáneas en varias ciudades del estado después de años viéndonos las mismas profesionales en ferias, jurados y reuniones, madurando y comprobando que no se ampliaba el número de profesionales jóvenes, que el relevo de género era más difícil aún que el generacional y que había que hablarlo y reaccionar. Solo necesitamos dos reuniones organizadas para constituirnos, en apenas dos meses, como asociación con el objetivo de defender la presencia de más mujeres en la industria. La disolución es una utopía motora de nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo.
Discriminación, precariedad y sobrecualificación marcan la realidad de la mujer en la industria musical. ¿Cómo romper el techo de cristal?
Hay maneras. Se necesita voluntad política, compromiso y que el 50% de la población, las mujeres, no aflojemos en nuestras reivindicaciones.
Cumplir la ley de igualdad, seguir legislando para obtener la igualdad real y blindar los derechos conseguidos ante la amenaza de partidos, que ignoran y niegan la desigualdad y la violencia contra las mujeres.
La desigualdad refleja el efecto denominado sticky floor (suelo pegajoso). ¿En qué consiste y cómo superarlo?
El suelo pegajoso es el que te impide avanzar a la misma velocidad que los hombres. Teniendo las mismas o mejores aptitudes, formación y cualificación, el desarrollo profesional es más lento y difícil. Se superará cuando se rompan los estereotipos de género, haya una red pública que permita la conciliación y los cuidados a dependientes, que penalizan principalmente a las mujeres, cuando crear una familia sea responsabilidad de dos, con las consecuentes medidas que debe asumir el Estado y en consecuencia las empresas y cuando la cualificación y los méritos estén por encima de cualquier otro estereotipo.
“Hay trabajos muy asociados a las mujeres porque son los tradicionalmente desempeñados por ellas, hay también una falta de modelos representativos para las mujeres, puesto que, al bajo número de mujeres en las áreas más técnicas, se suma la invisibilización sistemática de las profesionales”
¿Es cierto que el síndrome del impostor lleva a las mujeres a mantener ese techo de cristal?
Sin duda, es un lastre cultural que nos hace dudar de si merecemos estar en puestos de responsabilidad cuando llegamos o a postularnos a ellos incluso. Estamos habituadas a que las mujeres que llegan a puestos de mando o relevancia profesional sean las mejores, se nos educa para ser las mejores, no se nos perdona la normalidad, estar entre la media, esto no ocurre con los hombres, el 70% copa los puestos de responsabilidad del sector cultural y no son los mejores, es estadísticamente un hecho, cuando las mujeres son más del 60% de las universitarias por poner un ejemplo.
Los estudios demuestran que los hombres solo necesitan algo más de un 30% de la capacitación que se requiere para postularse a un puesto de trabajo; las mujeres un 90%. No se nos educa para competir como a los hombres.
¿Fraternidad y sororidad son herramientas necesarias para la igualdad?
Lo son, también, y de una manera indispensable, entre los hombres que comparten nuestros objetivos.
El porcentaje de mujeres en universidades y escuelas de música se incrementa. Sin embargo, no avanza en la industria musical. ¿Por qué?
Creo que se pueden extraer las conclusiones de las preguntas anteriores, pero añadiría que existe una inercia de hombres que contratan hombres, que están acostumbrados a ver a las mujeres en unos roles muy determinados, que “secretarizan” a las que les rodean tengan el cargo que tengan y les cuesta salir de ahí, aunque cada vez hay más empresas de mujeres que trabajan con mujeres. La mayoría son pequeñas, pero no por ello menos importantes.
¿Reserva la industria trabajos ‘feminizados’ y en ciertos subsectores a la mujer impidiendo su acceso a áreas técnicas y de producción?
Hay trabajos muy asociados a las mujeres porque son los tradicionalmente desempeñados por ellas, hay también una falta de modelos representativos para las mujeres, puesto que al bajo número de mujeres en las áreas más técnicas, se suma la invisibilización sistemática de las profesionales. Es muy necesario que las niñas tengan modelos en los que inspirarse para su formación y futuro profesional.
Denuncia el denominado efecto espejo invertido con un porcentaje de 70-30. ¿A qué se refiere?
A que en el sector cultural hay un 70% de trabajadoras con un 30% en las áreas de dirección y toma de decisiones, frente al 30% de trabajadores que copan el 70% de los puestos de dirección, tanto en el sector privado como en el público.
¿No parece una tremenda paradoja que mujeres artistas que claman por la igualdad sostengan su mensaje sobre la discriminación laboral de otras mujeres cuando suben a los escenarios?
No me parece que sea así. Yo estoy rodeada de mujeres artistas que se rodean de equipos de mujeres o mixtos o que quieren ser las jefas de los hombres, cosa tan excepcional cómo legítima.
¿Los estereotipos de género y la exigencia social hacia las mujeres por parte del público también salpican al sector?
Los estereotipos de género salpican a todas las mujeres y, obviamente, es más exigente con aquellas cuyas carreras están expuestas al escrutinio del público y de la prensa.
¿Aumenta la hipersexualización y cosificación de la mujer o se trata de un empoderamiento individual de algunas artistas actuales?
Para responder a esta pregunta necesitamos una publicación especial, es compleja, hay cuestiones generacionales y contextos sociopolíticos que darían para un debate largo y extenso, no libre de controversia.
¿Cómo es posible que siendo las mujeres las grandes consumidoras de cultura, música, teatro, libros, cine y exposiciones, la cultura esté dirigida mayoritariamente por hombres?
Eso digo yo…
La música es una herramienta poderosa de transformación social. ¿Lo puede ser también de empoderamiento para la mujer?
Por supuesto, es necesario que sigamos tomando conciencia de las herramientas que tenemos a nuestro alcance y las usemos para el cambio.
¿De qué manera se puede luchar contra la idea de que lo que hacen las mujeres es solo para mujeres?
La mirada de las mujeres en la cultura, en la sociedad y en la vida son indispensables. Si se revisase la cultura, la ciencia, la política, la historia, en definitiva, y se diese a las mujeres el reconocimiento que no han tenido a lo largo de ella muchas percepciones cambiarían. Si la mitad de la población accediese a obras y contenidos realizados, creados y contados por mujeres ya sería un gran paso porque significaría la visibilidad de ese talento oculto. Cada vez interesa más la otra mitad del punto de vista y del arte.