Su avidez por el conocimiento la hizo, desde muy joven, burlar las fronteras de la venezolanidad para habitar otros países y las aulas de clase de reconocidas universidades. Carlota Pérez se anticipó a su tiempo: viajó, se preparó y es hoy una de las cinco mujeres economistas más influyentes, según la revista Forbes. Académica, investigadora y experta en el impacto social y económico del cambio tecnológico.
En su vasta trayectoria es conocida especialmente por su concepto de cambio de paradigma tecnoeconómico y su teoría sobre grandes oleadas de desarrollo. Desde 2006, Pérez es profesora de Tecnología y Desarrollo Socioeconómico en la Universidad Técnica de Tallin (IIPP-UCL), Estonia. En 2012 recibió la Medalla de Plata Kondratieff de la Fundación Internacional homónima y la Academia Rusa de Ciencias Naturales (RAEN).
Pérez es además, autora de Technological Revolutions and Financial Capital. Allí, presenta una interpretación novedosa de los buenos y malos momentos de la economía. Desde una perspectiva de largo plazo y vinculando tecnología y finanzas de una manera original y convincente
El libro se basa en las teorías de Schumpeter sobre la agrupación de innovaciones para explicar por qué cada revolución tecnológica da lugar a un cambio de paradigma y una ‘nueva economía’. Y cómo estas, ‘explosiones de oportunidades’ centradas en industrias específicas que también conducen a la recurrencia de burbujas financieras.
La actual era, la poscovid, no escapa a retos similares que fueron superados por la humanidad. Guerras y otras epidemias. Esta etapa es dura, su reconstrucción económica y los desafíos ambientales podrían dejar otra vez por fuera a millones de personas. Sin embargo, la doctora Pérez es optimista ante las nuevas realidades.
Carlota Pérez y la reconstrucción económica
“Aun en el marco de la dolorosa transición en la que mundialmente estamos, se están poniendo los cimientos de la nueva era de prosperidad compartida que Carlota Pérez define como economía digital, verde, justa y global”, escribió en Infobae Andrés Pallardo, director del Observatorio del Futuro Universidad Siglo 21.
Es digital, señaló la profesora, por las nuevas posibilidades de creación y distribución de valor que vienen del software y productos y servicio intangibles en general. Verde, por la transformación de procesos y actividades para ser amigables con el ambiente, dando forma a una promisoria y diversa industria ecológica.
También es global, sobre la base de la recreación de instrumentos de comercio, cooperación y financiación que vendrán luego de esta etapa de globalización con resultados asimétricos. Especialmente para financiar la tracción hacia el desarrollo de los países del Sur, a través del dinamismo de la transformación industrial del Norte desarrollado.
Y, finalmente, es justa porque crece la conciencia acerca de que las desigualdades están alcanzando niveles insostenibles y que pueden revertirse con nuevas ideas para compartir más equitativamente los frutos de la abundancia material y tecnológica, sin romper el capitalismo como fuente principal de creación de riqueza.
En su Twitter, la experta precisó: “¡La marea está cambiando! Solo cuando la transición verde reúna a todo el espectro político. De izquierda a derecha, incluido el sector financiero, podremos creer que salvar el planeta tendrá éxito”.
Modelo dual para América Latina
Carlota Pérez es también Centennial Professor de Desarrollo Internacional en la London School of Economics (LSE) e Investigadora afiliada en Cambridge Finance, Universidad de Cambridge. Y profesora honorífica de SPRU (Centro de investigaciones sobre política científica y tecnológica), Universidad de Sussex, en el Reino Unido.
La académica propone un modelo dual para que América Latina encuentre su lugar en el mundo. Por un lado, aproveche masivamente la base en recursos naturales de la región para impulsar una industria de procesos. Y por la otra, una economía local que aproveche y potencie las singularidades de cada localidad, dijo en entrevista a Prodavinci.
Explica que ese paso implica reconocer que ya en China -y en Asia en general- se produce lo esencial de las industrias de fabricación y ensamblaje. Y que tienen una densidad poblacional muchas veces mayor que la nuestra. Por esas dos razones van a necesitar enormes cantidades de materiales y alimentos.
Nosotros tenemos una gran dotación de recursos naturales, tanto agrícolas como forestales, marítimos, energéticos y mineros. Si aprovechamos las tecnologías de la información, más la biotecnología y la nanotecnología, podemos convertirnos en proveedores de todas las variantes especializadas de materiales y alimentos que los actuales mercados globales hipersegmentados requieren.
De hecho, incluso la agricultura orgánica es hoy en día un producto de alto precio. La meta sería cambiar el perfil exportador de la región, moviéndose gradualmente hacia la especialización. Agregando tecnología y disminuyendo el peso de las materias primas brutas. Pero las industrias de procesos usan relativamente poco personal y este tiende a ser muy técnico. Por eso, la otra mitad de esta estrategia dual se orienta a encontrar la vocación productiva de cada rincón del territorio y generar riqueza directamente en el campo y en la ciudad, aprovechando los sistemas de transporte y comercialización apoyados en Internet.
Sustentabilidad ambiental y social
El modelo dual para América Latina tiene otras vertientes. Desde desarrollar tecnologías que permitan rescatar el verdadero sabor de nuestras frutas para exportación –“frutas gourmet”- hasta el turismo de naturaleza. Pasando por múltiples opciones, identificadas o promovidas según las condiciones de cada localidad.
Carlota Pérez advierte que se requerirá financiamiento, educación, acceso universal a internet y apoyo técnico. Y esto no es posible sin una institucionalidad, también dual, destinada a elevar la calidad de vida de la población y apoyar a lo que llama “sectores remolque” en las negociaciones, en la formación del capital humano, la investigación científico-tecnológica. Las patentes y demás condiciones para participar con éxito en la economía global.
Indica que la destrucción que la COVID-19 está causando puede equipararse a la de una guerra. «La reconstrucción no implica regresar a lo que había, sino dar un salto adelante. Todos los países tendrán que decidir hacia dónde van a dirigir sus economías. Es probable, y sería deseable, que la sustentabilidad ambiental sea una de las metas y la sustentabilidad social la otra», añadió.
Anticipó algunos casos de interés que ya despuntan en América Latina. Por ejemplo, el de los brasileños que lograron que la madera del eucalipto funcionara como caoba en dureza y apariencia. Y que otra variedad fuera el material óptimo para hacer papel y una tercera fuera resistente a los hongos y resembrable por clonaje. Cada uno ha tenido éxito exportador, además de impactar positivamente al medio ambiente.
En dimensiones más modestas está el caso de una miel orgánica en Argentina producida por una pequeña empresa. Con 18 socios/empleados que exporta a Europa. Casos de mayor envergadura y tradición, son las exportaciones de flores de Colombia y de frutas de Chile.
Valentía, paciencia y perseverancia
A pesar del amplio espectro en el que se mueve, no pierde detalles de Venezuela y de América Latina, sus avances y retrocesos; las oportunidades que se escaparon y las que no hay que dejar ir. En julio, Carlota Pérez fue la invitada de honor, de la asamblea anual de los empresarios de su país. Entonces señaló que “no ha existido ningún salto al desarrollo sin participación del Estado y sin un sector privado dinámico.
La fórmula para el desarrollo sería: Innovación + educación + Estado + mercado + sector privado + acción concentrada en espacio global”.
Comentó que países como Estados Unidos, Alemania, Japón, Taiwán, China, entre otros, han avanzado en conjunto con el Estado y al mismo tiempo con un sector privado dinámico.
La clave del éxito de las empresas sería reconocer el nuevo contexto y no insistir en el modelo anterior. Armar redes de colaboración con otras empresas dentro y fuera del país (la noción de competencia ya es primitiva). Tratar a todo el personal como socios en el esfuerzo, utilizar inteligentemente a la diáspora, desplegar valentía, paciencia y perseverancia ante la adversidad.
Para la académica es necesario entender las oportunidades y exigencias, y tener en cuenta cómo ha cambiado el mundo en los últimos años. Es decir, la hipersegmentación de los mercados, funcionamiento en redes, cadenas de valor, sistema de innovación. Las empresas especializadas (EPIC), en ese segmento entran en juego las Pymes. Además, la educación es la base del progreso nacional e individual, la globalización, el rumbo verde y socialmente sustentable.
«Las tecnologías de la información, el acceso a Internet es tan importante como el acceso a la electricidad», concluyó.