Días antes de conocerse la reforma a las leyes canónicas que endurecen los castigos contra sacerdotes y laicos acusados de abusos sexuales, el cardenal alemán Reinhard Marx puso su renuncia. El presidente de la Conferencia Episcopal de ese país presentó su dimisión ante el papa Francisco y señaló que la Iglesia Católica había llegado a un «punto muerto».
Marx pidió a Francisco que acepte su renuncia como arzobispo de Múnich y Freising por su «corresponsabilidad en la catástrofe de los abusos sexuales» por parte de representantes de la Iglesia en las últimas décadas.
En una carta dirigida a Francisco, fechada el 21 de mayo, Marx admitió que las investigaciones sobre abusos sexuales han mostrado «mucho fracaso personal y errores administrativos».
La misiva ha sido difundida por la arquidiócesis de esa ciudad al sur de Alemania luego de recibir la autorización del Vaticano. El cardenal señala que con su renuncia quiere mostrar «un signo personal para que se produzca un nuevo comienzo» en la institución.
La abdicación de Marx trasciende después de que el papa anunció el envío de una comisión a Colonia la semana pasada. El propósito de la misión es analizar los cientos de casos de abusos sexuales a menores cometidos en esa arquidiócesis. El prelado ha estado vinculado por años con la organización BDKJ que agrupa a 17 asociaciones juveniles católicas en ese país.
Los términos de la renuncia del cardenal alemán
“Marx es sacerdote desde hace 42 años y y ha sido obispo durante 25. Como miembro del selecto grupo de cardenales que asesoran al papa Francisco tiene poder de decisión. Su decisión no es una táctica espontánea”, afirma Christoph Strack, experto de DW en temas religiosos. Y agrega que “pocas veces se ha visto a Marx tan decidido, tan liberado”.
El cardenal alemán de 67 años puntualiza en su carta de renuncia que las investigaciones que adelantó se centraron en la última década y en lo sucedido en Colonia. Estas averiguaciones demuestran la existencia «también de un fracaso institucional o sistémico».
Sostiene que el debate sobre esta polémica cuestión de los abusos sexuales ha permitido ver «que algunos en la Iglesia no quisieron reconocer la corresponsabilidad, y con ello la culpa, de la Institución. Y se posicionaron así contra cualquier diálogo de reforma y renovación en relación con la crisis de los abusos».
Marx considera además que la Iglesia católica se encuentra en lo que denomina «un punto muerto» y dice que con su renuncia quiere mostrar «un signo personal» para que se produzca «un nuevo comienzo» en la institución. «Quiero mostrar que el puesto no está por delante, sino el encargo del Evangelio», comentó.
En su texto, el clérigo apunta: «Quiero dejar claro que estoy dispuesto a asumir responsabilidades personales. No solo por errores propios, sino por los de la institución de la Iglesia a la que he contribuido y he sido parte por décadas».
¿Un nuevo despertar de la Iglesia?
Marx combinó su decisión con una petición al llamado camino sinodal. En Alemania, este proceso de diálogo no recibe apoyo ni en Colonia, ni en Ratisbona ni en Passau. «Algunos en la Iglesia no quieren reconocer el elemento de la corresponsabilidad y, por lo tanto, tampoco la culpa propia en la institución. Por eso, son hostiles a cualquier reforma y diálogo de renovación en relación con la crisis de abusos sexuales», añade Marx.
En 2018, un reporte encargado por la Iglesia concluyó que al menos 3.677 personas sufrieron abusos por parte de sacerdotes en Alemania entre 1946 y 2014. Más de la mitad de las víctimas tenían 13 años o menos cuando fueron atacadas y casi un tercio eran monaguillos.
A principios de año, otro informe sobre abusos sexuales en la diócesis de Colonia reveló malos manejos de los curas sobre los ataques sexuales. El arzobispo de Hamburgo, un antiguo responsable de la iglesia de Colonia que fue señalado en el informe, ofreció su renuncia al papa y se le concedió un “retiro” de una duración no especificada, reseña AP.
Hasta la fecha, Marx no ha sido implicado en alguna de las investigaciones, pero afirmó que todos los miembros de la jerarquía comparten responsabilidad por las fallas.En su carta de renuncia el cardenal alemán afirmó que su renuncia podría considerarse como “una señal personal para un nuevo inicio. Un nuevo despertar de la Iglesia, no sólo en Alemania”.
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