Se dice que había un franciscano llamado Fray Martín de Valencia que llegó a Xochimilco, en México, con otros misioneros. Un día, el fray inventó un dulce al mezclar la semilla de amaranto con miel. Su sabor entusiasmó tanto a los comensales, indígenas en su mayoría, que comenzaron a brincar y bailar del gusto. Justamente de allí provino la tradición de llamar al amaranto «alegría», por lo que contentos que se sintieron al probar el dulce.
A Manuel Soriano García, investigador en el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México, también le intrigó que el dulce de origen prehispánico recibiera el nombre de «alegría». «Las palabras suelen ocultar una sabiduría revelada a quien esté dispuesto a ver qué hay detrás», explicó. Por eso ahondó en el estudio del amaranto y encontró que posee una particularidad importante: tiene funciones antidepresivas.
Después de estudiar a fondo la semilla, a partir de estructuras tridimensionales de sus proteínas, Soriano García determinó que, entre otras propiedades, contiene altos niveles de triptófano. Un aminoácido esencial que ayuda a sintetizar la serotonina. A partir de esta característica, y tras de un proceso de ensayo y error, logró desarrollar una alternativa a medicamentos como Prozac. Con ventajas importantes: no tiene efectos secundarios, proviene de una fuente natural sostenible y su costo es accesible.
Amaranto como antidepresivo, una alegría hecha realidad
Descubrir las propiedades antidepresivas del amaranto le valió al profesor Manuel Soriano García el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos en 1999. En ese momento también se despertó en él una inquietud. No correr el riesgo de que su hallazgo solo se quedará en el papel de artículos científicos sin posibilidad de ayudar a la gente.
Años después, logró desarrollar cápsulas a partir del amaranto para tratar las afectaciones del ánimo. Ya han sido probadas en cientos de pacientes, algunos en institutos nacionales de Neurología y Psiquiatría, y de acuerdo con la UNAM, ya han sido avaladas por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Antidepresivos contra cápsulas de amaranto
La depresión se asocia con una baja producción de serotonina. Los medicamentos para tratarla, los basados en fluoxetina (Prozac) o paroxetina (Aropax), suelen bloquear los receptores encargados de absorber dicha monoamina, para evitar que el organismo la asimile y desaparezca.
Ante esta situación, Soriano García quiso replantear el problema y con también mostrar la solución. Se planteó entonces propiciar que el cuerpo mismo eleve naturalmente los niveles de serotonina hasta alcanzar un punto aceptable; distinto de lo que hacen «métodos artificiales» enfocados en conservar lo poco que hay. Y la solución la encontró entonces en el triptófano del amaranto, que al catabolizarse crea serotonina e influye en la síntesis y liberación del neurotransmisor.
Tras una estadía en laboratorios de Japón, logró sintetizar y encapsular el aminoácido esencial. El resultado es un producto de nombre comercial AntePro. Que llega para romper con lo que se da con antidepresivos comerciales, que funcionan por saturación y deben transcurrir semanas para que el paciente vea mejorías, aunque con frecuencia presenten efectos secundarios.
«En contraste, nosotros echamos mano de una planta consumida por nuestros antepasados durante milenios, de efecto casi inmediato. Y lo más importante, sin los estragos que acompañan la ingesta de los comprimidos químicos», detalló Soriano García.
La meta: distribuir los productos derivados de sus hallazgos
Antes de que la UNAM funcionara como impulso para los hallazgos de Soriano García o de que surgiera la Coordinación de Innovación y Desarrollo, el profesor se propuso crear una compañía para distribuir productos derivados de sus descubrimientos. Un plan que enfrentaba varios retos. No existía una estructura universitaria para promover estas iniciativas.
Además, los académicos no le guardaban mucha confianza a un científico que quería hacerse de un lugar en el mundo de los negocios. Pero años después el investigador creó una empresa familiar llamada Gastronomía Molecular, que además de AntePro distribuye otros productos. Entre ellos una bebida nutritiva conocida como leche de amaranto, un sumplemento para niños intolerantes a la lactosa o con alergia alimentaria; hidrolizados, para personas con insuficiencia renal o de la tercera edad; barras nutritivas para diabéticos, cremas hidratantes a base de escualeno y aceite de amaranto para reducir el colesterol.
Por sus investigaciones y logros, Manuel Soriano García obtuvo el premio Ciudad Capital Ingeniero Heberto Castillo Martínez en Innovación para Mexicanos Destacados (2012), del Gobierno del Distrito Federal; y Productividad (2014), otorgado por el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) y la Secretaría de Economía.
La semilla y la planta de amaranto
Su semilla tiene características parecidas a las de los cereales, aunque realmente no lo sea. Es una planta de crecimiento rápido con poco agua y una fotosíntesis muy eficiente. En fin, una planta que consume mucho dióxido de carbono y produce mucho oxígeno.
La planta se puede consumir en una variedad de formas. En hojas, se cocinarían de forma similar a unas espinacas. En grano, se pueden añadir a guisos, sopas, legumbres o arroz. También se usan para hacer panes o pueden molerse y con esa harina hacer leche vegetal o usarse en repostería. Incluso pueden hacerse palomitas de amaranto. Para cocer el grano solo se debe lavar y poner una parte de amaranto y dos de agua con sal a fuego medio por 10 minutos.
La composición nutricional del amaranto ha merecido que sea considerado uno de los 36 vegetales con mayor potencial alimenticio para la humanidad por su riqueza en minerales y proteínas. Es una gran fuente de aminoácidos, útil para aumentar el consumo de proteínas de origen vegetal y obtener al mismo tiempo otros nutrientes valiosos. Además, es resistente a la sequía y de gran rendimiento agrícola