Este miércoles Haití despertó con la noticia de que su presidente, Jovenel Moïse, de 53 años de edad, fue asesinado en la madrugada por hombres armados que asaltaron su residencia en Puerto Príncipe. El primer ministro interino, Claude Joseph, que informó el hecho, decretó Estado de sitio por 15 días. Ahora, Haití atraviesa un enorme vacío político que genera más inquietud en una población que lleva meses inconforme y sometida a la disputas entre grupos delincuenciales, empresarios corruptos y operadores políticos inescrupulosos.
“Un grupo de desconocidos, algunos de ellos de habla hispana, atacaron la residencia privada del presidente de la república y así hirieron de muerte al jefe de Estado”, dijo el primer ministro. La primera dama de Haití, Martine Moïse, recibió un disparo en el ataque. Aunque su condición no fue clara de inmediato, la trasladaron a un hospital en Miami, donde permanece a salvo.
Al anunciar el asesinato, Joseph pidió calma a la población. “Busquemos la armonía para avanzar juntos, para que el país no caiga en el caos”, dijo. Ahora, el primer ministro es quien dirige el país. Aunque por ahora no está claro cuánto control tiene o cuánto tiempo podría durar en el poder. Esta misma semana se había programado un nuevo primer ministro para reemplazarlo. Además, el jefe del tribunal más alto de la nación murió de COVID-19 el mes pasado.
Buscando a los culpables
Apenas el pueblo haitiano conoció la noticia, Joseph prometió que la unidad de comando que había llevado a cabo el asesinato sería llevada ante la justicia. Más adelante aseguró que el presidente había sido «cobardemente asesinado», pero que los asesinos «no pueden asesinar sus ideas».
Sobre los asesinos, el comunicado oficial difundido por el Gobierno dice que fue «un grupo de personas no identificadas, que hablaban en español e inglés» quienes asesinaron al presidente de la República. Robenson Geffrard, un reportero del medio local Le Nouvelliste, ha dicho que el ataque estuvo a cargo de un grupo de comando «integrado por elementos extranjeros».
El embajador de Haití en Washington, Bocchit Edmond, ha dicho que quienes asesinaron a Moïse «eran mercenarios profesionales que se hicieron pasar por agentes de Estados Unidos» y que posiblemente ya hayan escapado del país. Además, agregó que «fue un ataque bien planificado». Los asesinos se presentaron en la residencia del mandatario haitiano como agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA), pero su comportamiento no era acorde con el de miembros de la agencia estadounidense, añadió Edmond.
Posteriormente, el secretario de Estado de Comunicación, Frantz Exantus, anunció que los presuntos asesinos del presidente fueron interceptados por la Policía Nacional poco antes del anochecer.
Moïse estuvo en el cargo desde febrero de 2017, cuando los funcionarios electorales en Haití dijeron que había ganado las elecciones de 2016 en la primera ronda, basándose en los resultados preliminares, con una participación electoral estimada del 21%.
Moïse tenía muchos enemigos
Jovenel Moïse no era el más popular ni el más conocido de los presidentes del mundo. En su país lo veían como un gobernante autoritario, los senadores no eran precisamente sus aliados y dentro de su propio partido, el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK), el nombramiento de un primer ministro cercano a él ya le había creado algunos enemigos.
Moïse también era despreciado por un grupo de familias importantes en Haití, entre las que estaban los Vorve. Esta familia estuvo encargada de toda la electricidad del país, antes de que el mandatario los apartase de ese negocio. También se ganó varios adversarios en su búsqueda por controlar la economía del país. A todas estas familias les atribuía constantemente los intentos de golpe de Estado y de magnicidio.
Entre sus enemigos internacionales figura el régimen de Venezuela. Durante el mandato del expresidente Trump en los Estados Unidos, Moïse se enemistó con Nicolás Maduro y su gabinete. Estos respondieron filtrando documentos sobre una supuesta corrupción del presidente haitiano con PetroCaribe.
Hace semanas el expolicía Jimmy Barbecue Cherizier, que lidera una de las bandas violentas más poderosas de Puerto Príncipe, encargadas del negocio del narcotráfico y las armas, utilizó las redes sociales para llamar a tomar el poder de Haití y comenzar una “insurrección de los pobres”.
Meses de inconformidad en el país
Tras el magnicidio, Joseph se refirió a la seguridad de Haití diciendo que todo «estaba bajo el control de la policía y el ejército». Pero los observadores internacionales advirtieron que la situación podría salirse de control rápidamente.
La situación en Haití es delicada. El país está inmerso en medio de una crisis política y social que se ha intensificado desde el pasado febrero. Las bandas armadas vinculadas con el narcotráfico controlan las calles y se dedican a asesinar y secuestrar a todo el que se atraviese. Sin importar si es un niño, anciano o pastor de iglesias. Además de la delincuencia, la pobreza y el hambre también van en aumento.
Haití es la nación más pobre de América Latina. Sus más de 11 millones de habitantes están luchando por alcanzar la estabilidad desde la caída de la dictadura de los Duvalier en 1986. También han tenido que lidiar por muchos años con varios golpes de Estado, algunos incluso fallidos. Sin contar con el terremoto de 2010 que sacudió el país y aún no se ha podido recuperar económicamente. Mientras tanto, el pueblo ha acusado constantemente al Gobierno por enriquecerse sin brindar ni siquiera un óptimo desarrollo de los servicios básicos.
En los últimos meses, miles de manifestantes habían salido a las calles para exigir la destitución de Jovenel Moïse. Se había aferrado al poder, gobernando por decreto durante más de un año. Incluso cuando los líderes opositores, académicos constitucionales y expertos legales, han argumentado que su mandato culminaba legalmente en febrero de 2021, cinco años después de las elecciones de 2016. Sin embargo, Estados Unidos respaldó «con condiciones» la posición de Moïse de que su mandato terminaba en 2022.
La crisis se ha intensificado por la pandemia del coronavirus. El país está totalmente desatendido en materia de salud y los contagios y fallecidos siguen aumentando. En materia de vacunación, Haití es uno de los pocos países del mundo que todavía no han recibido ni una sola dosis del suero contra el patógeno.
Reacciones internacionales
Desde temprano, diversos líderes internacionales se pronunciaron sobre el asesinato de Moïse y han enviado sus condolencias. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, publicó un mensaje en su cuenta Twitter para lamentar lo sucedido y condenar la violencia. «Enviamos nuestras condolencias a familiares y al hermano pueblo haitiano», dijo. En la misma línea se pronunció desde Venezuela, Nicolás Maduro, repudiando el hecho y haciendo «un llamado para abogar porque reine la paz y la estabilidad en Haití».
El jefe de Estado de Colombia, Iván Duque, también manifestó su rechazo al asesinato, considerándolo «un acto cobarde y lleno de barbarie» contra el pueblo haitiano. Los mandatarios de Argentina, México y Jamaica llamaron a la unidad del país.
Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó en Twitter que condena «enérgicamente» el homicidio del presidente Moïse. Mientras que el primer ministro británico Boris Johnson denominó el magnicidio como «un acto abominable» y llamó a la calma en el pueblo haitiano. «Estoy conmocionado y triste por la muerte del presidente Moise», declaró el británico.
Como era de esperarse, República Dominicana informó sobre el cierre de su frontera terrestre con Haití, bajo las órdenes del presidente dominicano, Luis Abinader, quien además, dispuso el refuerzo de la vigilancia en la zona. Los medios locales también aseguran que, tras el asesinato, el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe se mantiene cerrado.
Lea también: