Desde las majestuosas montañas de los Picos de Europa hasta las pintorescas playas de la costa, Cantabria se prolonga hasta el infinito. Joya verde del norte, naturaleza, historia y cultura se entrelazan en un paisaje pródigo en experiencias y aventuras únicas. Su respetuosa quietud, su calma silenciosa y su espíritu abierto delimitan una tierra de contrastes con un corazón indómito y una belleza que cautiva.
Siempre anhelantes de disfrutar tesoros patrios, se alzan nuestros ojos esta vez hacia el norte. Ese norte tan nuestro, deseoso siempre de recibirnos con los brazos abiertos para mostrarnos todas sus maravillas naturales y culturales y, dicho y hecho, preparamos nuestra aventura de altura porque no solo vamos a vivir su entorno, sino que lo vamos a hacer desde un espacio idílico, un hotel que es palacio y a su vez anticuario y lugar ideal como punto de partida o de retiro.
Cantabria es una tierra de contrastes y diversidad que ofrece a sus visitantes una experiencia única donde la tradición y la modernidad se entrelazan en perfecta armonía. Desde la imponente cordillera de los Picos de Europa hasta las playas de arena dorada bañadas por el mar Cantábrico, cada rincón de esta región cautiva con su belleza indómita y su autenticidad.
Nosotros sabemos que hemos acertado en la elección porque ya antes de llegar nos contactan para preguntarnos si necesitamos algo para el viaje o para que la comodidad en nuestros aposentos sea absoluta y esté todo listo a nuestra llegada. Esto sí que es cuidar al cliente con un servicio personalizado como pocas veces habíamos visto. Confiamos nuestra aventura a Mercedes Benz que con su CLE 220 Coupé nos lleva rápido, cómodos y seguros hasta nuestro idílico destino.
La llegada no puede ser más espectacular tras decidirnos por la ruta menos corta atravesando el puerto del Escudo. Los paisajes son un bálsamo para el espíritu que va empezando a acomodarse a esta quietud silenciosa que parece preceder a un satori. Un portón dieciochesco entreabierto hace las veces de recibidor para argumentar un jardín que se despliega frente al edificio principal del palacio.
Blasones y columnas estriadas rematadas por hojas de acanto lucen al brillo del sol de la tarde bañando nuestra retina de belleza recuperada. El piar de los pájaros es la banda sonora que la naturaleza ha querido regalar a este paraje y que calma los sentidos y los prepara porque todo un universo estético se hace sitio al cruzar su arco con escudo que nos dirige al interior. Arañas de importancia que lucen refulgentes alumbrando bustos de mármol, jarrones chinos que reposan sobre baúles de caoba y lienzos del XVIII que atemperan el suelo de piedra oculto en parte por una alfombra persa.
La escalera con león y escudo de armas nos dirige hacia nuestro cuarto, una suite que nos transporta a la placidez de épocas pasadas con óleos, mobiliario y decoración profusa y acertada que nos hace sentir en casa, en esa que a veces tenemos en sueños para asomarnos desde sus ventanas a las vistas privilegiadas sobre el valle. Verdes en distintas tonalidades se multiplican ante nuestros ojos formando un puzle para regocijo de nuestra vista que, junto al olor a nobleza e historia que desprenden muebles, viguería de madera y todos los objetos preciosos que habitan la sala, nos avisan de que será una estancia memorable.
Queremos probar la gastronomía que ofrece y Trastámara, su restaurante único, nos sorprende en principio por su decoración tan acogedora y, después, por la calidad de todo lo que nos proponen, desde el caviar a las croquetas de centollo o la lubina a la sal, y todo servido en vajillas que potencian los sabores que nos acercan cubiertos de plata. Con bodega propia, la oferta de referencias no se queda corta y está muy bien elegida.
Su desayuno se expande por los valles que lo circundan desde un salón con vistas dando acogida a todos los productos que llegan desde sus alrededores y que nos permiten conocer a fondo la gastronomía de la zona, porque pocas veces un Km0 es tan real. Sin duda, disfrutar de este entorno regalo de los dioses desde este palacio regalo del virrey de Perú y posteriormente de los Ceballos es un privilegio vital por el que el buscador de paz y belleza debería pasar. Un regalo de indulgencia para cuerpo y espíritu.
El rey Alberto de Mónaco, Rafa Nadal, Antonio Banderas, Ágatha Ruiz de la Prada o Ricardo Darín han sido algunos de los huéspedes que han podido disfrutar de esta cercana y exclusiva hospitalidad, de este idílico enclave. Salimos a correr y subimos a la cima de Monte Castillo desde donde la panorámica de los valles con el mar como horizonte no tiene precio. Y después nos pusimos en manos de Ana, la terapeuta del spa que hizo que saliéramos flotando después de haber estado tan cerca de las nubes.
Si queréis abandonar el paraíso momentáneamente y conocer los alrededores, aconsejamos Puente Viesgo por sus cuevas rupestres del Monte Castillo y todo lo que le rodea que ofrece unas vistas del valle breathtaking. Otros destinos tan auténticos como poco visitados serían Riocorvo, que es prácticamente una calle empedrada con casas mantenidas en el tiempo con sus balconadas y blasones de encanto cántabro y junto a él encontramos Cartes, otro pueblecito de estilo medieval que se alinea en una calle también, aunque con otra amplitud y unas casas más de piedra con arcadas góticas y una sillería que da fe de su época medieval.
Adentrándonos en los valles pasiegos que están en la parte alta del río Pas, accedemos a una realidad paisajística sin parangón en nuestra península, encontrando pueblecitos con personalidad propia como Villacarriedo, adentrándonos en paisajes de cabañas con lascas y piedras como Selaya, con un perfil de la montaña más cercano en lo que es el fi n de la pradera y el comienzo de la roca caliza.
El Palacio de la Helguera es solo el punto de partida para explorar los tesoros de Cantabria. Desde los encantadores pueblos pasiegos, como es el caso de Liérganes (en la otra página) hasta las impresionantes cuevas rupestres, esta región ofrece una riqueza histórica y natural que no tiene parangón.
Un espectáculo. Si nos hemos quedado con ganas de más, bajaríamos a Liérganes, un pueblo pintoresco que invita a pasear y podrás escuchar la leyenda del hombre pez que nace en la mitología del lugar. Un broche de oro para este recorrido tan atípico como hermoso, fuera de las rutas convencionales y que encantará a todo el que quiera vivirlo.
No nos queremos dejar la Colegiata de Santa Cruz de Castaneda, una de las cuatro que hay en la región y aunque la más conocida es la de Santillana del Mar, esta representación es característica con sus tres ábsides siendo un ejemplo vivo de estilo románico. Arte en vena. Compañero de viaje, el verde te espera.
Entre valles inmemoriales y bosques frondosos se ubica el Palacio de la Helguera. Situado en el tranquilo y bucólico paisaje de los Valles Pasiegos, muy cerca de Puente Viesgo, es mucho más que un simple destino turístico.
El restaurante Trastámara, dirigido por el chef Renzo Orbegoso Hinojosa, ofrece una fusión única de la cocina cántabra y las influencias latinoamericanas. Desde aperitivos de yuca hasta el solomillo Virrey de Perú, cada plato es una obra maestra culinaria.