Por Alicia García de Francisco | Efe
06/09/2016
La estadounidense Ana Lily Amirpour ha presentado en Venecia The Bad Batch, una mezcla de canibalismo, western y romance en un mundo distópico que fue acogido con frialdad y cierto rechazo en Venecia, donde compite por el León de Oro.
‘The Bad Batch’ — Clip 1 from The Playlist on Vimeo.
Ni siquiera su reparto -Suki Waterhouse, Jason Momoa, Keanu Reeves, Jim Carrey o Giovanni Ribisi-, consigue mantener el interés por una historia que aporta poco a las películas postapocalípticas y que, pese a su halo de modernidad o precisamente a causa de él, se centra en la estética y olvida la historia.
«Es una carta de amor a algo americano, amo América, las cosas que amo no son perfectas. Es como un cuento de hadas de acción y aventuras en el desierto», explicó la realizadora en una rueda de prensa en la que tuvo ciertas diferencias de criterio con los periodistas y en la que se perdió en explicaciones vanas.
La acción se desarrolla en un futuro indeterminado, en medio del desierto de Texas, donde hay una comunidad, llamada Comfort, en la que viven los parias de la sociedad, y en otra parte cercana, unos caníbales liderados por un Jason Momoa a lo Khal Drogo en Juego de Tronos.
Una joven, interpretada por Waterhouse, es capturada por los caníbales, que le cortan con una sierra un brazo y una pierna para comérselo a la brasa. Logra escapar y llega a Comfort, un lugar dirigido por El sueño, una especie de líder sectario al que da vida Keanu Reeves.
La violencia está muy presente en una película que no ahorra detalles escabrosos, algo que fue cuestionado por algunos periodistas y que provocó el rechazo de la directora.
«¿Crees que es violencia solo por violencia? ¡Vamos a prohibir la violencia de las películas!», exclamó la realizadora, que se mostró a la defensiva ante las críticas recibidas a su trabajo.
Un proyecto para el que pasó un año de investigación en una comunidad que vive en el desierto de California y cuyos integrantes hicieron de extras en la película. Por eso considera que el desierto tenía que ser como un personaje más de la película, porque es el que determina el extravagante y excesivo comportamiento de las personas que viven ahí.
Desde la manipulación de los demás que caracteriza al personaje de Reeves a la locura del de Ribisi, la violencia del de Momoa o las ganas de sobrevivir de Waterhouse. Entre todos ellos, casi el más cuerdo es el vagabundo que ayuda a todos a su manera, igual que se aprovecha de ellos, y que interpreta de forma muy divertida y sin palabras Jim Carrey.
«Me identifico con todos los personajes en cierta forma», afirmó Amirpour, que asegura que, como ellos, aún intenta averiguar quién es.
Una película que mezcla géneros pero que bebe mucho del western, como reconoció la realizadora. «Me gustan los spaguetti western y los western en general, he crecido viéndolos con mi padre, en cierta manera están en mi ADN», afirmó Amirpour.
Pero también apuntó influencias de lo más diversas, de historias románticas y otras fantásticas. Entre las películas que más le han marcado citó La princesa prometida, La historia interminable o El topo, del chileno Alejandro Jodorowsky.
De todas ellas sale el cine de Amirpour, un western infernal, como lo calificó Waterhouse, que comenzó a preparar su personaje tras ver un documental que le envió la realizadora sobre una niña que vivía en una comuna y que se metió en el mundo de las drogas desde pequeña.
Es la segunda película de esta directora, que se dio a conocer en el festival de Sundance con Una chica vuelve a casa sola de noche, que ella misma calificó de «spaghetti western iraní de vampiros».