Los gobiernos ofrecen paquetes de incentivos (exenciones tributarias de por vida, más vacaciones y facilidades de pago para obtener vivienda o vehículos) pero la tasa natalidad sigue cayendo
El índice promedio de natalidad en el mundo se está frenando e incluso, descendiendo en forma sostenida en muchos países, a pesar de los incentivos que prometen los gobiernos para detener esa escalada. Se han visto propuestas de exenciones tributarias de por vida, aumento en los días de vacaciones y facilidades de pago para obtener vivienda o auto para que las parejas se animen a formar familia o ampliarla. Pero son pocos los resultados. El abordaje de la tasa de fecundidad está siendo incluido en los debates de las campañas electorales.
La caída en los índices de fertilidad significa que casi todos los países podrían ver sus poblaciones reducidas para fines de siglo. Según investigadores del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, se espera que en al menos 23 países, la población se reduzca a la mitad para 2100.
En 1950, por ejemplo, las mujeres tenían en promedio 4,7 niños en su vida. La tasa de fertilidad o el número promedio de niños que da a luz una mujer, está mermando considerablemente. Los expertos afirman que si el número disminuye por debajo de aproximadamente 2,1, el tamaño de la población empezará a desplomarse.
En 2022, Corea del Sur es el país con la tasa de fecundidad total más baja del mundo, con un 0,78. Ese año, la tasa global de fecundidad de la capital, Seúl, fue de 0,57. Esa corriente es seguida por otras naciones. De acuerdo con el estudio de la Universidad de Washington, este número caerá por debajo de 1,7 en los próximos 76 años.
Un mundo sin niños, cae la tasa de natalidad
Esa tasa global de fecundidad esperada en 2100 se ubicará muy por debajo de la tasa mínima (2,1) considerada necesaria para mantener las cifras de población (nivel de reemplazo). Con tasas que caerán a alrededor de 1,2 en Italia y España, y tan bajas como 1,17 en Polonia.
Las tasas de natalidad han estado cayendo en todo el mundo desarrollado desde los años sesenta. Pero el descenso ha afectado a Europa en forma más contundente y acelerada de lo que esperaban los demógrafos. Asimismo, observan un anticipo de la repentina caída de la tasa de fertilidad en Estados Unidos en los últimos años.
Las estadísticas sobre natalidad de Naciones Unidas, Banco Mundial y OCDE, por citar algunas, son curvas en descenso. Es abrumador, sin una línea estable, mucho menos alguna en ascenso. Países europeos, asiáticos, americanos, de alto crecimiento económico y bajo muestran la misma tendencia: una contracción en los índices.
Los gobiernos han ideado campañas y paquetes de incentivos para que las parejas decidan tener niños. Algunos también ofrecen guarderías baratas y tratamientos de fertilidad gratuitos para elevar el nivel de natalidad, pero no ven los frutos deseados.
Estas opciones se han ofrecido a los padres en Europa, una región que está a la vanguardia de la escasez mundial de bebés, reseña Wall Street Journal. La población general de Europa se redujo durante la pandemia y va camino de contraerse en unos 40 millones para 2050, según las estadísticas de las Naciones Unidas.
Incentivos y campañas para animar a las parejas
Las mejoras en el acceso a la anticoncepción moderna y la educación de las niñas y las mujeres están generando descensos generalizados y sostenidos de la fertilidad y de la natalidad en el mundo. La población mundial probablemente alcanzará su punto máximo en 2064 con alrededor de 9.700 millones, y luego disminuirá a unos 8.800 millones en 2100. Unos 2.000 millones menos que algunas estimaciones anteriores.
Muchas naciones están agilizando planes de motivación. En el caso de Europa, dos países europeos dedican más recursos a las familias que casi cualquier otro: Hungría y Noruega. A pesar de sus programas, tienen tasas de fertilidad de 1,5 y 1,4 hijos por mujer, respectivamente. Muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1, el nivel necesario para mantener estable la población.
Tanto Hungría como Noruega gastan más del 3% de su PIB en diferentes enfoques para promover a las familias. Una cantidad mayor que la que gastan en sus ejércitos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Hungría afirma que en los últimos años su gasto en políticas para las familias ha superado el 5% del PIB.
Según el gobierno húngaro, el programa de préstamos para viviendas subvencionadas ha ayudado a casi 250.000 familias a comprar o mejorar sus viviendas. Orsolya Kocsis, de 28 años y trabajadora de recursos humanos, sabe que tener hijos la ayudaría a ella y a su marido a comprar una casa más grande en Budapest. Pero no es suficiente para hacerle cambiar de opinión sobre no querer tener hijos.
“Si dijéramos que vamos a tener dos hijos, prácticamente podríamos comprar una casa nueva ya”, señaló a WSJ. “Moralmente no me sentiría bien por haber traído una vida a este mundo y comprar una casa”.
Primas, subsidios, exoneraciones
La promoción de la procreación, conocida como pronatalismo, es un elemento clave de la agenda populista más amplia del primer ministro Viktor Orbán. La Cumbre Demográfica de Budapest, que se celebra cada dos años en Hungría, se ha convertido en un punto de encuentro para destacados políticos y pensadores conservadores. El ex presentador de Fox News Tucker Carlson y JD Vance, el candidato de Trump a vicepresidente, han elogiado las políticas familiares de Orbán.
Hungría es generosa con las familias que tienen varios hijos o que dan a luz a edades más tempranas. Las familias que se comprometen a tener tres o más hijos pueden obtener más de 150.000 dólares en préstamos subsidiados. Otros beneficios incluyen una exención de por vida de impuestos para las madres con cuatro o más hijos. Y hasta siete días adicionales de vacaciones anuales para ambos padres.
En Noruega, durante la pandemia, la fecundidad aumentó por primera vez en 12 años. Entonces nacieron alrededor de 56.000 niños, unos 3.000 más que el año anterior. Pero ese ascenso duró poco. En el primer trimestre de este año, hubo menos nacimientos que nunca desde que Statistics Norway contabiliza los nacimientos en el país.
En el país nórdico las madres disponen de una baja por maternidad de 47 semanas, percibiendo el 100 % de su sueldo. Con la posibilidad de ampliar este periodo hasta 57, cobrando el 80 %. Las autoridades aportan una dotación económica en forma de ayuda de 125 euros al mes por cada hijo hasta la mayoría de edad.
En busca de generaciones de reemplazo
En China y la mayoría de países asiáticos las medidas de motivación para elevar los nacimientos, son similares. Pagos a nuevos padres, subsidios a la educación gratuita, más guarderías, incentivos fiscales y bajas de maternidad y paternidad más prolongadas.
Revertir la caída de la natalidad se ha convertido en una prioridad nacional entre los gobiernos de todo el mundo. Incluidos los de China y Rusia, donde Vladimir Putin declaró 2024 “el año de la familia”.
En Japón, donde ocurrió un número récord de menos de 800.000 nacimientos en 2023, el primer ministro, Fumio Kishida, prometió duplicar el presupuesto de las políticas vinculadas a los niños desde 74.700 millones de dólares, lo cual es algo más del 2% del PIB del país.
En Estados Unidos, tanto Kamala Harris como Donald Trump se han comprometido a repensar las políticas familiares. Harris quiere ofrecer un bono de 6.000 dólares por bebé. Trump ha propuesto la fertilización in vitro gratuita y deducciones fiscales para los padres.