Caminar, simplemente caminar, evita múltiples afecciones en la edad mediana y mayor. Poner en movimiento músculos, corazón, y mente, activa además la sociabilidad y la interacción con personas y circunstancias. Esta ejercitación siempre viene acuñada por expertos al término de las consultas médicas. Un estudio que tomó diez años de investigación y seguimiento, determinó que caminar 7.000 pasos al día reduce el riesgo de muerte prematura.
Muchos estudios han utilizado la cuantificación de los pasos diarios como una métrica sencilla y fiable de la actividad física. Y han explorado la correlación entre el recuento de pasos diarios y diversos resultados de salud, como la demencia y las enfermedades cardiovasculares.
Este nuevo análisis realizado por científicos estadounidenses y publicado en JAMA Network, evidencia una asociación entre las caminatas, sin distingo de intensidad, y una mejor prevención a eventuales padecimientos. El equipo siguió, durante diez años, a miles de hombres y mujeres de mediana edad, con un promedio de 45 años. El objetivo era estudiar el vínculo entre los pasos que se caminan al día y la mortalidad prematura en personas de esas edades.
Los investigadores monitorearon a 2.110 adultos de entre 38 y 50 años, la mayoría mujeres (57,1%). Y comprobaron que “los participantes que dieron aproximadamente 7.000 pasos al día o más experimentaron tasas de mortalidad más bajas que los participantes que dieron menos de 7.000 pasos al día”. En concreto, el estudio asegura que su riesgo de mortalidad fue “entre un 50% y un 70% menor”.
La Organización Mundial de la Salud señala que el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante es la inactividad física. Alrededor de 5 millones de personas mueren al año por esa razón, según cifras de 2021.
Caminar reduce riesgos de muerte prematura
El estudio, dirigido a pulsar los beneficios de caminar en la disminución de los riesgos de muerte prematura, forma parte de otro más amplio, denominado CARDIA. Más referido al riesgo de arteria coronaria en adultos jóvenes, reseña Nius. Los científicos partían de una cohorte de más de 5.000 pacientes, reclutados en 1985, a los que hacían un seguimiento de 30 años. Pasados 20 años, entre 2005 y 2006, a 2.110 de los participantes les pusieron un acelerómetro. Es decir, un aparato que se coloca en la cadera para contar los pasos y la velocidad. A partir de ahí, iniciaron el seguimiento, y los datos se analizaron entre 2020 y 2021.
“Se lo pusieron durante una semana, y luego, extrapolaron que a lo largo de los diez años de seguimiento iban a hacer una actividad física parecida”, explicó Guillermo Aldama. Cardiólogo del Hospital Universitario de A Coruña que valora el estudio pero pide tomar con cautela sus conclusiones. “Confirma que el sedentarismo es enormemente perjudicial”, pero hay que poner en contexto algunos datos.
Los investigadores comprobaron también que los que caminaban menos tenían más patologías (hipertensos, diabéticos, obesos, personas con cardiopatías). “La gente que caminaba menos estaba más enferma que la que caminaba más. Pero esto nos lleva a una pregunta: ¿Está enferma porque camina menos o camina menos porque está enferma? No hay respuesta a esa pregunta”, inquirió Aldama. “Pero hay que tener en cuenta una cosa: asociación no es causalidad”.
En las conclusiones del estudio, además hay un dato que llama la atención: “No hubo asociación de la intensidad del paso con la mortalidad”, dijeron los investigadores.
¿Pasos a baja o alta intensidad?
Guillermo Aldama emitió una interpretación a las recomendaciones del estudio “No se puede concluir que la intensidad no influya. En la investigación la determinan porque les pusieron a caminar en una cinta y extrapolaron que el resto de los 10 años iban a caminar así”.
El cardiólogo insistió a la publicación que caminar es importante. Pero la intensidad también. Por eso habla de caminar, no pasear: “Que no puedas hablar mientras caminas”. Y explicó que “una cosa es el sedentarismo, otra la actividad, y otra hacer ejercicio. Caminar se convierte en ejercicio físico si la intensidad no te permite hablar. Y eso es lo recomendable”.
Las guías nacionales sobre actividad física recomiendan al menos 150 minutos por semana de actividad física de intensidad moderada o intensa. Basándose en la evidencia científica que respalda la intensidad de la actividad física. Y en esto sí coincide también el cardiólogo.
En su opinión “lo mínimo aconsejable es caminar al menos 150 minutos a la semana. Lo ideal serían 300, es decir, unos 40 minutos al día”. Con todos estos datos sobre la mesa, queda otra pregunta en el aire: ¿Mejor caminar que correr para reducir los riesgos de muerte prematura? “Mejor lo que uno pueda hacer con frecuencia”, indicó. Porque en esto, como en todo, la constancia es importante.
Otro estudio de la Universidad de Kioto (Japón) y la Universidad de California en Los Angeles (Estados Unidos) a un similar universo de personas, durante diez años, pero dando unos 8000 pasos, dio resultados similares.
En esa década de observación se detectaron 439 muertes por diversas causas y 148 muertes atribuidas específicamente a enfermedades cardiovasculares.
Prueba con los mayores
El estudio enfocado igualmente a estudiar los resultados de caminar y su vinculación con el riesgo mayor o menor a la muerte temprana, arrojó los siguientes registros: las personas que daban 8.000 pasos o más de uno a dos días por semana y de tres a siete días por semana presentaban una reducción del 14,9 y el 16,5% del riesgo de mortalidad por todas las causas a diez años, respectivamente. En comparación con las que no lo hacían.
La investigación incluyó a personas de 65 años o más. Y se observó que tenían un 19,9% menos de probabilidades de morir si daban 8.000 pasos una o dos veces por semana. Mientras que los menores de 65 años experimentaban una reducción del 7,4% en el riesgo de muerte.