Por Juan Emilio Ballesteros
10/12/2017
La lucha contra el calentamiento global y el cambio climático, así como su incidencia en las cuentas de resultados de las empresas, tanto de las multinacionales con presencia global como de las corporaciones locales, condicionan cada día más las preferencias de los inversores a la hora de colocar su dinero y obtener rentabilidad. La sostenibilidad y la eficiencia, la movilidad eléctrica y las energías limpias, la transformación digital y la inteligencia artificial son valores a tener en cuenta en la inversión socialmente responsable (ESG por sus iniciales en inglés: environmental, social and governance).empresas
Además de los inversores institucionales, como sucede con los fondos de pensiones y de empleo, que exigen a las compañías la buena gestión y la ética como factor diferencial y valor añadido, los inversores particulares también apuestan por estos condicionantes reputacionales que tienen poco que ver con el riesgo, la rentabilidad o los vaivenes bursátiles y que persiguen más la responsabilidad corporativa y el beneficio social. Muchos de ellos llegan a afirmar incluso que venderían sus fondos en empresas que plantearan algún tipo de incidente medioambiental o cuya ética se viese cuestionada.
Más de un 50% de las empresas reflejarán en sus resultados en los próximos ejercicios la incidencia del cambio climático, que va a condicionar hasta el 20% de sus beneficios. Los analistas deberán estudiar detenidamente el mercado y seleccionar para sus clientes aquellos fondos de renta variable global que enfoquen su estrategia hacia la reducción del impacto de la huella del carbono. Teniendo en cuenta que las nuevas tendencias de inversión se fijan en factores como la sostenibilidad y el futuro medioambiental del planeta, el bienestar social y la tecnología, las áreas de interés para la inversión se moverán en torno a la robótica, la inteligencia artificial, la seguridad cibernética, el agua o la esperanza de vida. Las consecuencias económicas se reflejarán en un incremento del consumo, sobre todo en los países emergentes.
En la actualidad, unos 23 billones de dólares se gestionan en todo el mundo con estos criterios, lo que supone un crecimiento de más de un 25% en los últimos tres años, En España, la mayoría de las compañías del Ibex 35 se fijan todavía más en el buen gobierno corporativo que en los factores éticos o medioambientales, aunque la tendencia está cambiando. Casi la mitad de las empresas está empezando a contemplar estos objetivos en sus estrategias, sobre todo en aquellos sectores industriales que tienen mayor incidencia en actividades relacionadas con el calentamiento global, como la energía, la automoción o la tecnología.
Los inversores institucionales extranjeros reclaman a las compañías españolas del Ibex 35 que contemplen objetivos no financieros y principios de gestión de la diversidad en su política de retribución de los miembros de los consejos de administración. Más del 80% de las compañías ya ha incorporado estos criterios retributivos en su estrategia. La consolidación de la inversión socialmente responsable pasa asimismo por el fortalecimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
El cortoplacismo
Los inversores de todo el mundo prefieren la seguridad a la rentabilidad y desarrollan una baja tolerancia al riesgo. No obstante, también persiguen el beneficio inmediato, un cortoplacismo que actúa en contra de sus intereses pues resulta complicado explicar que lo importante no es precisamente asumir riesgos, sino saber exactamente en qué medida afrontarlos para alcanzar el objetivo financiero. En este sentido, las estrategias flexibles en renta fija y las estrategias de rentabilidad absoluta pueden aportar valor a las carteras y ofrecer diversificación.
A pesar de que la inversión en activos socialmente responsables se ha disparado, en realidad no existen hoy muchas opciones para acceder a estos productos desde la renta fija pues la mayoría de las alternativas se centran en la renta variable. Para invertir de forma sostenible es necesario tener una visión a largo plazo.