Por Carlos Martínez*
05/05/2018
*Presidente de IMF Business School
Como ya sucedió por estas fechas en 2017, la Encuesta de Población Activa (EPA) nos dejó unos datos realmente desastrosos. Hoy, una vez más con la publicación de los datos de desempleados inscritos en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), observamos que han mejorado sensiblemente los datos referentes a nuestro mercado laboral. En cualquier caso, en este punto creo que es necesario recordar la mayor fiabilidad de los datos publicados en EPA, que los registrados en SEPE, ya que la diferencia se basa en que la EPA se trata de una encuesta a más de 60 mil hogares donde se les pregunta por su situación laboral de mayores de 16 años, mientras que el paro registrado son sólo las personas que han decidido darse de alta en las oficinas del SEPE.
El final de la Semana Santa y el comienzo de la temporada turística ha hecho una vez más que los datos del mes de abril vuelvan a ser positivos. Se han empeorado sustancialmente los datos de 2017, pero nos encontramos con el cuarto mejor registro desde que existe serie histórica y con la mayor reducción del paro de un mes de abril sin Semana Santa.
En resumen, nos encontramos con que el número de desempleados ha descendido en más de 86 mil y, sin duda, el mejor dato y más importante, es que el número de afiliados a la Seguridad Social ha aumentado en 176 mil, dejando el número de desempleados en 3.335.000, el mejor dato desde 2009 (desde abril del año 2013 el desempleo se ha reducido en más de 1,7 millones).
Además, el número de cotizantes se eleva por encima de los 18´6 millones, alcanzando niveles de noviembre de 2008.
La mejoría ha llegado a todos los sectores productivos, siendo el más favorecido, en términos absolutos, el sector servicios (-57 mil), seguido del de la construcción, que sigue una lenta pero firme recuperación (-13 mil) y, por último, los de la agricultura y la industria.
En cuanto a la temporalidad, sigue el ascenso de los contratos indefinidos situándose en un 10,7%, lo que supone un aumento del 25% con respecto al mismo mes del año anterior.
A pesar de ciertas alarmas que han surgido estos días avisando de un enfriamiento del sector turístico (por la normalización de la situación política en países como Túnez, Egipto o Turquía), este verano se crearán más de 120 mil puestos de trabajo. No obstante, debemos ser conscientes que, con la estructura que tiene nuestro tejido productivo, y siempre que el motor del empleo sea el sector servicios, la temporalidad será una constante en nuestro mercado laboral.
Una vez más, debemos reflexionar sobre el tipo de empleo que se está creando y no podemos dejar que la temporada estival maquille los datos haciéndonos trampas al solitario. Estos meses muchas personas encuentran empleos inestables, poco cualificados y mal pagados (por eso, siempre se reduce el paro juvenil en los meses de verano). Estamos todavía en mayo, pero las perspectivas de creación de empleo son bastante halagüeñas.
El momento crítico vendrá, una vez más, en el mes de septiembre, una vez que la temporada turística llegue a su fin y, con ella, la destrucción de decenas de miles de contratos. ¿Volverá a pasar este año lo de siempre? Desgraciadamente, todo indica que así será, que seremos incapaces de detener el diente de sierra que, año tras año, castiga a nuestro mercado laboral y que, por extensión, lastra nuestra productividad y nuestra competitividad. Esta falta de productividad y competitividad se ve agravada por el reducido tamaño de las empresas, que, por lo general, generan menos empleo y de menor estabilidad, e invierten menos en capital humano y tecnológico, en innovación y en investigación.
Todo esto hace que la realidad de nuestro mercado laboral sea realmente complicada y sin expectativas de cambio. Parecen males endémicos que se repiten, año tras año y, si a esto, además, añadimos la pérdida de poder adquisitivo de nuestros trabajadores (debido a una congelación salarial que empezó en la crisis y que no hemos conseguido recuperar, y a una inflación positiva que se va consolidando) estamos ante una mezcla claramente preocupante.
Para intentar solucionar todas estas debilidades de nuestro mercado de trabajo se deberían tomar medidas urgentes para favorecer el autoempleo y la creación de empresas, incentivando el crecimiento de las pequeñas a medianas empresas, invirtiendo en ayudas a la innovación y fomentando sectores capaces de crear empleo más estable y cualificado (tecnología, energía, etc.). Sin duda, esto es un trabajo a largo plazo que no permite demora.