El cambio climático y la COVID-19 van tomados de la mano. Su vínculo y sus secuelas resultan difíciles de disociar. Un estudio, refrendado por 120 especialistas de diversas disciplinas, advierte que “ni la emergencia del clima ni la pandemia zoonótica han sido inesperadas y sus efectos serán de alto impacto en los sistemas sanitarios” del mundo.
En el documento, los expertos indican que estas “crisis convergentes” son consecuencia de la actividad humana que provoca la degradación ambiental. Generan pérdidas de vidas que pudieran haber sido evitadas. El problema se acrecienta debido a acciones demoradas, insuficientes o equivocadas. La situación se acentuará de no aplicarse frenos y cambios de rumbo.
Los médicos y académicos observaron en sus análisis que los indicadores que vinculan la salud y el cambio climático empeoraron respecto a años anteriores. Al menos, en los últimos 20 años, creció un 53,7% la mortalidad relacionada con el calor en personas mayores de 65 años, alcanzando un total de 296.000 decesos en 2018.
Mientras, las condiciones climáticas están favoreciendo la transmisión de enfermedades como el dengue, en un 15% más que en los años 50. Además, señalan los científicos, en el último lustro el cambio climático ha sido el causante de 76 inundaciones, sequías, tormentas y alteraciones en la temperatura.
Sin embargo, afirman que estas circunstancias son una oportunidad para mejorar la salud pública. Pueden servir para crear un futuro económico sostenible y proteger mejor los recursos naturales y la biodiversidad restantes del planeta, destaca el estudio, publicado en The Lancet Countdown.
“Las amenazas a la salud humana se están multiplicando e intensificando debido al cambio climático. A no ser que cambiemos de rumbo, nuestros sistemas sanitarios corren el riesgo de verse desbordados en el futuro”, dijo Ian Hamilton, director ejecutivo de The Lancet Countdown.
Sistemas de salud en aprietos ante efectos del cambio climático y la COVID-19
Durante los últimos 5 años, Lancet Countdown on Health and Climate Change ha monitoreado y reportado más de 40 indicadores globales que miden el impacto de nuestro clima cambiante en la salud.
El informe 2020 incluye indicadores novedosos sobre la mortalidad relacionada con el calor, la migración y el desplazamiento de la población. También analiza los espacios verdes urbanos, las dietas bajas en carbono y los costos económicos de la pérdida de capacidad laboral debido al calor extremo.
La amplitud de los indicadores profundiza la comprensión científica de cómo el clima afecta la salud y ejerce presión sobre los sistemas sanitarios. Esto se manifiesta, por ejemplo, en los efectos de la contaminación del aire en la salud, que se manifiesta en el asma y otras afecciones respiratorias. También al acceso limitado a espacios verdes que aumentan los factores de riesgo para las condiciones de salud mental y la vulnerabilidad al calor en personas mayores.
El documento reveló que la mitad de los países encuestados (un centenar) ha redactado planes nacionales de salud y clima. Entre ellos, solo cuatro los han dotado de suficientes fondos. Además, menos de la mitad de naciones realiza evaluaciones sanitarias de vulnerabilidad. Y hasta dos terceras partes de las ciudades encuestadas (545 de 814) prevén que el cambio climático ponga en peligro su infraestructura sanitaria pública.
Soluciones de sostenibilidad para las crisis
Tanto la crisis del cambio climático como la de la COVID-19 ponen en evidencia que las personas más pobres y marginadas de la sociedad -como las poblaciones migrantes y refugiadas-, son siempre las más vulnerables a las crisis. Con respecto al cambio climático, los más afectados por los extremos suelen ser los que menos han contribuido a las causas fundamentales de la crisis.
El informe Countdown refiere que ningún país es inmune a la pérdida evitable de vidas derivada del aumento de las desigualdades. En adición, todos los indicadores del informe siguen una tendencia al empeoramiento.
El clima se ha deslizado de la cima de la agenda global debido a la indiferencia política y la necesidad de lidiar con la inmediatez de la COVID-19. Cinco años después del Acuerdo de París, urge reorientar los intereses en la sostenibilidad. Ofrecer los beneficios colaterales de proteger nuestra salud futura, el medio ambiente y nuestros sistemas planetarios, sugieren los investigadores.
“Se necesita una rápida transición global a fuentes de energía limpia, poniendo fin al dominio absoluto de los combustibles fósiles. Las decisiones que se toman ahora deben abordar ambas crisis juntas para garantizar la respuesta más eficaz a cada una”, concluyeron.
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