La contaminación, el calor extremo y los desastres naturales nos amenazan a todos. Pero el cambio climático afecta especialmente y con mayor incidencia, a las embarazadas y los bebés en sus vientres.
Los fenómenos climáticos intensos, con mayor auge y frecuencia, afectan a las poblaciones más vulnerables. Los pobres, aquellos que carecen de alimentos y de condiciones de vida básicas. También a las futuras madres, con consecuencias tanto para su salud como para el desarrollo del bebé.
Las embarazadas corren un riesgo particular de sobrecalentamiento, a causa de las variaciones hormonales que experimentan durante el período de gestación. Sabrina McCormick, investigadora de la Universidad George Washington dijo que son susceptibles al aumento de la temperatura y a las olas de calor, pues su habilidad termorreguladora está comprometida.
Estas complicaciones pueden afectar la salud materna, fetal, perinatal y postnatal. Además, las secuelas de la exposición al calor en fetos pueden ir desde partos prematuros, bajo peso al nacer y hasta la muerte fetal.
El estudio fue publicado en Journal of Environmental Research and Public Health. McCormick mencionó que estas situaciones se acentúan cuando la embarazada tiene acceso limitado a cuidados prenatales.
Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), evidenció que el calor extremo precipita los partos. Estimaron que anualmente nacen 25.000 niños y niñas prematuros como resultado de la exposición al calor.
Según Alan Barreca, autor principal del estudio, la relación entre altas temperaturas y embarazos más cortos no está totalmente clara. Posiblemente este fenómeno esté relacionado con que los niveles de oxitocina —hormona involucrada en varias etapas del parto— aumentan cuando el cuerpo está caliente. Otra posibilidad es que el calor podría estar agregando estrés al corazón de las mujeres embarazadas.
Incidencias del cambio climático en embarazadas
Las embarazadas se ven a afectadas por el cambio climático y las altas temperaturas. Pero también por la contaminación ambiental.
Según la Organización Mundial de la Salud, nueve de cada 10 personas respiran aire que contiene altos niveles de contaminantes. Algunas áreas, como la Región del Mediterráneo Oriental y el Sudeste Asiático, absorben cinco veces los límites de contaminación recomendados por la OMS. La polución aumenta el riesgo de enfermedad pulmonar y muerte prematura.
Y durante el embarazo, los altos niveles de contaminación del aire pueden causar inflamación sistémica, cambios en la salud cardiopulmonar materna e incluso daño placentario. Las interrupciones importantes en un embarazo como estos se asocian nuevamente con tasas más altas de nacimientos muertos, bajo peso al nacer y nacimientos prematuros.
Incluso antes del embarazo, la contaminación del aire afecta a las embarazadas. Especialmente la contaminación del tráfico vehicular, se ha relacionado con la reducción de la fertilidad y el aumento de los riesgos de abortos espontáneos.
Jonathan Grigg, un experto de la Universidad Queen Mary de Londres dijo que hay «evidencias epidemiológicas muy fuertes de que la exposición de las madres a partículas de polución del aire está asociada con resultados adversos, como el aborto espontáneo».
Agregó que «este es el principio que muestra que hay un ‘mecanismo plausible’ que podría desencadenar esos efectos».
Mientras tanto Andrew Shennan, catedrático de obstetricia en el King’s College de Londres, añadió un elemento de preocupación. «Las partículas pequeñas como las que se desprenden al fumar pueden causar bastantes enfermedades relacionadas con la placenta. Estos nuevos descubrimientos generan preocupación».
Pérdidas de cultivos y desnutrición
Temperaturas extremas y contaminación son características del cambio climático que tienen un alto impacto en las embazadas. También la nutrición de la futura madre.
En 2020, casi el 10 % de la población mundial, más del doble de la población total de EE UU, padecía desnutrición. Incluso aquellos que tienen acceso a los alimentos pero no suficiente. Ese año, una de cada tres personas en el mundo luchó contra la inseguridad alimentaria de manera moderada a grave.
El embarazo tiene un costo importante en el cuerpo, y las necesidades nutricionales solo aumentan a medida que el bebé continúa creciendo. Una combinación potencialmente mortal para quienes ya luchan contra la desnutrición. La falta de suficientes nutrientes puede causar partos prematuros, hemorragias o incluso la muerte de la persona que dio a luz.
A nivel mundial, el cambio climático empeora mucho la desnutrición.
En las últimas tres décadas, los choques climáticos se duplicaron con creces en los países en desarrollo. Destruyendo cultivos, reduciendo los rendimientos y provocando un hambre generalizada.
Las inundaciones y las sequías interrumpen las cadenas de suministro, aniquilan los cultivos y elevan los precios de los alimentos. Incidiendo en la reducción drástica de la disponibilidad de alimentos y la diversidad dietética. Menos diversidad significa menos calorías, menos vitaminas y minerales esenciales y más complicaciones en el parto.
Para 2050, el cambio climático podría causar un aumento adicional del 20 % en la inseguridad alimentaria, lo que conduciría a una peor salud materna a nivel mundial.