Más allá del bullicio de sus bulevares y la convulsa cotidianidad, Los Ángeles muestra paisajes recónditos pocos conocidos, que anidan tesoros naturales. En la costa del norte de California se levantó en la década de los sesenta, un faro de modernismo para habitar o vacacionar. Es un rancho de playa o comunidad utópica, que respeta la espectacularidad de su vista, en equilibrio y armonía con su entorno.
Queda distante de Los Ángeles, a unos 800 kilómetros de camino. Sus habitantes y visitantes aseguran que vale la pena el arduo trecho. Son las “playas más hermosas de California” y se despliegan en la costa de Sonoma-Mendocino. En este pequeño oasis, las olas chocan contra los acantilados de arenisca, las casas modernistas se funden con el paisaje de los bosques de secuoyas. Cada instantánea parece sacada de un libro de cuentos paradisíacos. Su impresionante tranquilidad invita a la meditación.
The Sea Ranch fue diseñado por un grupo de arquitectos. El desarrollo se concibió como una comunidad progresista e inclusiva. Guiada por los principios idealistas de una economía de espacio y armonía con el entorno natural. Su visión urbanística, anticipada seis décadas atrás, se asemeja a la necesidad cada vez más arraigada en estos tiempos, por idear ciudades sostenibles o comunidades ecológicas.
Eventualmente, el área se convirtió en un desarrollo inmobiliario que continúa manteniendo valores utópicos que protegen la belleza de la costa. Uno de sus lemas es «vivir ligeramente en la tierra», inspirado en los indios pomo, los primeros visitantes de Sea Ranch. El refugio modernista fue el tema de una exhibición del Museo de Arte Moderno de San Francisco en 2018. Además de ser reconocido con premios de arquitectura.
Comunidad utópica en la costa de California
Para algunos, el Sea Ranch es un parque arquitectónico idealizado. Para otros, una maravilla de vida sostenible que fusiona la arquitectura con la ecología. Un lugar donde después de meses de vivir en el ritmo acelerado en Los Ángeles, se puede respirar profundamente la brisa fresca del océano en esa fantástica comunidad utópica. Y sumergirse en la belleza de un paraíso rural.
The Sea Ranch fue fundado por el arquitecto Al Boeke y el arquitecto paisajista Lawrence Halprin. Idearon una comunidad de hogares que armonizara con el medio ambiente. “Sin macizos de flores artificiales, respetando totalmente la naturaleza tal cual es”, escribió Halprin en el libro de 2004 “The Sea Ranch”. Los céspedes al estilo de los suburbios “se prohibirían”, insistió, y optó por plantas autóctonas. Y las casas se agruparían en un pueblo, en lotes ampliamente separados, de modo que al menos la mitad de la tierra estaría abierta a la naturaleza.
Halprin también señaló que no habría un «muro de Malibu», refiriéndose a las casas masivas que bordean el acantilado de Malibu. Siguiendo esos planes, Charles Willard Moore, Donlyn Lyndon, William Turnbull y Richard Whitaker de la firma MLTW construyeron el Sea Ranch Lodge y los edificios circundantes. Estableciendo parámetros de diseño e ideas estéticas para el desarrollo de estructuras con entramado de madera.
Los contratos de propiedad o para los visitantes contienen estrictas normas medioambientales. Desde no talar los árboles o lanzar sus desechos al mar, hasta evitar elementos contaminantes del aire y sónicos.
Un núcleo urbano, una sociedad mejor
Los Angeles Times, en una amplia reseña del lugar, destaca lugares de recreación, de prácticas de yoga al aire libre. Así como de sitios donde ofrecen alimentos artesanales y también para alquilar kayaks en Adventure Rents a lo largo de las orillas del río Gualala.
Cerca de allí, Redwood Coast Land Conservancy pronto agregará senderos a través de Mill Bend, un estuario y laguna que es un hábitat para especies amenazadas y en peligro de extinción. Como la trucha arcoíris, el salmón coho y las ranas de patas rojas.
The Sea Ranch se promociona como una ciudad utópica. ¿Pero realmente lo es? En arquitectura se dice ciudad utópica a una civilización imaginaria, una ciudad o mundo perfecto, una sociedad ideal.
La publicación Kronoshomes señala que es muy probable que Platón fuese el primero en diseñar una ciudad utópica. «Sin embargo, no se ocupó de definir al detalle cómo tenían que ser las calles o los edificios de Magnesia. Al contrario, lo importante para él era la relación entre el ser humano y el espacio urbano. Aunque pueda parecernos que su proyecto es más un ejercicio de filosofía que de arquitectura, desde entonces muchos arquitectos han intentado crear su ciudad ideal. Ellos sí hablan de cómo tienen que ser los edificios y el trazado de las calles, pero su intención final es la misma que la del filósofo griego. Generar un hábitat en el que el núcleo urbano ayude a crear una sociedad mejor”, agrega.