Por María Jesús Hernández
La activista y periodista congoleña Caddy Adzuba, que lleva años gritando «el feminicidio» en la República Democrática del Congo, ha participado en el encuentro Women for Change.
Hubo un tiempo en el que confió en la presidencia de la República Democrática del Congo, la Comunidad Internacional, incluso en las resoluciones de la ONU, pero quedó muy lejos. La periodista y activista Caddy Adzuba (Bukavu, 1981) se cansó de llorar, de gritar, de suplicar ayuda… pero no de pelear y denunciar los abusos y violaciones de derechos humanos que mujeres y niños estaban sufriendo en su país. Cuando están a punto de cumplirse dos décadas del inicio del conflicto, se ha convencido de que los únicos que pueden hacer algo son ellos mismos, los congoleños. «No queremos que Occidente nos resuelva el problema, queremos resolverlo nosotros mismos; pero sí esperamos que nos acompañen en la búsqueda de soluciones, y que ese acompañamiento no se haga desde una oficina con su aire acondicionado. Se necesitan decisiones que se ajusten a la realidad del país». Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014, Caddy Adzuba ha participado en el encuentro Women for Change (organizado por la Fundación Esperanza Pertusa de la marca Gioseppo) que destaca a la mujer como motor de cambio en la sociedad.
Enfrentada al Gobierno, al Ejército y amenazada de muerte, ha sido la voz incómoda que ha gritado «el feminicidio» sufrido en la República Democrática del Congo y que ha luchado por la reinserción de estas mujeres en una sociedad que las repudia por ello. Reconoce que el miedo es un sentimiento que la acompaña desde hace años y que constantemente se pregunta: «¿Qué estoy haciendo?, ¿por qué me expongo a todo esto?«. Pero confía en su causa y en una luz al final del túnel, «poco a poco se está notando un cambio en el país; aunque aún hay resistencia, la guerra disminuye».
También cambian las formas de violencia. «De la violación como arma de guerra estamos pasando a violaciones en el ámbito doméstico. Es decir: en la casa de un vecino, de un familiar…». Las cifras son escandalosas. «No hay un mecanismo para contabilizar el número de mujeres que son violadas, pero te puedo asegurar que de cada diez casas que tú visites, en cuatro o cinco, habrá alguien que haya sufrido una violación«. Es en ellas, en las víctimas, donde invierte su esfuerzo y su dinero.
«Tenemos un problema muy grande. Hay muchas organizaciones que trabajan en la sensibilización, pero realmente no hay quien se centre en que esas mujeres tengan un empoderamiento. Que se sientan mujeres, que se puedan reintegrar en la sociedad. Y para esa reintegración en la sociedad hace falta que haya una reintegración económica». Adzuba creó en 2003 una asociación para paliar, en la medida de sus posibilidades, esta carencia.
En los últimos 5 años se ha hecho cargo de 150 mujeres; todas con historias verdaderamente trágicas. Ellas salen del hospital, donde les hacen las primeras cirugías, e inmediatamente se ponen en manos de Caddy. Las ayuda además de psicológicamente y emocionalmente, a través de un sistema de microcréditos para conseguir que tengan autonomía. No es fácil, no es una excepción que sus maridos les roben el dinero.
Como periodista, trabaja en Radio Okapi, emisora de la Misión de Naciones Unidas que emite en todo el país. Con respecto al conflicto, hace balance y se muestra muy crítica con los medios de comunicación: «No se han hecho eco del conflicto en la República Democrática del Congo y es uno de los grandes conflictos de este siglo«; la guerra cuenta millones de muertos y refugiados, pero no ha acaparado portadas ni titulares. Como dato: se trata de uno de los países más ricos en minerales -diamantes y coltán, entre otros-, donde los intereses de países vecinos y multinacionales son vox populi.
«Europa es capitalista y se preocupa de su propio interés. Hablamos de los sirios porque están en territorio europeo, tocan sus intereses; si a los sirios los bombardearan allí y no se movieran, no pasaría nada, nadie hablaría de ellos. En casi todos los países donde hay conflicto, casi todos esos conflictos vienen por los intereses de occidente, y esos intereses no son precisamente los Derechos Humanos«.