Cada persona, de las miles de millones que habitamos el globo, es única. Nisiquiera hermanos gemelos pueden compartir su huella dactilar, por demás exclusiva y sin par de la identidad. Hay otros datos, incluidos en las complejidades del organismo, igualmente sorprendentes. El ser humano posee un olor corporal, que según los especialistas, es su firma química o huella olfativa que lo acompaña y se hace más tenue con los años.
Al respecto se han hecho muchos estudios y ensayos. Pero, el más reciente, es ‘The special scent of age’ (El aroma especial de la edad) del Centro Monell. Pone de manifiesto que el olor corporal varía con la edad, con la dieta y otras circunstancias, como el ciclo menstrual o el estrés.
Debido a que hay olores similares que comparten determinados grupos de personas, se puede reconocer la edad, el sexo o lo que alguien ha comido o bebido, como ajo o alcohol, simplemente a partir de su aroma personal. Sin embargo, cada individuo posee un olor característico: su firma química.
Ahora, de poco sirve el olor si no hay un agudo olfato. A decir de los científicos españoles Laura López-Mascaraque y José Ramón Alonso, en su libro El Olfato, este es uno de los sentidos más desconocidos que hay.
“Pero también es el primero, el más directo, el que más recuerdos evoca y el que más perdura en nuestra memoria”, sostienen. Está controlado por neuronas expuestas al exterior con un sistema de receptores proteicos donde se representa una parte sustancial del genoma humano. Este sentido tan ignorado, es capaz de atraer a una polilla desde enormes distancias y de avisarnos del mal estado de un alimento. También el que nos proporciona el placer de un buen vino” de los aromas del café, chocolate; fragancias de perfumes, flores,
El olor corporal o la firma química
El estudio del Centro Monell detalla cómo se produce el olor corporal, que deviene en esa huella olfativa o firma química.
«Al igual que otros animales, los humanos pueden extraer señales de los olores corporales que nos permiten identificar la edad biológica. Evitar a las personas enfermas, elegir una pareja adecuada. E incluso distinguir a los parientes de los no parientes», dijo el autor principal Johan Lundström, neurocientífico sensorial de Monell.
Revela además que los humanos pueden identificar la edad de otros, basándose en las diferencias en el olor corporal. Y pese a las infinitas combinaciones de los microorganismos que alberga, cada persona tiene su huella olfativa, que perdura por siempre. Aunque pueden alterarse por la dieta, las emociones y la edad.
Está también el llamado ‘olor de las personas mayores’, que los japoneses llaman con cariño ‘kareishu’. Es su olor de siempre pero menos intenso y menos desagradable que los olores corporales de las personas jóvenes y de mediana edad. Pero sin duda alguna que, esa huella olfativa, permite a un perro policía seguir el rastro de un fugitivo y resulta posible, aunque con algunos matices, identificar a una persona a través de su olor.
Además, investigaciones recientes han mostrado que personas con huellas olfativas parecidas también portan genes similares relacionados con proteínas del sistema inmune. Específicamente con el complejo mayor de histocompatibilidad (rama de la Inmunología) y vinculados al olor corporal.
Una explosión de glándulas impulsan los olores
¿Cómo se forma esta huella olfativa o esa firma química que es el olor corporal? “A partir de un complejo cóctel químico que se genera sobre todo en nuestra piel, aunque el aliento también realiza su contribución. Los seres humanos no tenemos glándulas específicas para la formación de aromas, pero los tres tipos principales de glándulas de la piel contribuyen a crear nuestro característico olor personal”, señala el estudio.
Se trata de las glándulas sebáceas, que dan lugar a una secreción aceitosa sobre toda la superficie del cuerpo. Las ecrinas, que secretan el sudor y se concentran en las axilas, la frente y las palmas de manos y pies. Y las glándulas apocrinas, que producen un fluido acuoso y están adosadas a los folículos pilosos. Es decir, la parte de la piel que da crecimiento al cabello, de las axilas, el pubis. Así como en los párpados, los pezones, los oídos, la nariz y de alrededor del ombligo.
La secreción de las primeras glándulas, las sebáceas, contiene muchos ácidos grasos libres y lípidos, que son los principales responsables de nuestra identidad olfatoria, reseña 20minutos. Sin embargo, se cree que son las glándulas apocrinas, especialmente las de las axilas, las que generan la mayor parte del olor corporal.
Estos dos tipos de glándulas empiezan a secretar poco antes de llegar a la pubertad y aumentan su actividad con los cambios hormonales. En las personas de edad avanzada, las glándulas de la piel aumentan la secreción de dos compuestos, el nonenal y el nonanal, que podrían influir en el peculiar “olor a persona mayor”.
Los bebés son capaces de identificar el olor corporal de su madre y viceversa. Al parecer, esto se debe al reconocimiento de una huella olfatoria genéticamente próxima, que es un espejo del genoma olfativo de una persona.
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