Basta con que circule el rumor de una nueva «bulla» para que los mineros ilegales, cual marabuntas humanas, destruyan todo a su paso embriagados por la fiebre del oro sangriento que destruye la Amazonía venezolana
El rumor de una nueva “bulla” encontrada en el estado Bolívar, al sur de Venezuela, atrae a miles de mineros ilegales quienes continúan depredando la Amazonía. Son los efectos de la explotación descontrolada del Arco Minero del Orinoco. La tabla de salvación con la que el régimen de Nicolás Maduro soborna por lealtades.
Hace apenas unos días el periodista Fritz Sánchez alertó en su cuenta en X que había reventado una ‘bulla’ minera en Bosco, zona próxima a la población de El Dorado. En el argot minero, una «bulla» es un descubrimiento de un yacimiento de oro de gran calidad.
El Dorado se encuentra en Venezuela. En términos literales no es el del famoso mito que atrajo a cientos de aventureros a las selvas sudamericanas durante la conquista y colonización del continente sino una población ubicada en el estado Bolívar.
Específicamente en el municipio Sifontes, al sureste de Venezuela. Se sitúa en la confluencia de los ríos Cuyuní y Yuruári. Con una larga tradición de más de 100 años de historia vinculado a la minería del oro. Está enclavada en el famoso Arco Minero del Orinoco.
La bulla de El Dorado
“Degradación ambiental en aumento en el sur del Orinoco- denuncia Fritz Sánchez en su cuenta de X- Revienta ‘bulla’ minera en Bosco, zona próxima a la población de El Dorado. Miles de personas se desplazan al sector de forma descontrolada”.
Fritz Sánchez es un reconocido periodista especializado en medio ambiente y turismo. Autor de la Guía Ecoturística Aventurarse Bolívar. En sus redes sociales ha venido denunciando los estragos que el Arco Minero del Orinoco está ocasionando.
Para respaldar su denuncia adjunta videos en los cuales se observan a cientos de motorizados y personas a pie desplazándose en masa hacia el yacimiento. Donde, según el acostumbrado término de los mineros, hay “bulla” de oro.
“Una situación que denota una absoluta ausencia del Estado y, en paralelo, muestra una realidad social. Una crisis humana compleja donde la ilegalidad se hace cotidianidad, en formas y estilos de vida en torno a una peligrosa cultura minera generalizada”, escribe el periodista.
“Aquí estamos, señores, buscando el cochinito. La multitud de gente es grande”, dice uno de los mineros en tono optimista en los videos. Se estima que alrededor de 20,000 mineros ilegales operan en las zonas protegidas y explotadas por el Arco Minero del Orinoco en Venezuela.
Paga la naturaleza y los indígenas
En Venezuela la extracción del oro se hace a cielo abierto. Es uno de los grandes males de la minería en el país. Desde la llegada del chavismo y, especialmente, gracias a la impunidad consentida por las autoridades locales con el mal llamado “Arco Minero” se ha disparado una minería ilegal, violenta y totalmente depredadora.
Sánchez ha alertado previamente sobre lo que estás ocurriendo en el vasto territorio, en protegido por la legislación venezolana. Según el periodista ya se han devastado y degradado más de 100 mil hectáreas de ecosistemas al Sur del Orinoco por el Arco Minero.
“La vorágine minera al Sur del Orinoco está contaminando, día tras día, más de la mitad del país -geográficamente hablando-, y probablemente también gran parte de la población, sin tener consciencia de ello”.
La ausencia de Estado de Derecho fortalece además las economías ilícitas. En Venezuela el uso del mercurio en la minería está prohibido por ley desde el año 2013. Pero en el Arco Minero se vende a razón de 550 dólares el kilo.
“Ello es una muestra -nada pequeña-, del interés de esta «dirigencia política» por el país y las comunidades que hacen vida en el territorio nacional”, sostiene Sánchez.
La naturaleza y las comunidades indígenas son las que están pagando caro el precio de este tipo de prácticas ilícitas. Según las ONG´s ambientalistas el 83% de la pérdida de cobertura forestal en Venezuela en las últimas décadas está directamente vinculada a la minería del Arco Minero.
“Bulla” mortal
Apenas hace unos meses otra “bulla” del Arco Minero del Orinoco ocupó los titulares de la prensa internacional. El 20 de febrero de 2024 en la localidad de La Paragua, en el estado Bolívar, se produjo la tragedia de Bulla Loca.
El colapso de una mina de extracción de oro dejó al menos 16 muertos, de acuerdo con las cifras oficiales que difundió el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Aunque la versión del alcalde local cifraba las víctimas mortales en 30. Se estima que trabajaban alrededor de 90 mineros en el momento del colapso.
Se trató del tercer derrumbe en esa mina ilegal en menos de seis meses. En noviembre y en diciembre del año pasado hubo otros dos desprendimientos de tierra, que dejaron al menos otros 10 muertos.
Arco Minero del Orinoco
En 2011, con la promesa de un nuevo modelo económico, el gobierno venezolano emprendió un ambicioso proyecto minero en el corazón de la Amazonía: el Arco Minero del Orinoco.
Lo que prometía ser un motor de desarrollo, según el entonces presidente Hugo Chávez, ha devenido en una catástrofe ambiental y social de proporciones inimaginables.
Abarca casi 112,000 kilómetros cuadrados, (12% del territorio nacional). Más espacio que el que ocupan países como Guatemala o Islandia. Cuenta con una gran diversidad de ecosistemas, vegetación exuberante, sabanas y selvas tropicales.
Sus montañas de cima plana, llamadas tepuyes, se encuentran entre las formaciones geológicas más antiguas del mundo en la Tierra, con unos 2 mil millones de años.
Una parte considerable del área se encuentra bajo régimen de protección. Abarca siete parques nacionales, veinte monumentos naturales y tres reservas forestales que incluyen dos reservas de la biósfera.
Alberga la mayor población indígena del país. Son más de 190 comunidades indígenas (cerca de 55,000 personas) que dependen de estos ecosistemas para su subsistencia. Así como 9.400 especies de plantas distintas, de las cuales 2.100 son endémicas.
Lo atraviesan ríos importantes, entre los que destaca el Orinoco, el tercero más caudaloso del mundo y la principal fuente de agua dulce del país. Y el Caroní, que alimenta el principal complejo hidroeléctrico del país. Provee el 70% de la electricidad del país.
También es rica en recursos naturales. Bajo tierra se esconde la segunda reserva de oro más importante del mundo: 4300 toneladas certificadas. Junto al oro, también hay diamantes, coltán y bauxita. Pero es el oro el que más codicia despierta.
Desvergonzadamente inconstitucional
Lo que explica que, en 2016, el presidente Nicolás Maduro promulgara el decreto 2048. Creó la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco vulnerando con la mayor desvergüenza las disposiciones constitucionales.
La Constitución de Venezuela exige realizar consultas previas e informadas a las comunidades indígenas. También estipula que deben hacer estudios previos de evaluación de impacto ambiental y sociocultural. Ninguno de ambos trámites de obligatorio cumplimiento se hizo.
La decisión generó denuncias por parte de diversos actores académicos, sociales, políticos y de la sociedad civil sobre las consecuencias socioambientales del desarrollo del Arco Minero.
Incluso se interpuso un recurso de nulidad ante el Tribunal Supremo de Justicia. Luego de tres años de silencio institucional anunció (como era de esperarse) que el recurso había sido desestimado.
Para Paola Bautista de Alemán, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Rostock y presidenta de la Fundación Juan Germán Roscio de Venezuela, el Arco Minero surgió para aliviar los efectos políticos de la destrucción económica de la «revolución» chavista. En 2016 la situación económica de Venezuela empeoró y amenazó con debilitar la fidelidad de la elite nacional y de la solidaridad autocrática internacional. El apremio obligó al régimen a diversificarse y a profundizar la explotación minera.
“Fue creado para alimentar la lealtad de sus aliados. Sus fines de poder explican la devastación que ha dejado a su paso. La urgencia política apartó cualquier consideración sobre el impacto humano o ambiental. Lejos de buscar el desarrollo integral de la nación, se buscó fortalecer los vínculos que permiten la dominación política, económica y social de esta”.
Muchos y opacos incentivos
El decreto 2048 ofreció incentivos públicos a las corporaciones mineras, como flexibilización legal, simplificación de trámites administrativos, mecanismos de financiamiento privilegiados, régimen especial aduanero con preferencias arancelarias para importaciones y un régimen tributario con exoneración total o parcial del pago de impuestos.
El gobierno invitó a 150 empresas nacionales y transnacionales a firmar memorandos de entendimiento para la exploración, certificación y explotación de minerales. Solo 16 habían suscrito convenios tres años después. Apenas una tiene presencia visible en la zona.
Organizaciones como Transparencia Internacional y grupos ambientalistas han expresado su preocupación por la total opacidad que cubre la explotación y producción de minerales en la zona.
Se carece de información completa y detallada sobre la producción de minerales en la zona. Ni las empresas estatales, ni los ministerios involucrados rinden cuentas. Tampoco lo hace el Banco Central de Venezuela. Entidad que por ley tiene la exclusividad de las transacciones y custodia del oro extraído.
Tierra fértil para los ilícitos
Una investigación de Transparencia Venezuela reveló el entramado de corrupción y violencia que ha convertido esta región amazónica en uno de los epicentros de la minería ilegal más grandes del mundo.
La paralización de Minerven, la empresa estatal encargada de la explotación aurífera creó un vacío de poder que capitalizaron a su favor los grupos criminales. Los cuales ejercen un férreo control sobre las minas, extorsionan a los mineros y controlan las rutas de contrabando del oro hacia el exterior.
Diversas fuentes estiman que entre el 70% y el 90% del oro extraído en la región sale del país de manera clandestina. En operaciones que involucran a funcionarios de alto rango (como las maletas de Delcy Rodríguez en el Aeropuerto de Barajas) y a redes criminales transnacionales.
«Nicolás Maduro y su familia usan la plataforma del Estado, usan el Banco Central de Venezuela para sacar oro del país. Yo llamo a este sistema de gobierno una empresa criminal. Todos contribuyen a la corrupción. Todos son cómplices”, reconoció Manuel Cristopher Figuera, director del Sebin entre 10/2018 y 04/2019.
Contrabando madurado
Según un análisis de una consultora, que utilizó datos del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela y de la ONU, se estima que Venezuela perdió alrededor de 3.008 millones de dólares por contrabando de oro ilegal entre 1998 y 2016.
El año 2016, (cuando Maduro firmó el decreto), el contrabando de oro se disparó. Lo contrabandeado se estima superó los 1.834 millones de dólares. Representa más del 60% del total de las pérdidas en ese período.
El contrabando de oro ha alcanzado cifras alarmantes. Solo en 2018, según la consultora Ecoanalítica, este comercio ilícito representó 2.711 millones de dólares. Luego de esa fecha no hay reportes de ningún tipo. Pero se sabe que se exporta oro y otros minerales a países como China, los Emiratos Árabes Unidos y Turquía.
Oro de sangre
La Misión Internacional Independiente para la Determinación de los Hechos en el Arco Minero del Orinoco, documentó una alta tasa de violencia en la zona entre 2014 y 2022. Con un total de 832 muertes violentas, 237 de ellas atribuidas a la presunta actuación directa de agentes estatales.
Además, se reportaron 96 posibles casos de desapariciones, 107 casos de torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes, y 729 afectaciones contra la libertad cometidas por grupos privados e ilegales.
La Masacre de Tumeremo en 2016 solo fue el inicio de una serie de enfrentamientos entre grupos armados, fuerzas del Estado y mineros ilegales. Desde su creación se han producido 40 eventos violentos en el área destinada a la explotación de materiales estratégicos. Causa desasosiego, luto y conflictos en la sociedad en Bolívar y Amazonas.
La minería ilegal ha atraído a miles de venezolanos en busca de dinero en medio de la crisis económica. Se estima que actualmente hay cerca de 20,000 «mineros ilegales» operando en la zona. Según el medio digital Armando Info desde el espacio los satélites han detectado 3.718 sitios de minería y 42 pistas clandestinas en la Guayana venezolana al servicio de las actividades ilícitas de las bandas delictivas.
Violencia armada
Las fuerzas armadas venezolanas participan activamente en servicios de seguridad privada prestados a los dueños de las minas ilegales, así como en el contrabando de combustible y de minerales.
ONG´s como Fundaredes denunciaron la presenia de la guerrilla colombiana que cobra vacunas a los pequeños mineros y acosa a las comunidades indígenas. Bandas criminales organizan a mineros en «sindicatos» que ocupan lugares que fueron anteriormente asiento de comunidades indígenas.
Son quienes controlan las actividades ilícitas en la zona. Incluyen tráfico de drogas, trata de personas, lavado de dinero, extorsión y contrabando. Se imponen mediante un régimen de terror, utilizando la violencia como herramienta de control y extorsión.
La población indígena, especialmente los pemones y yanomamis, ha sido las principales víctimas de la explotación minera. Sus territorios ancestrales han sido invadidos, sus recursos naturales saqueados y sus derechos violados. Unos 32 líderes indígenas ha sido asesinados.
El mayor crimen
La fiebre del oro en el Arco Minero del Orinoco ha desencadenado una catástrofe ambiental de proporciones épicas. La falta de control estatal y la proliferación de la minería ilegal han llevado a la destrucción de ecosistemas frágiles, contaminación de ríos e intoxicación de comunidades enteras.
Una investigación de Alianza Shorthand revela que la mayoría de los proyectos mineros en la región se llevan a cabo sin los estudios ambientales requeridos por la ley. Un geólogo consultado estima que entre el 95% y el 99% de los proyectos de minería no cumplen con los estudios previos correspondientes.
Según el director de Clima 21, Alejandro Alvarez , lo que está ocurriendo es que abren más y más huecos sin estudios previos. “Creando minas a cielo abierto con aprovechamiento incierto. Me atrevo a decir que el 95% de los proyectos en el Arco Minero responden a un patrón de caos y desorden. En cualquier barranco (minas verticales) se ve un desastre”.
Los desechos de las operaciones mineras son vertidos directamente en los ríos. Afecta las características geoquímicas de las aguas y favorece la acumulación de sedimentos y el aumento de la turbidez del agua.
Su consecuencia directa es la contaminación de los ríos Cuyuní y Yuruari por la actividad aurífera. Un estudio publicado en 2009 encontró niveles altos de fósforo y nitratos en el bajo río Cuyuní, lo que puede estar asociado a contaminación.
La alteración de las propiedades geoquímicas de las aguas puede producir modificaciones del curso de los ríos y la distribución de sustancias tóxicas como el mercurio, combustibles, lubricantes y desechos.
Callao y si agua
Estudios recientes confirman la contaminación del Yuruari con metales pesados como el mercurio. Lo que ha provocado la muerte de la vida acuática y ha puesto en riesgo la salud de las poblaciones locales.
Como es el caso de El Callao. Conocido como uno de los principales centros de explotación de oro en Venezuela y en donde viven unas 30,000 personas. La planta de tratamiento de agua no tiene los equipos para lograr que el agua que reciben del Yuruari en El Callao cumpla con los parámetros químicos.
«No tenemos agua potable desde hace cuatro años”, confiesa su alcalde, Coromoto Lugo. La contaminación por mercurio no se ha medido específicamente en la región, pero los niveles son altos. El último estudio lo hizo la UCV hace 10 años.
La contaminación por mercurio también intoxica el aire. Un estudio de 2012 encontró altas concentraciones de mercurio atmosférico en niños de escuelas cercanas a molinos en El Callao.
La químico investigadora Nereida Carrión, en una presentación en la UCAB Guayana en 2019, precisó que 74% de las escuelas en las que se analizó la concentración de mercurio en el aire de las aulas tenía niveles por encima del valor de referencia permitido. Otro estudio mostró que 41% de la población del centro de El Callao tenía valores de mercurio en orina mayor al tolerable.
Deforestación de la Amazonía
Venezuela es el país de la Amazonía que registra la mayor tendencia de deforestación. Según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), perdió 1.130 millas cuadradas de bosques amazónicos entre 2001 y 2020.
Provita señala que, en las últimas dos décadas, la extensión de la minería en el sur del país se ha duplicado. Los municipios con las mayores extensiones mineras en Bolívar son Angostura, Gran Sabana y Sifontes. Donde la minería ha aumentado de aproximadamente 50 kilómetros cuadrados en 2008 a 160 kilómetros cuadrados en 2020.
De acuerdo al estudio de Provita «Cobertura y uso de la tierra en la Amazonía», se han perdido 2.800 kilómetros cuadrados de bosques en la Amazonía venezolana por estA causa. Una extensión equivalente a tres veces el tamaño de la isla de Margarita.
Deprimente vista satélital
La plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch indica que desde la creación oficial del Arco Minero del Orinoco en 2016 hasta 2021, Bolívar ha perdido 108 mil hectáreas de bosque primario húmedo. Los mayores niveles de pérdida se registraron en 2019 y 2020.
Desde 2002 hasta 2023, se perdieron 268 kha de bosque primario húmedo. Representa el 57% de la pérdida total de cobertura arbórea en el mismo período de tiempo.
La pérdida de cobertura arbórea en Bolívar ha alcanzado las 173 mil hectáreas. El 20% de la pérdida de vegetación desde la creación del Arco Minero se debe a incendios. La perturbación de las selvas amazónicas a causa de la deforestación y los incendios está afectando la capacidad de absorción de dióxido de carbono.
Desde 2000 la pérdida de cobertura arbórea en Bolívar supuesto una disminución del 1.1% y la emisión de 121 millones de toneladas de CO2. La situación en el Arco Minero del Orinoco está agravando las perturbaciones en el bosque tropical más grande del mundo e impacta en el calentamiento global.
La marabunta
En la selva amazónica se encuentra la marabunta. Nombre que se le da a unas voraces hormigas que destruyen todo a su paso. La minería del Arco Minero del Orinoco se le asemeja.
Los miles de mineros ilegales que están destruyendo sin misericordia la Amazonía venezolana, vistos a la distancia son muy similares. Pero hasta las hormigas conocen sus límites y dejan espacio a la regeneración. La voraz minería que salta de “bulla” en “bulla” en las selváticas regiones venezolanas, al parecer no.
Por parte del régimen salvo algunas acciones reactivas, como el cierre de la “Bulla Loca” luego del desastre, no hay ninguna acción para detener el desastre. Una que otra declaración retórica garantizando una “minería ecológica”, que no se aprecia en ninguna parte.
Son los ambientalistas quienes, como el periodista Fritz Sánchez, alertan de los estragos que están haciendo. Con avistamientos de mineros en el Parque Canaima, (Patrimonio de la Humanidad), a pocos metros del Salto Ángel, (la caída de agua más alta del mundo) y sus impunes operaciones en el Parque Nacional Yapacana.
“El Arco Minero es quizás el lado más perverso de la Revolución chavista- apunta Paola Bautista de Alemán- Es la concreción de un sistema de dominación en donde el Estado se ha convertido en una corporación criminal dedicada al saqueo de las riquezas de la nación”.
Una marabunta en forma de proyecto político que atiza a las masas hambrientas y les inyecta la fiebre del oro. Lo compra a precios de hambre y saca por los caminos verdes o en aviones cargados de maletas, y vende a países obsecuentes que no hacen preguntas sobre el origen del oro sangriento. El daño es integral: humano, ambiental e institucional.