La cuestión de Gibraltar ha cobrado más vigencia que nunca. El vía crucis británico del ‘Brexit’ es un atolladero que afecta a todo el viejo continente. Sin embargo, España es uno de los puntos claves durante el proceso, sobre todo por el reclamo histórico sobre el Peñón.
Tras un duro revés diplomático en el mes de noviembre del año pasado, el Gobierno español ha concentrado su fuego de artillería diplomática en pos de los reclamos de cosoberanía ante un Londres convulso y dividido sobre cómo llevar a cabo la separación de Reino Unido de la Unión Europea.
El 184: Todo parecía perdido
El devenir de la disputa por Gibraltar ha tomado relevancia por el ‘Brexit’. La salida del Reino Unido de la UE y, sobre todo, cómo se da esta salida, es de suma importancia para el futuro de Gibraltar y del reclamo español.
▶ @gonzalezpons en @EspejoPublico: «Nos han colado un gol por en medio de las piernas. España había conseguido que Gibraltar no fuera considerado parte del Reino Unido y tener un derecho de veto. Ninguna de las dos cosas están en los documentos jurídicos». #MayESPBrexit pic.twitter.com/vAsrOYypJV
— Partido Popular ?? (@PPopular) 27 de noviembre de 2018
España sufrió un duro revés a finales de 2018 cuando el artículo 184 del Acuerdo de Salida, a ser votado y aceptado por la Unión Europea, sólo contemplaba en las futuras negociaciones territoriales al Reino Unido, el gobierno de Gibraltar y la UE, dejando por fuera a España. Pedro Sánchez, quien se encontraba en Cuba en una visita oficial, amenazó con vetar el acuerdo.
La administración de Sánchez acusó a May de actuar «con nocturnidad y alevosía». Lo cierto es que el Reino Unido había asestado un duro golpe a la diplomacia española y con carácter vinculante. Días después de las amenazas españolas, se consiguió una declaración y compromiso por parte de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, en donde especifica que de ninguna manera será dejado de lado la posición de España con respecto a Gibraltar y Reino Unido.
.@sanchezcastejon «El acuerdo descarta que el artículo 184 sea aplicable al ámbito territorial y así lo reconoce el gobierno británico» pic.twitter.com/3LYLytxLKU
— Telediarios de TVE (@telediario_tve) 24 de noviembre de 2018
No obstante, el desenlace del drama de noviembre –que fue vendido por el Gobierno como un triunfo– fue criticado duramente por la oposición. Y es que dejó un mal sabor de boca porque, más allá de la garantía de las autoridades de la UE, todo quedó en el mismo sitio, con la inamovible postura británica sobre la soberanía del Peñón y con la sensación de que España pudo haber sacado mucho provecho de la situación para retomar de manera efectiva una posición consolidada sobre Gibraltar.
La debacle en Londres
Tanto en la política como en la diplomacia, nada está escrito. Las situaciones de las naciones pueden variar para bien o mal y lo que parece un revés en algún punto, más adelante puede revertirse.
A principios de año May fue vapuleada en el Parlamento ante lo que consideraron como un pobre acuerdo entre la primera ministra y la UE. Asimismo, la Cámara de los Comunes instó a May a volver a Bruselas y modificar el Acuerdo de Salida, pero la UE se encuentra totalmente cerrada a reabrir el acuerdo para negociar nuevamente.
La Cámara de los Comunes rechaza por 230 votos el acuerdo de salida de #May. #ReinoUnido #Brexit #UE pic.twitter.com/L2UZAhdvDF
— CGTN en Español (@cgtnenespanol) 16 de enero de 2019
A todo esto se le suma la terrible y profunda división interna británica, los laboristas y conservadores se pelean sobre cómo llevar a cabo el divorcio e incluso ambos partidos están divididos internamente.
La diplomacia española ha aprovechado el momento y pareciera haber agarrado un segundo aire de oxígeno fresco. El riesgo europeo de enfrentar un ‘Brexit’ duro es muy alto en estos momentos. Bruselas en los últimos días ha mostrado algunas intenciones positivas con May pero han dejado claro que no reabrirán el Acuerdo de Salida.
El último episodio de discordia entre Madrid, Londres y Bruselas estuvo marcado por la catalogación de Gibraltar como “colonia de la Corona británica” si se produce un ‘divorcio’ sin consenso. Esto fue un logro de Exteriores, que aprovecha la situación para meterse de lleno en la lucha por la cosoberanía de Gibraltar, agregando un escollo más al separatismo británico que debe enfrentar la cuestión irlandesa y ahora siente aún más la presión de mantener una cerca unión aduanera con Europa.
Cambio en el tablero
La situación diplomática de España por Gibraltar giró por completo gracias al Brexit. En tiempos pasados, Reino Unido siempre tuvo la ventaja a la hora de aplicar sus exigencias por el Peñón.
En 1982, ya Reino Unido formaba parte del bloque europeo y figuraba como uno de los Estados con mayor influencia, por su gran capacidad económica y estatus de potencia mundial. España entró en la Unión Europea en 1986, un hito histórico y fundamental para el país.
Sin embargo, la diplomacia española tuvo que soportar amargamente las condiciones de entrada que impuso el lobby británico para ingresar al bloque. En consecuencia, ‘La verja’ se abrió con numerosas concesiones por parte del Estado español, se reconoció el estatus británico de la ‘Roca’ cuando Reino Unido obligó a España a garantizar la actividad aérea y flexibilizar los controles aduaneros para que Gibraltar pudiera crecer.
Ahora en el 2019 la historia es diferente, el que sale –y posiblemente por las malas- es Reino Unido y el que está en la posición de exigir es España.
Primeramente, el país logró la capacidad de veto con el Gobierno de Mariano Rajoy, es decir, cualquier tema asociado con Gibraltar debe obligatoriamente pasar por los españoles. Ahora, con el impasse de “la colonia de la Corona británica”, podrían lograrse importantes avances a favor de España en un futuro no muy lejano.
Londres perdió peso, pero muchísimo peso, a la hora de influir en Europa. La UE busca que Reino Unido no salga del bloque poniendo presión a Theresa May a nivel interno. El bloque se ha cerrado a negociaciones profundas y, parte de esa presión, viene dada por España, que ahora cuenta con la derecha del bloque europeo.
En busca de la soberanía compartida
Madrid pareciera querer actuar con cautela en el ámbito europeo. Con la cuestión del 184 amenazó con vetar las intenciones británicas, no lo hizo y, sin duda alguna, se vio como una derrota cuando pudo exigir mucho más.
Sin embargo, en Londres dolió mucho la famosa nota al pie de página que cataloga al Peñón como colonia. Dicho movimiento indica que España no va a soltar así de fácil la lucha por Gibraltar, ya que esa nota podrá ser usada en un futuro para exigir y acentuar el punto clave dentro del reclamo: la soberanía compartida.
Uno de los principales objetivos de la diplomacia española es el de conseguir la cosoberanía del Peñón. El expresidente Mariano Rajoy, antes de abandonar el cargo, ya había puesto sobre la mesa varios puntos importantes.
Quizá el más importante, y que va ligado con la cuestión de la soberanía, es el control compartido del aeropuerto de Gibraltar. El control sobre el aeródromo permitiría la entrada de fuerzas de seguridad españolas que regulen el tránsito, ya que el territorio no forma parte del acuerdo Schengen, el cual permite la libre circulación en parte de Europa.
La diplomacia española, en medio del Brexit, aún no ha exigido de nuevo la discusión sobre el control conjunto del aeropuerto ni de las cuestiones fiscales. Sin embargo, todo indica que luego de la salida de Reino Unido de la UE -que además tiene altas probabilidades de que salga sin acuerdo- España puede tomar la iniciativa y ‘atacar’ con estas exigencias.
Importancia estratégica de cara al futuro
Para Reino Unido, Gibraltar representa un importantísimo bastión militar, allí se encuentran -además del aeropuerto con militares británicos- una base naval y una base de inteligencia.
Los británicos a través de la Roca tienen ojos y oídos en todo lo que pasa por el estrecho, entre el Mediterráneo al océano Atlántico y viceversa. Además, es un gran punto de observación hacia el Magreb y Medio Oriente, lo que cobra una descomunal importancia por la lucha contra el terrorismo islámico.
Asimismo, la base naval funciona como escala de navíos militares e incluso de submarinos con capacidad nuclear. Estados Unidos juega un papel importante, ya que la hermandad histórica con Gran Bretaña hace que la inteligencia militar e instalaciones en el Peñón también sean aprovechadas por los americanos.
El laxo y casi inexistente régimen fiscal -que hace al territorio prácticamente un paraíso fiscal- es otro punto que importa a España. Por allí pasa gran parte del contrabando de tabaco que entra al país, además de otros productos, haciendo a Gibraltar un espacio próspero donde se encuentran miles de empresas registradas pero que operan en España con total libertad.
A pesar del duro escenario que implica batallar por la reclamación soberana, España en estos momentos cuenta una ventaja que probablemente jamás haya tenido en su historia. El Brexit debilita la influencia de Reino Unido en Europa, que cada vez más ve a Madrid como el principal aliado a apoyar ante una salida abrupta de los británicos.
La diplomacia española, si sabe manejar los tiempos y las influencias, podrá utilizar todo lo que ha logrado en un futuro no muy lejano para avanzar en la lucha histórica por Gibraltar.
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