Brasil ha ocupado la atención del mundo durante la crisis sanitaria, por ser un foco creciente de contagios y muertes. Mientras otras naciones flexibilizan las normas de bioseguridad a medida que avanza la vacunación, en ese país no parece haber tregua. Brasil registró 115.228 nuevos casos de la COVID-19 en las últimas 24 horas, la cifra más alta desde que inició la pandemia, para un total de 18.169.881 casos positivos.
Estas cifras preocupantes e incesantes se complementan con otras igualmente alarmantes. Durante esa jornada murieron 2.392 personas hasta sobrepasar la cifra récord de 507.109 decesos.
Brasil, con 212 millones de habitantes, es el segundo país en superar la barrera de los 500.000 muertos, después de Estados Unidos. Con el 2,7% de la población mundial, este gigante suramericano, ha sufrido el 13% de las muertes por la COVID-19 y la pandemia no está disminuyendo.
El último reporte semanal de la Fundación Fiocruz, una entidad de referencia en la investigación médica, Brasil vive una situación «crítica». Con «una meseta (de muertes) elevada y la posibilidad de una agravación en las próximas semanas, con la llegada del invierno» austral.
Un informe elaborado por The Wall Street Journal afirma que, de los 10 países con más alta tasa de defunciones diarias por el virus, 7 están en Suramérica. Entre los 12 países en los que está dividida la región, suman 970.722 muertes por esa causa. Más de un cuarto de los registrados a nivel mundial que se ubican en 3.868.790 según la Universidad Johns Hopkins.
En todo el continente se cuentan hasta la fecha 70.815.310 infecciones y 1.861.798 defunciones, de acuerdo con las cifras de la OMS.
EE UU dona vacunas a Brasil, pero muy pocas
La Casa Blanca planea enviar 25 millones de dosis de vacunas a países de Asia, África y América Latina. A través del mecanismo global Covax, organizado por la ONU, el gobierno de Joe Biden espera distribuir 6 millones de dosis a América Central y del Sur. Otras 7 millones a Asia, incluida la India, la más afectada, y 5 millones a África.
Estados Unidos enviará directamente otros 6 millones de vacunas a lugares como México, Canadá, Corea del Sur y los territorios palestinos. En general, Estados Unidos prevé enviar 75% de sus dosis totales donadas al programa mecanismo global Covax.
De ese total para América Latina, dispondrá de 3 millones de dosis de la vacuna de Johnson & Johnson para Brasil, dijo la Casa Blanca. Brasil acusa las cifras más elevadas de casos durante la pandemia. La entrega estaba prevista para este jueves y serán aplicadas en las capitales del país, informó el ministro de Salud, Marcelo Queiroga.
El cargamento partirá desde Fort Lauderdale, Florida, en un vuelo de Azul Airlines a Campinas, una ciudad en el sureste de Brasil a unos 100 kilómetros (62 millas) de Sao Paulo. Ese país está luchando contra la pandemia con más de 500.000 personas que han fallecido durante la pandemia.
La vacuna J&J de un solo uso se considera muy útil para garantizar tasas de vacunación efectivas en áreas remotas, ya que no requiere una segunda dosis. «La ayuda para la vacuna ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Y vendrá de suministros que están disponibles de inmediato en Estados Unidos», dijo un funcionario de la Casa Blanca.
«Brasil, afectada por el virus en esta pandemia, ha dado la aprobación regulatoria para la vacuna J&J, proporcionando el camino más rápido para obtener una gran cantidad de dosis en el país de inmediato», agregó el funcionario.
Una ayuda con obstáculos
El Fondo Monetario Internacional ha ideado un esquema económico-financiero para ayudar a los países pobres y rescatarlos de los efectos de la pandemia. Emitiría fondos de reserva por valor de 650.000 millones de dólares, creando esencialmente dinero que los países con problemas podrían utilizar para comprar vacunas, financiar la atención sanitaria y pagar la deuda.
Esta medida supondría «potencialmente la mayor asignación de capital desde el final de la Segunda Guerra Mundial», dijo el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner.
Pero los expertos en desarrollo internacional afirman que la mera creación de nuevas reservas tendría un beneficio limitado para los países pobres. A menos que las naciones ricas les transfieran voluntariamente parte de sus tenencias, algo que los funcionarios del FMI están tratando de conseguir.
Se espera que el Directorio Ejecutivo del FMI defina la propuesta durante una reunión el viernes. Antes de remitirla para su aprobación final a su Junta de Gobernadores, compuesta por representantes de los 190 países miembros del Fondo.
El enfoque del FMI no implica dinero, sino los llamados derechos especiales de giro, fondos de reserva que la institución acredita en las cuentas de sus países miembros. Los gobiernos pueden canjear estos DEG por moneda ordinaria, para gastarla según sus necesidades.
Según las normas que rigen el FMI, los países miembros contribuyen a las arcas de la institución, y sus obligaciones están determinadas en gran medida por el tamaño de sus economías, y su poder de voto es proporcional a lo que pagan.
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