Por la crisis sanitaria del coronavirus, las emisiones de carbono disminuyeron en todo el mundo en 2020. No obstante, cuando observamos las cifras de cada país notamos que Brasil fue la excepción. Cuando en China y Estados Unidos, los mayores emisores de gases del planeta, se observó un deceso importante, Brasil registró cifras alarmantes. Superiores a las de 2019. La causa fue la deforestación y la quema de la selva de la Amazonia, indica un estudio del Observatorio del Clima.
Los datos del Sistema de Estimación de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, constataron que mientras el mundo redujo la contaminación ambiental un 7%, Brasil la aumentó en un 9%. La alta deforestación del año pasado, especialmente en la Amazonía, «puso a Brasil en contra del planeta y lo dejó en desventaja en el Acuerdo de París». En 2020, Brasil emitió más de 2.160 millones de toneladas de dióxido de carbono brutas, frente a las 1.970 000 en 2019. Lo más grave no es que la cifra sea superior a la del año anterior, sino que es la mayor desde el año 2006
Países intentan alcanzar las cero emisiones para 2050
El mundo intenta avanzar hacia la reducción de emisiones. En la COP26, que se celebra en Glasgow, más de 100 países se han comprometido a cumplir los objetivos para 2050. Mientras tanto, el país sudamericano que abarca un 61% de la Amazonía, que tiene el compromiso de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, hace caso omiso y continúa aumentando su generación de gases de efecto invernaderos.
La deforestación en la Amazonía en 2020 alcanzó 10.851 km², según datos del Programa de Descontaminación de Cuencas Hidrográficas. Brasil ha incumplido su responsabilidad en las eliminaciones de carbono, especialmente en los bosques en proceso de recuperación o regeneración.
Como la mayoría de los países, en Brasil bajaron las emisiones vinculadas al sector de la energía. Cayó a los niveles de 2011 debido a la reducción de la producción industrial y del tráfico aéreo en los primeros meses de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, la baja fue neutralizada por una pronunciada alza de emisiones derivadas de deforestación para los “cambios en el uso de la tierra”. La selva pasa a ser sabana para la cría de ganado y el cultivo de soja, su alimento.
El Observatorio del Clima considera que el aumento de la deforestación se debe a las políticas del gobierno. Desde 2019, cuando Jair Bolsonaro asumió el poder, la Amazonía pierde unos 10.000 km² de bosque al año, frente a unos 6.500 km² en la década anterior.
Brasil el mayor contaminante durante la pandemia
«Brasil ha logrado la proeza de ser el único país que contaminó más durante el primer año de la pandemia, un fuerte golpe en la imagen internacional del país», dijo Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima. Bolsonaro no asiste a la COP26 porque «todo el mundo le tiraría piedras», habría declarado del vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao.
El equipo que asistió a la cumbre del clima para sustituir a Bolsonaro se comprometió a poner fin a la deforestación en la próxima década. Pero si una pandemia debilitante no logró frenar la deforestación, los científicos ven lejano que puedan cumplir el nuevo objetivo, por lo menos no bajo la dirección de Bolsonaro, que ha exhortado repetidamente a desarrollar el bosque y socavarlo.
“Cuando el jefe del Estado, el hombre más poderoso del país, le dice a la gente que deforeste, que ilegal hoy será legal mañana, es muy difícil”, dijo Raoni Rajão, uno de los principales investigadores de Brasil en deforestación. «No hay suficiente dinero o créditos de carbono en el mundo que puedan cambiar la situación», apuntó.
Bolsonaro se compromete a luchar contra el cambio climático
En ocasiones, Jair Bolsonaro intenta borrar su imagen de escéptico del cambio climático impulsado. En las últimas semanas ha recalcado el compromiso de Brasil con el medioambiente. Ha dicho que Brasil podría ser más ambicioso en sus políticas. “Brasil es una potencia verde. En la lucha contra el cambio climático, siempre hemos sido parte de la solución, no del problema”, afirmó.
Ciertamente, Bolsonaro carece de reputación ambiental. La mínima que tuvo la destruyó con la quema y la tala. A pesar de todo, a la mayoría de la población de Brasil, incluidos muchos agricultores, le preocupa el cambio climático y desea proteger la selva tropical. No obstante, Bolsonaro se ha alejado de las medidas que habían funcionado para reducir la deforestación. Redujo drásticamente las multas ambientales y recortó drásticamente los fondos para las agencias de inspección.