Su estrella sigue brillando pero Brad Pitt huye de su resplandor.
“Lo absurdo de la existencia”. Así reza uno de los tatuajes que el actor tiene grabado en su antebrazo izquierdo. Pitt sabe mucho de ello, después de todo es simplemente un ser humano, eso sí, capaz de ganar más de 10 millones de euros por interpretar una película, y de producir filmes que en los últimos 10 años han recaudado más de mil millones de euros en taquilla y le han valido dos premios Oscar como productor (Doce años de esclavitud y Moonlight).
Un actor que empezó interpretando a un seductor ladronzuelo en Thelma y Louise y acabó convirtiéndose en una mega estrella de Hollywood, cuya fama, sobre todo después de sus matrimonios y correspondientes divorcios de otras dos célebres actrices, Jennifer Aniston y Angelina Jolie, ha hecho sombra a más de dos décadas de trabajo como actor y productor.
Él mismo se definió como un actor de carácter, atrapado en el cuerpo de un galán, lo cual es cierto, pero también lo es que después de él las nuevas estrellas de Hollywood, ese Hollywood que recientemente nos mostró en el film de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood, no brillan con tanta intensidad. “El cine en esa época era la única forma de escapar a la realidad de tu vida”, decía en nuestro encuentro, tras el estreno de esa película.
Una nueva madurez
Su realidad hoy es muy distinta y Pitt lo sabe. Resulta difícil escapar del continuo escrutinio a su vida privada, pero él ha conseguido evitarlo enfocándose en su trabajo (con su productora, Plan B), en su pasión por la arquitectura, el paisajismo y la escultura y, sobre todo, en su incansable dedicación a la ayuda humanitaria, ya sea construyendo casas para los damnificados del huracán Katrina, a través de su fundación Make it right Foundation, como clínicas para tuberculosos en Etiopía, o al Naankuse Sanctuary, que se dedica a la preservación de la naturaleza y animales salvajes en Namibia, por nombrar algunas de las organizaciones a las que ayuda de manera continua.
Dicho esto, la actuación le sigue atrapando, aunque asegura que cada vez menos. Por eso sus fans tendrán que aprovechar la doble dosis de este año: Erase una vez en Hollywood, cuyo trabajo ya empieza a tenerse en cuenta para la temporada de premios, y Ad Astra, que acaba de estrenarse, y en la que Pitt da vida a un estoico astronauta al que la agencia gubernamental espacial le encarga salir a la búsqueda de su padre, desaparecido en una anterior misión.
Es probable que tras este trabajo, su estrella se vaya alejando cada vez más en el firmamento, pero su estela tardará en desaparecer de nuestra vista. Prueba de ello es nuestro último encuentro en Los Ángeles, donde fuimos testigos de que la madurez le sienta cada vez mejor, mucho más calmado y reflexivo, pero sobre todo ejerciendo su extraordinario sentido del humor. Brad Pitt conquista y seduce sin el menor esfuerzo.
«El estrellato nunca fue mi objetivo»
¿Han pasado cinco años desde la última vez que se puso delante de la cámara y ahora lo ha hecho por partida doble. ¿Qué le ha impulsado a este pluriempleo?
Se han producido las circunstancias perfectas para ello. Dos papeles a cual más distinto, directores por los que siempre he sentido un gran respeto y admiración, y el hecho de volver a tener más tiempo libre para mí mismo. El cine sigue siendo una de mis pasiones porque es un ejercicio de colaboración entre artistas y eso es algo que siempre me ha motivado.
Nos conocimos en el rodaje de Kalifornia…
Uauuu!! Ya ha llovido desde entonces.
Así es y durante este tiempo le hemos visto convertirse en una megaestrella de cine, seguramente de las pocas que quedan ¿Cómo ha sido ese camino hacia el estrellato?
Ha sido arduo, ha habido de todo, pero el estrellato nunca fue mi objetivo y eso es lo que me ha salvado. Este negocio del cine, como ya sabe, puede ser muy traicionero y la gente solo te aprecia por lo que puedes valer en un momento dado, lo cual te puede conducir a un auténtico vacío personal. Por eso, es mejor centrarte en lo que hay dentro de ti, en tu verdadera vocación y en tus relaciones personales.
¿Se encontró en sus comienzos con algún depredador o lo que aquí llaman comúnmente casting couch, cómo le ha ocurrido a muchas actrices?
Sí, alguno que otro u otra. Cuando eres nuevo en tu profesión y recién llegado a esta ciudad en busca de oportunidades, te encuentras en una posición muy vulnerable. Si alguien te dice: tienes que ir por aquí, tú vas por ahí.
¿Cómo consiguió salir del paso?
Nunca me encontré en una situación alarmante, era una vibración que pude detectar, solo eso, nada que ver con los casos que han salido al aire en estos últimos dos años. Pero también es cierto que por instinto tendí a juntarme con gente buena, más inteligente y más sabia que yo y eso ayuda mucho. Por eso es muy importante este reajuste que se está haciendo en el mundo laboral, en lo que se refiere al respeto a las personas y al abuso de poder.
«Sigo disfrutando cuando actúo»
¿Tiene amigos en esta industria?
Sí, tengo algunos buenos amigos, no voy a mencionar nombres porque quiero respetar su libertad y su privacidad. Son amigos que hice hace algo más de 30 años, cuando empecé en esta profesión. Mi relación con ellos es de amor, respeto y reciprocidad, de lo cual estoy muy agradecido.
Hoy en día es difícil distinguir las noticias falsas de las verdaderas, pero se rumorea que no quiere volver a actuar. ¿Qué hay de cierto o falso en ello?
No es cierto, sigo disfrutando mucho cuando actúo. Se ha corrido el rumor de que yo dije en Australia que lo iba a dejar. Creo que no entendieron mi mensaje cuando mencioné que actuar requiere mucho compromiso por mi parte, compromiso de tiempo en el que tienes que dejar de ver a tu familia, porque a veces estás entre tres y seis meses en un rodaje, durante catorce horas al día, con lo cual vives muy aislado durante ese tiempo.
Lo que intenté decir en ese momento es que este trabajo es para gente más joven. A medida que nos vamos haciendo más mayores, aunque te sigan llegando buenos papeles, no lo hacen con tanta frecuencia o quizá no me compense comprometerme con un proyecto por un largo período. Seguiré actuando mientras pueda y me dejen (ríe).
Lo que sí le compensa por el momento es producir. Su última producción es Ad Astra, ¿por qué le interesó esta historia?
Para empezar conozco a James (Grey, el director de la cinta) desde hace 20 años, desde que hizo su primera película, Little Odessa. Desde entonces hemos querido trabajar juntos en algún proyecto. Me pidió que leyera el guión de esta historia. Enseguida me di cuenta de que ese momento había llegado. James está en la cima como narrador, con un pie en el gran género de héroes y al mismo tiempo con una voz y una visión muy personal. Esta historia me intrigó como hombre, como hijo y como padre.
“Este negocio del cine, como ya sabe, puede ser muy traicionero y la gente solo te aprecia por lo que puedes valer en un momento dado”
En la que usted se embarca en un viaje espacial y al mismo tiempo muy íntimo y personal. La cámara está enfocada en sus emociones, desde el estoicismo del astronauta en su trabajo espacial al derrumbe emocional del hijo que pierde a su padre. ¿Cómo trabajó todas esas emociones?
Con honestidad. Por mucho que tratemos de ocultar o enterrar nuestras emociones, todos, desde nuestra infancia, llevamos una carga de dolor, de miedo a la pérdida, de arrepentimiento por algo que hemos hecho. Es la labor del actor indagar en ello a la hora de enfrentarse a una escena que lo requiera. Si no eres honesto con lo que haces, no puedes transmitir esas emociones al público.
«No soy un lobo solitario»
¿Le resulta fácil conectar con sus propias emociones?
Cada vez me resulta más fácil, pero es algo a lo que no me educaron cuando era niño. No hacíamos inventario de lo que sentíamos en un momento dado ni se hablaba de cómo gestionar esas emociones. Ahora lo hago diariamente, comienzo por el cuerpo y luego sigo explorando mis emociones, si estoy frustrado con algo, por ejemplo, pienso en qué es lo que me produce esa frustración o qué es lo que la provoca.
Hablando de emociones de la infancia ¿soñó alguna vez con viajar al espacio?
No, siempre me he imaginado el espacio tal como lo muestra esta película, un lugar inhabitable, solitario y oscuro. Para vivir allí tienes que depender siempre de algo que te mantenga vivo, ya sea el traje espacial, la nave o una ciudad espacial de la que no puedes salir por ti mismo. A mí me gusta el contacto libre con la naturaleza. Es donde me encuentro en paz conmigo mismo y con el mundo. Me gusta estar rodeado de amigos, no soy un lobo solitario.
¿Es donde le gustaría vivir?
Sí, últimamente pienso en la muerte y por ello pienso en dónde me gustaría pasar la última parte de mi vida. A mis hijos todavía les queda tiempo antes de terminar los estudios e independizarse, y por lo tanto estaré donde estén ellos. Luego creo que me iré a vivir a un lugar donde haya montañas. Ahí es donde soy más feliz y me siento más en paz.
Ya que no le interesa viajar al espacio ¿qué opina de los programas de exploración espacial?
Creo que es muy importante seguir explorando el espacio porque es allí donde aprendemos más sobre nuestro planeta y sobre nosotros mismos. Pienso que la respuesta a todas nuestras dudas y cuestiones se encuentra en la naturaleza y en ella se incluye el universo infinito.
Su personaje viaja a los límites del universo y acaba encontrándose consigo mismo ¿le reveló esta película algo sobre la existencia del ser humano?
Ese viaje al límite del universo es una bellísima metáfora sobre esos momentos en la vida en los que tocamos fondo, sentimos un enorme vacío o cortamos con todo lo que nos rodea, desconectamos o nos sentimos profundamente solos. Los pensamientos que te invaden en esos momentos o te destruyen o te iluminan.
“En la vida, a veces tocamos fondo, sentimos un enorme vacío y estamos profundamente solos. Los pensamientos que te invaden entonces o te destruyen o te iluminan”
¿Qué hace para evadirse de esos malos ratos?
Paso mucho tiempo en un taller de arte. El cine es un trabajo de colaboración, pero cuando quiero estar solo me encierro en mi estudio donde me dedico a explorar cosas que salen del subconsciente. El arte y el contacto con la naturaleza es lo que más me estimula y me inspira.
¿Cómo lleva usted la soledad?
Como puedo (ríe). La soledad te enseña muchas cosas sobre ti mismo y sobre lo que es más importante en la vida. Tengo un amigo que trabaja en un centro de paliativos y me cuenta que lo único de lo que hablan los enfermos terminales no es de sus carreras, de sus éxitos o de las cosas materiales que han acumulado a lo largo de su vida; de lo que hablan es de sus seres queridos y de sus pesares. Al final es lo único que importa.
«Crecí empapado de estoicismo»
Brad Pitt nació en Shawnee (Oklahoma) y creció en Springfield (Missouri), ambas tierras de hombres fuertes y estoicos. “Desde pequeño aprendí que tenía que ser fuerte y nunca demostrar signos de debilidad”, recuerda el actor que es el mayor de tres hermanos.
Su padre, propietario de una empresa de camiones, ahora retirado, es el espejo en el que él se ve retratado cada vez que interpreta un papel. “Mi padre se crió en un mundo de precariedad y pasó por muchas dificultades, pero nunca se quejó de nada, puso todo su empeño en dar una vida mejor a sus hijos. Yo crecí empapado de ese estoicismo”, confiesa Pitt, quien a pesar de su atractivo físico y carisma, ha tratado por todos los medios de evitar que le encasillen en el papel de galán, prefiriendo papeles más arriesgados, tipos lunáticos y nada agraciados (véase Doce Monos, El club de la lucha o Snatch).
¿Qué otras características cree haber heredado de su padre?
Mis antepasados son pioneros, gente que se aventuró en tierras desconocidas para asentarse y crear su hogar y eso significa enfrentarse a peligros, lo cual crea una legítima paranoia, sospecha y una fuerte necesidad de protegerte y proteger a los tuyos. Ese sentido de la supervivencia corre en mi ADN.
¿Cómo es su relación con su padre, ahora que usted también lo es?
Sin entrar en detalles, tengo que decir que es muy abierta. Cuando empecé el rodaje de esta película me enviaba correos cada mañana, en los que me hablaba de momentos de su vida en los que había sentido miedo, dolor y humillación. Me hablaba de las repercusiones de ciertos actos o decisiones que tomó, de sus equivocaciones, todas ellas muy directas y sinceras, cosas que tenían algo que ver con la escena en particular que iba a rodar ese día. Eso abría un diálogo entre los dos que daría el tono a la escena.
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