El Gobierno de Brasil ha sido polémico desde sus inicios en enero de 2019. Su tratamiento con la monumental crisis de salud por la COVID-19 y del medioambiente, con la tala de sus bosques, han sido abono para las críticas. Investigadores aseguran que Jair Bolsonaro, aprovechando la contingencia del virus, firmó actos legislativos que debilitan las regulaciones ambientales para salvaguardar la Amazonía. Ambas actuaciones han impulsado, por adición, otra crisis: la política, con los cambios de ministros en las últimas horas y la renuncia de la cúpula militar.
La revista científica Biological Conservation dedicó un número especial al impacto de la pandemia en la biodiversidad. En uno de los artículos, seis investigadores brasileños revelan algunos pormenores de la conjunción de eventos. Precisan formas en que el Gobierno aprovechó la mayor crisis de salud del mundo para deshacer las políticas de preservación ambiental. Y, al mismo tiempo, socavar las agencias ambientales federales.
Los hallazgos indican que el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, cumplió con la llamada, en abril de 2020, para desregular las protecciones ambientales. Mientras el resto del país se centraba en hacer frente a la pandemia que apenas hacía estragos en el país suramericano. Brasil es el segundo país con más fallecidos a causa de la COVID-19.
En una reunión con funcionarios del ministerio realizada en Brasilia, Salles dijo que lo ideal sería aprovechar que la “prensa solo habla de COVID” para “cambiar las leyes. Sin tener que pasar por el Congreso. ¡Solo fírmalo! «. A pesar de la agitación que se produjo después de que se filtró un video de la reunión, el Gobierno ha seguido adelante con su agenda.
Bolsonaro afloja las regulaciones ambientales
El estudio muestra que desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia ha firmado 57 reglamentos. Entre estos, resoluciones, ordenanzas, decretos e instrucciones normativas, que debilitan las regulaciones ambientales existentes. Del total, 28 se firmaron durante los primeros siete meses de la pandemia. También hubo una caída del 70% en el número de multas impuestas por delitos ambientales entre marzo y agosto de 2020.
«Nos sorprendieron los números», dijo la coautora del estudio, Rita de Cássia Portela, profesora de Biología en la Universidad Federal de Río de Janeiro. “No sabíamos cuántos actos legislativos se habían realizado. No teníamos idea de cuánto había caído el número de multas «.
Además, el Gobierno aprobó 16 regulaciones solo en septiembre de 2020, mes en que la cifra de muertos en Brasil por la COVID-19 superó los 140.000. Una de las regulaciones fue el intento de Salles de revertir las reglas que protegen los bosques de manglares. Sin embargo, este esfuerzo fue revocado a fines de noviembre por el Tribunal Supremo Federal.
“No hay duda de que, con los medios enfocados en la conmoción nacional en torno a la pandemia, hubo un debilitamiento general de la política ambiental”, dijo Portela. «Realmente llevaron a cabo lo que se dijo en la reunión del ministerio».
Asimismo, cuentan otras medidas desreguladoras aprobadas durante este tiempo. Por ejemplo, un decreto que reduce el número de escaños asignados a ciudadanos en el Consejo Nacional del Ambiente de 22 a cuatro. Afectando la representación de las poblaciones indígenas y tradicionales. De igual forma, una reducción de los mandatos de los representantes a un año. Y la sustitución del método electoral por sorteo para seleccionar las organizaciones que pueden estar representadas.
En diversos orgasmos ambientales hay frecuentes cambios en los cargos de alto nivel. Los profesionales fueron reemplazados por oficiales militares o policiales con poco o ningún conocimiento técnico o científico en el campo.
Gigantescos terrenos deforestados en la Amazonía
Un informe de Global Forest Watch publicado en junio pasado estimó que en 2019 se perdieron 11,9 millones de hectáreas de cobertura arbórea. Del total, 3,8 millones eran bosques tropicales primarios. La destrucción de los bosques tropicales en Brasil alcanzó más de 1,3 millones de hectáreas, lo que hace que el país sea responsable de un tercio de todos los bosques tropicales devastados en el planeta ese año.
Las cifras del INPE corroboran los datos internacionales. Durante los dos primeros años de mandato del presidente, el promedio anual de deforestación en la Amazonía fue de más de 880.000 hectáreas. Más del 81% en comparación con el promedio de los tres años previos a su gestión. Aunque durante la pandemia, Bolsonaro acentuó los permisos y relajó las regulaciones ambientales y multas.
No parece que la situación mejorará a corto plazo. La asignación presupuestaria de este año para el Ministerio de Medio Ambiente, propuesta en enero, es la más baja en 20 años, con recortes de más del 25% para programas de vigilancia del medio ambiente y lucha contra incendios forestales.
“Esperamos lo peor, una pérdida de biodiversidad en todos los ecosistemas. Los directores fueron cambiados en muchas de las unidades de conservación. Probablemente experimentarán más deforestación, caza furtiva y pérdida de hábitat. La sociedad brasileña tiene miedo de la pandemia, pero debemos prestar atención a lo que sucederá en el futuro cercano», dijo Portela.
Lee también en Cambio16.com: