Por Cambio16
21/07/2017
El cuerpo de Salvador Dalí y su famoso bigote estaban igual que cuando fue enterrado en Figueras en 1989. Los restos del genial pintor español han sido exhumados para tomar muestras biológicas y practicar un test de paternidad.
«Su bigote permanece intacto, marcando las 10 y 10, como él deseaba. Es un milagro», han expresado Narcís Bardalet, el responsable de embalsamar a Salvador Dalí hace 28 años.
Este viernes se ha realizado la exhumación del cadáver con motivo de la realización de una prueba de paternidad.
Según Bardalet, el cuerpo del maestro del surrealismo «es una momia, como madera«. El cadáver de Dalí estaba tan duro que los médicos forenses se vieron obligados a «utilizar una sierra eléctrica en lugar de un bisturí».
Los restos del artista han sido exhumados por orden judicial. La catalana Pilar Abel, de 60 años, dice ser hija y heredera del famoso surrealista. Como consecuencia de la demanda presentada por esta, una jueza de Madrid ha ordenado obtener muestras biológicas de su cuerpo y realizar con ellas un examen de ADN.
Las muestras extraídas ahora se analizarán para extraer el ADN y compararlo con el de Pilar Abel para saber toda la verdad. Este proceso, como es habitual, durará algunas semanas.
Acciones legales
Este viernes, la Fundación Gala-Dalí, que gestiona el legado del pintor español, calificó hoy de «improcedente» la exhumación realizada se reserva el ejercicio de acciones legales por los perjuicios sufridos.
El gerente de la fundación, Juan Manuel Sevillano, compareció en rueda de prensa frente al Teatro-Museo de Figueras para manifestar su oposición a la decisión.
La fundación considera que el exhorto que obligaba a la exhumación fue «precipitado» por falta de pruebas que avalaran la afirmación de Pilar Abel.
Además detalló que presentó un recurso de reposición que fue «secundado» por la Abogacía del Estado, pero que carecía de capacidad para suspender la exhumación antes de ser resuelto, algo que está pendiente.
Sevillano está en todo caso en desacuerdo con «un acto tan invasivo» como la exhumación cuando, a su entender, se podía cotejar antes el ADN de Abel con el de su padre legal, ya fallecido, o con el de su hermano.
El gerente lamentó que la magistrada no tuviese «en cuenta que los restos estaban en un museo que recibe a más de cuatro mil visitantes al día» cuando firmó el exhorto.