Por Sarah Yáñez-Richards | Efe
26/10/2016
El actor Benedict Cumberbatch se une a la gran familia de superhéroes de Marvel con Doctor Strange, un hechicero experto en kung-fu, algo que aseguró fue difícil tanto a nivel físico como interpretativo.
«Es muy emocionante hacer este tipo de cosas como actor, es un trabajo duro, nunca lo había hecho y quería probar», recalcó el intérprete a Efe, quien aparecerá junto a su capa roja el próximo 28 de octubre en los cines españoles.
El británico ha demostrado a lo largo de su carrera que es un artista polifacético actuando tanto en televisión, con la serie Sherlock, como en películas como 12 Years a Slave, Star Trek Into Darkness o The Imitation Game, papel por el que fue nominado a un Óscar.
Cumberbatch defendió que le atrajo el «particular arco interpretativo» del personaje de doctor Stephen Strange, que pasa de un neurocirujano «egocéntrico y capitalista» a un hechicero dispuesto a «entregarlo todo por el bien» de la humanidad.
En la cinta, el cirujano vive su punto de inflexión tras un accidente de coche que le destroza su herramienta de trabajo más preciada, sus manos.
Según el director del filme, Scott Derrickson, quien ha dejado a un lado el género de horror para sumergirse por primera vez en este mundo mágico de superhéroes, señaló que Cumberbatch era la «única persona que podía interpretar a Doctor Strange».
El cineasta apuntó que el hecho de que el londinense de 40 años sea «súper listo» ayudó a que su papel de neurocirujano sea más creíble y su gama interpretativa le permitió encarnar el «dolor, la furia o el miedo» por los que pasa Strange.
Por su parte, Cumberbatch indicó que al principio del filme el protagonista «está en una jaula dorada que él no sabe que ha construido a su alrededor mediante su éxito». Esta metafórica cárcel se abre cuando Doctor Strange, en búsqueda de una cura para sus manos, viaja a Katmandú (Nepal). Lugar donde decide ser alumno de La Anciana (Tilda Swinton) y, tras mucho estudio y esmero, el personaje consigue dominar las artes místicas.
Es ahí donde la imagen psicodélica del cómic, creado en los años sesenta por el escritor y editor Stan Lee y el dibujante Steve Ditko, entra de lleno en la película mediante portales temporales, coloridos agujeros de gusano y visuales universos paralelos.
El creador estadounidense comentó que en el rodaje jugó con las estructuras de Londres, Nueva York y Hong Kong como sus dos hijos juegan con ciudades hechas de legos.
«Es increíble poder vivir en una época en la que se pueden hacer cosas así con los efectos visuales», declaró con un brillo en los ojos, y opinó que en este tipo de «superproducciones los directores no se aprovechan de su imaginación lo suficiente».
A diferencia de los demás héroes de Marvel, este personaje no dispone de superpoderes, sino de la habilidad de hacer magia y un gran dominio de las artes marciales, lo que fue todo un reto físico, según Cumberbatch.
Además, el Doctor Strange cuenta con una aliada, la capa de levitación: «ella era a veces embrollosa, tardaba en salir de su camerino, tardaba en prepararse durante las mañanas, era quisquillosa con lo que comía…», bromeó el protagonista.
Para la película se hicieron 18 mantos para recrear a este objeto animado que recuerda al tapiz de Aladino y que Cumberbatch terminó describiendo como una experiencia «increíble de probar».
El intérprete hizo muestra de su cansancio durante la entrevista, pues en la semana de presentación de la película ha viajado tanto como su personaje y señaló lo emocionante que fue que para él visionar su trabajo en Londres junto a su familia.
Otro suceso por el que se sintió muy agradecido, fue por el indulto y el perdón póstumo que concedió el Gobierno británico la pasada semana a todos los homosexuales y bisexuales procesados por mantener este tipo de relaciones hasta 1967 en Inglaterra. «Estoy muy agradecido de que haya ocurrido, ya era hora», subrayó el actor que forma parte del movimiento «ley de Turing», campaña que luchó por la implantación de esta medida.
Cumberbatch recalcó que al matemático Alan Turing -papel que interpretó en The Imitation Game– se le concedió el perdón póstumo en 2013 porque era «famoso», pero recordó que seguía habiendo muchos otros homosexuales «que no lo eran» y necesitaban el mismo trato.