Dos personas cargan sendas bolsas. Una está tremendamente angustiada por la bolsa que carga, por todo el peso que tiene sobre sus hombros, por todas las responsabilidades que le aquejan. La otra persona está alegre de tener la carga que lleva sobre sus hombros y está dispuesta a sumar más peso en su bolsa. ¿Cuál es la diferencia? La primera persona está cargando piedras, mientras que la segunda está cargando diamantes. Para la primera, todo peso extra es una tortura que se agrega. Para la segunda, todo diamante extra es una bendición
Por LEANDRO TAUB Fotos MICHAEL SOMOROFF
[*La siguiente nota está escrita involucrando a D’s como participante activo en la pandemia de la COVID-19. Si el lector no es una persona que cree en la existencia de D’s, puede reemplazar la palabra D’s por “mecanismo sagrado” o “energía universal” o “el misterio”. Si el lector no es una persona que cree en la existencia divina y tampoco en un mecanismo sagrado u otra nomenclatura espiritual, puede leer este artículo como lectura de curiosidad. El nombre D’s lo escribo con apóstrofe para no escribir un nombre divino en vano]
Lo sé, no ha sido un año fácil. D’s cambió nuestras vidas en un instante. Cambió a todo el mundo con un virus. Ha sido una tragedia todas las muertes, las enfermedades, los empobrecimientos, las dificultades que se sumaron. Esto podría invitarnos a sentirnos negativos con la realidad que nos ha tocado. Sin embargo, me gustaría que reflexionemos por un momento y trabajemos juntos para tratar de encontrar bendiciones ocultas en el año 2020.
No creo que haya unos tiempos para ser optimistas y otros tiempos para ir a lo negativo. Creo que no tenemos suficiente tiempo en la vida para ser negativos. Lo malo sucede, todos los días, y aun así debemos mantener las esperanzas y hacer lo mejor posible ante lo que nos toca. No fue un año fácil. Lo siento mucho. Es injustificable el sufrimiento y las muertes y el empobrecimiento y el dolor.
No hay consuelo suficiente. Aun así, quiero que revisemos algunas ideas, juntos. Abraham, nuestro primer patriarca, tuvo que vivir tremendos test a lo largo de su vida. Tuvo que abandonar una situación de riqueza, bienestar y prestigio: dejar su casa, su tierra, e ir a una tierra desconocida, lleno de incertidumbres. Al llegar (a Canaán) se encontró con una tierra en hambruna, por lo que no pudo establecerse, y tuvo que ir a Egipto. El faraón tomó a su esposa, nuestra primera matriarca Sarah; una situación tremendamente dolorosa. Más adelante tuvo que entrar en batalla con cuatro de los cinco reyes. Sarah no podía tener hijos. ¡Qué difícil desafío! D’s le pidió que se circuncidara, ¡siendo adulto! El rey de Gerar capturó a Sarah.
“No creo que haya unos tiempos para ser optimistas y otros tiempos para ir a lo negativo”
Abraham tuvo que distanciarse de su hijo Ismael. Y finalmente, si estos test no fueron suficientes, D’s le pidió que sacrificara a su hijo Isaac (gracias a D’s, esto finalmente no sucedió).
D’s no nos da desafíos que estén por encima de nuestras posibilidades. D’s no nos coloca ante pruebas y test si sabe que no podemos superarlas. El año 2020, el año del COVID-19, ha sido un año de inmensos desafíos. En un instante D’s nos obligó a que cambiemos nuestros hábitos y costumbres: a que cambiemos la forma en que existimos dentro y fuera de casa, la forma en que nos relacionamos con nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo y los vecinos; cambió la forma en que utilizamos nuestro cuerpo, la forma en la que caminamos, en la que nos saludamos, en la que hablamos, y en la que hacemos las compras en el supermercado. En un instante, D’s nos empujó a revisar la forma en que estábamos existiendo.
Este es un inmenso test, y es una inmensa bendición. Hay bendiciones dulces y hay bendiciones amargas.
Una bendición dulce es fácil de distinguir. “Me subieron el sueldo” es una bendición dulce. La disfruto e, idealmente, la utilizo con un fin noble. “Me echaron del trabajo” es una bendición amarga. No la entiendo, la sufro, me angustia, me pone en duda; sin embargo, por algo bueno sucede y algo bueno va a traer. Si me echaron del trabajo, es lo mejor que para mí en ese momento podía suceder. ¡Pero D’s no castigaría a su creación!.. ¡D’s jamás nos haría algo que nos haga sufrir!..”
Este es un argumento saludable y sensato. Sin embargo, te propongo que lo pienses desde otro ángulo. ¿Buenos padres le dan todo lo que quieren a sus hijos? No. Buenos padres no le dan todo lo que quieren a sus hijos. Vamos con un ejemplo más práctico. Si mi hijo está jugando todo el día a los juegos electrónicos y no dedica tiempo a otras actividades que le ayudarán a su crecimiento, tales como el estudio y el deporte, eso sería un posible problema. Entonces, como padre responsable, podría limitarle a mi hijo el tiempo de uso del juego electrónico.
“Si D’s nos quita algo que nos da placer, o nos da algo que no queríamos tener con nosotros, ¿lo hace para nuestro mal o lo hace para nuestro bien?”
¿Se alegraría porque haga esto? ¿Me diría: “Papá, gracias por quitarme el juego electrónico, ahora me voy a dedicar a estudiar por algunas horas”? ¡Claro que no! Lo más probable es que mi hijo se enoje, que patalee y discuta, que se frustre. Le quité su objeto de placer. ¿Lo hice por su mal o lo hice por su bien? Lo hice por su bien. Lo que sucede es que nuestros niveles de entendimiento son distintos. Y mi hijo, tarde o temprano, se dará cuenta de que eso que sucedió fue bueno para él.
Si en este ejemplo D’s es nuestro papá y nosotros somos sus hijos, y D’s nos quita algo que nos da placer, o nos da algo que no queríamos tener con nosotros, ¿lo hace para nuestro mal o lo hace para nuestro bien? ¿Por qué D’s autorizaría que exista una pandemia? Esta pregunta nos hace creer que D’s no está involucrado. Nos haría pensar que algunas cosas suceden porque D’s lo quiere y otras cosas suceden aunque D’s no lo quiera. Esta idea está equivocada si creemos en D’s. D’s está involucrado siempre. Todo sucede por una razón divina. Si no, no podría suceder.
El que no lo entendamos no quiere decir que esté mal que esté ahí, sino que no lo entendemos. Y está bien que así sea. Sería tremendamente arrogante creer que podemos entender a D’s. D’s hace algunas cosas que nos permite entender, y hay gran parte de su existencia que se mantiene como un misterio para nosotros. Lo que podemos es tener Emunah (creer en D’s) y Bitachon (confianza en D’s). Podemos creer en D’s y confiar completamente en que todo lo que experimentamos será para nuestro beneficio.
El mundo está cambiando a un paso muy acelerado. Las prácticas están cambiando. Los hábitos y costumbres están cambiando. Está cambiando nuestra existencia. Están cambiando nuestras prioridades. Gracias a la intervención divina con esta tremenda y horrible pandemia, D’s nos está empujando con mucha fuerza a que cambiemos la forma en que existimos. Nos está empujando a abandonar actividades inútiles. Nos está haciendo que cambiemos las prioridades. Que le demos más atención a lo que verdaderamente necesitamos. Nos está quitando de encima las actividades innecesarias. Nos está quitando de encima las distracciones. A través de la pandemia nos está cambiando la vida. D’s nos está ayudando.
“El mundo está cambiando. Las prácticas están cambiando. Los hábitos y costumbres están cambiando. Está cambiando nuestra existencia”
¿Qué aprendiste en este año? Estoy convencido de que si miras con atención a tus nuevos hábitos y costumbres, a tu nueva forma de existir, vas a encontrar una buena cantidad de actividades que prácticas que son más sanas que las que tenías antes. Pasamos meses, años, a veces décadas, diciendo que no podemos cambiar, que nos cuesta cambiar, que es muy difícil cambiar. Nos la pasamos estancados en antiguos hábitos y costumbres, tóxicas, insanas. Y, repentinamente, D’s le dio un sacudón al mundo. Nos mostró que podemos cambiar, y que podemos cambiar rápido. A toda velocidad nos está haciendo cambiar. A toda velocidad nos está haciendo ayudarlo a mejorar el mundo. Para que el pueblo judío salga de Mitzraim (Egipto), D’s nos tuvo que empujar. El pueblo tuvo que salir a toda velocidad. Ahora D’s nos está empujando fuera de nuestros hábitos y costumbres tóxicas. D’s nos está em-
pujando a construir una mejor vida, una vida real. Nos está ayudando. El mundo no se trata de las distracciones. Las distracciones son distracciones. Las distracciones no son tu vida. Las distracciones son lo que utilizas para huir de tu vida. D’s nos está enseñando que lo que creemos que necesitábamos, realmente no lo necesitábamos. Y lo que realmente necesitábamos, lo tenemos. En un abrir y cerrar de ojos, D’s nos dijo que no hay más tiempo para distracciones innecesarias. Nos mostró que ahora debemos ocuparnos de lo importante. Que debemos ayudar a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestra comunidad. Que debemos cuidar nuestra salud, que debemos cuidar la forma en que respiramos, la forma en que caminamos y la forma en que nos comunicamos. El 2020 ha sido un año extraordinario. Ha sido una oportunidad para cambiar los hábitos que nos costaban cambiar. Este año nos obligó a cambiar todo, mucho más rápido. Ahora todos los antiguos hábitos pueden ser desafiados.
“Borrón y cuenta nueva”. Ahora podemos tener la vida que elegimos. Ahora tenemos la oportunidad de elegir la vida que vamos a construir. Se cayeron las paredes, se cayeron las rutinas que no eran sanas. Ahora podemos elegir. ¿Para qué vamos a exigir? ¿Qué será de nuestra vida? ¿Qué nos motivará a levantarnos? “A las oportunidades no las debemos dejar pasar”.
Ahora tenemos una extraordinaria oportunidad. Una oportunidad que muy pocos tuvieron antes. Tenemos la oportunidad de cambiar completamente la forma en que estamos construyendo nuestras vidas. Si tomamos esta oportunidad, podemos estar mucho mejor de lo que estábamos antes de que el virus llegase al mundo. Si aprovechamos esta oportunidad, podemos tener una vida mejor y un mundo mejor. Es trágico lo que sucedió y lo que aún está sucediendo. Las muertes son injustificables. El sufrimiento y la enfermedad son injustificables. La pobreza generada es injustificable. Este escrito no lo hago con el objetivo de argumentar lo opuesto, sino con el objetivo de ayudarte a seguir adelante.
“Este año nos obligó a cambiar todo mucho más rápido. Ahora todos los antiguos hábitos pueden ser desafiados”
No creas que la pandemia, el COVID-19, el 2020, ha sido un castigo. No lo es. D’s actúa de formas misteriosas y esto es lo que ahora nos tocó. Sin embargo, esto va a pasar. Y nos vamos a levantar. Nos vamos encontrar en un mundo físico y espiritual mejorado. Vamos a estar todos mucho mejor. No esperes que el mundo vuelva a la normalidad de antes de la pandemia. El mundo no va a volver a lo que era antes. El mundo va a estar mucho mejor de lo que estaba antes de la pandemia. No miremos hacia atrás. Miremos hacia adelante. El mundo está cambiando para mejor. Te pido por favor que no pienses tanto en vos. Piensa en el otro. Piensa en tu pareja, en tus hijos, en tus padres, en tus hermanos, en tus amigos, en tus vecinos, en tu comunidad. Piensa en cómo puedes ayudar. En vez de pensar “qué necesito”, piensa “para qué soy necesario”. Mejora tu comportamiento. Aumenta tu estudio. Aumenta tus actividades buenas y disminuye los antiguos hábitos que no eran sanos. Esos que pertenecían a tu antiguo yo, a tu antiguo mundo. Porque ese mundo ya pasó. Estamos entrando al nuevo mundo.
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