Son muchos los elementos que confluyen para atender la crisis climática. La voluntad de gobiernos e industrias en reducir las emisiones y, la actuación global de las sociedades. Sin embargo, el tema de la financiación es fundamental para la reconstrucción económica posterior a la pandemia y la transición energética. El BCE advierte que “el cambio climático será una fuente importante de riesgo sistémico para las entidades financieras y las economías” de la eurozona.
Sin dudas, que las inversiones, bonos o créditos requeridos en esta etapa, van a depender de la actitud de actores financieros como los bancos. Y la forma en que privilegien los productos “verdes” dentro de sus carteras. El cambio climático también puede alcanzar a estas instituciones “altamente expuestos a áreas geográficas y sectores económicos de mayor riesgo”.
El BCE se ha ocupado de medir el impacto de la paralización económica por la pandemia. De sugerir políticas para enderezarlas. En esta ocasión, y por primera vez, la autoridad monetaria aplicó el llamado “test de estrés climático” o ejercicio en los que se analizan los posibles riesgos derivados de las consecuencias del calentamiento global.
El gran estudio evaluó los riesgos climáticos para más de 2,3 millones de empresas en el mundo y 1.600 bancos de la zona del euro. Señala que “los bancos y las empresas de la eurozona corren el riesgo de sufrir pérdidas económicas e inestabilidad financiera”.
Para fines de siglo, los desastres naturales más frecuentes y severos podrían contraer la economía de la región en un 10% si no se introducen nuevas políticas para mitigar el cambio climático. “Los costos a corto plazo de la transición palidecen en comparación con los costos del cambio climático sin restricciones en el mediano y largo plazo”, según el informe.
BCE, el cambio climático y las empresas
El “test de estrés climático” adelantado por el BCE para cuantificar el impacto del cambio climático en economías y sistemas financieros arrojó tres resultados conforme a tres escenarios.
En el primero, si hay una transición ordenada que contiene el calentamiento global a 1,5 ºC en comparación con la era preindustrial. En el segundo, si hay una «transición desordenada», en la que los países retrasan la adopción de medidas hasta 2030. Entonces deben realizar cambios de política abruptos y costosos para contener el calentamiento a 2ºC. El tercer resultado, un mundo llamado invernadero, no implica más acciones para mitigar el cambio climático y los costos de las catástrofes naturales son «extremadamente altos».
El BCE ha hecho del cambio climático uno de sus ejes centrales, que influirá en la política monetaria y la regulación financiera. Pero sigue siendo controversial si los bancos centrales deberían adoptar un enfoque activo para abordar la crisis del clima. Como cambiar la composición de las compras de activos para excluir a las compañías petroleras.
Bajo el camino de la transición ordenada, la empresa promedio de la eurozona tendría un poco más de apalancamiento, menos rentabilidad y un mayor riesgo de incumplimiento durante los próximos cuatro o cinco años. Debido al costo de cumplir con políticas verdes como los impuestos al carbono y la sustitución de tecnologías. Pero luego entrarían en acción los beneficios de la transición.
En comparación, en una transición desordenada, la rentabilidad de la empresa se reduciría más del 20% para 2050 y su probabilidad de incumplimiento aumentaría más del 2%. En el mundo de los invernaderos, donde no se toman medidas climáticas, la rentabilidad se reduciría un 40% y la probabilidad de incumplimiento sería un 6% más alta.
Estrés climático en las empresas e instituciones
Los países de la Unión Europea acordaron reducir sus emisiones colectivas de gases de efecto invernadero en un 55% con respecto a los niveles de 1990 para 2030. En un camino para ser neutrales en carbono para 2050.
Mientras tanto, el BCE se coloca en consonancia con los retos para frenar el cambio climático. El análisis de estrés climático se basa además, en una estimación tanto del riesgo físico como del llamado riesgo de transición.
El primero se refiere al impacto económico de un aumento esperado en la frecuencia y magnitud de los desastres naturales. En este sentido, en Europa, los riesgos físicos están distribuidos de manera desigual, siendo las regiones del norte más propensas a las inundaciones. Y las regiones del sur más expuestas al estrés por calor y los incendios forestales.
En países como Grecia, Portugal y España, el cambio climático es «una fuente importante de riesgo sistémico», refiere el texto.
Se espera que los incendios forestales causen más daños que las inundaciones y el aumento del nivel del mar, lo que afectará más a los países del norte. Por ejemplo, en Grecia, el 90% de los préstamos bancarios se clasifican como asociados con altos riesgos físicos derivados de la crisis. En Alemania, la proporción de préstamos bancarios es inferior al 10%.
Por otro lado, el riesgo de transición es el coste de introducir políticas para reducir las emisiones de CO2. ciertas industrias de altas emisiones que incurrirían en costes considerables para reducir su huella de carbono, lo que aumentaría su probabilidad de quiebra en el corto o medio plazo.
Este doble riesgo se traduce, para el BCE, en una amenaza que podría ser incluso sistémica a nivel financiero. Especialmente para los bancos que están muy expuestos a ciertos sectores económicos y áreas geográficas.