El miedo es tu peor enemigo –Fear is your worst enemy– es uno de los dichos más repetidos en los Estados Unidos para fomentar el pleno desarrollo y evolución del individuo y de la sociedad. Probablemente el miedo es el principal obstáculo en la consecución de sueños y metas. Al contrario de lo que muchos puedan pensar que no todas las personas deban alcanzar sus sueños, yo prefiero anticipar que si todos tuviéramos la posibilidad de lograr nuestras metas construiríamos un mundo mucho mejor, de continuos y grandes avances, con menos frustraciones, recelos y envidia. Para ello, basta con desechar el miedo.
El miedo es uno de los sentimientos más primitivos del ser humano, que ha perdurado como factor de dominación, como herramienta del mal y para retrasar el crecimiento y la evolución personal y social. Es un sentimiento de baja vibración, una frecuencia relacionada con pensamientos negativos, capaz de destruir los mejores sueños y objetivos. Por ello, es indispensable entender el daño que causa, su origen y aplicación para poder controlarlo.
¿Qué pasaría y hacia dónde iríamos como humanidad si logramos controlar el miedo? La maldad no dominaría a través de ideas y acciones atemorizantes. Seríamos liderados entonces por personas con ideas y realizaciones que conciban sentimientos positivos: inspiración, confianza, esperanza, seguridad, tranquilidad, crecimiento, prosperidad, etc. Y estaríamos más adelantados en nuestra evolución personal y colectiva.
El miedo fue incorporado a nuestro programa existencial para que calibráramos mejor las respuestas instintivas de supervivencia ante peligros reales e inmediatos. Una gran herramienta para circunstancias excepcionales del presente, no del futuro.
La aplicación del miedo a situaciones futuras, siempre inciertas, permitió al ser humano comprender que podía usarlo como un factor de dominación, de sumisión social. Lamentablemente, siempre habrá personas e instituciones que utilicen el miedo en la consecución de sus objetivos de dominación y opresión.
El miedo en función de hechos y circunstancias futuras se convierte en condicionante negativo de nuestro pensamiento y acción; en factor de dominación que debemos aprender a controlar. La Real Academia Española define el miedo como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario”. Debemos aprender a bloquear lo imaginario, lo irreal, lo que no pertenezca al presente, al aquí y ahora para poder controlar el miedo. Nelson Mandela, que experimentó el miedo hasta límites inimaginables, dijo: “Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que vence ese terror”.
En el mejor mundo que estamos construyendo sin miedo, nuestros líderes deben ser los mejores, aquellos cuya existencia pase desapercibida
Un peligro real inminente puede ser tropezarse con unos delincuentes, no poder pagar la comida, que te ocupen tu vivienda, la quiebra de la empresa donde trabajas, la pérdida de la cosecha o no conseguir empleo. Por el contrario, no implica un peligro real inminente la posible quiebra del negocio o empresa, la economía, las políticas futuras gubernamentales, las pensiones, las leyes laborales, conseguir trabajo al concluir los estudios, la incertidumbre del mercado inmobiliario o las posibles guerras. Cuando el peligro es real e inminente, el miedo nos ayuda a afrontar la emergencia con respuestas instintivas y acertadas, pero cuando el peligro no es inminente, sino una imagen pesimista del futuro, el miedo se vuelve un obstáculo para pensar y actuar correcta y eficazmente.
Muchas veces sentimos miedo no porque haya un peligro inminente, sino por un hecho o circunstancia que podría ocurrir y que nos nubla el entendimiento y nos conduce a decisiones equivocadas. Lo peor, el máximo nivel de sumisión, es que el miedo puede llegar a paralizar el pensamiento y la acción. Émile Chartier también dijo sabiamente que “el hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo”.
Es necesario hacer algunas menciones importantes sobre el miedo. La Biblia nos alienta: “Sean fuertes y valientes”. Además, reitera 365 veces la frase “no temas” (eliminación del miedo) y nos incita repetidamente: “No tengan miedo”, “regocíjense” y “den gracias”. Es decir, nos ordena que seamos felices. Según el budismo, cuando Buda en su proceso de alumbramiento enfrentó el miedo, entendió que es un poderoso impedimento para alcanzar cualquier bien gratificante en la vida. Algunas tribus indígenas americanas, especialmente en México, lo definían como una enfermedad contagiosa que había que tratar y erradicar. Michel Echenique Isasa considera que el miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización. El miedo genera una especie de fantasía mental con consecuencias graves. Ante situaciones de miedo, muchas personas hacen justamente lo que no deben hacer.
Una vez aprendida la lección de cómo controlarlo, seremos influenciados y liderados únicamente por gobiernos, religiones, jefes, compañeros, familiares, amigos y educadores que inspiren, que emocionen, que motiven y que nos enseñen. En fin, que nos ayuden a avanzar y evolucionar, no a dominar. Esperemos que en el mejor mundo que estamos construyendo, y con el que está comprometido Cambio16, el miedo sea pronto algo del pasado, superado por nuestra especie, y que el pensar y sentir sean libres, sin ataduras. Y que nuestros líderes sean, como decía Lao Tzu, “los mejores, aquellos cuya existencia pasa desapercibida a las personas”.
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