Gracias a un doblete de Messi y un gol de Suárez, el Barcelona se fue del Camp Nou con una ventaja de 3-0 sobre el Liverpool en el partido de ida de las semifinales de Champions. El equipo de Ernesto Valverde tuvo que sufrir ante los chicos de Klopp, que salieron a demostrar que no le temen a ningún escenario y que les vale el recinto azulgrana tanto como cualquier otro. Eso sí, si no se encontraron al mejor Barça, sí se vieron con el mejor Messi, siempre dispuesto a defender su templo.
No era una noche cualquiera en el Camp Nou. El estadio del Barcelona se vestía de gala para recibir al Liverpool en sus primeras semifinales europeas desde el 2015, último año en el que levantaron la orejona. El recinto se llenó de 98.299 aficionados que animaron al equipo de principio a fin, picados por las palabras de Klopp en la previa. Y desde el minuto 1, los asistentes presenciaron una batalla de todo por nada, sin ninguna medias tintas.
Aunque desde la alineación parecía que Klopp salía conservador, sin Firmino ni Alexander-Arnold y con Wijnaldum arriba, los reds no vacilaron y se mostraron tan explosivos como acostumbran. El Barça, que contó con Arturo Vidal desde el principio y no con Arthur, respondió con el mismo tono: sin pausa pero con intensidad.
Suárez marca el primero
En ese sentido, el Liverpool estuvo más fuerte que su rival. La presión en el la línea de tres cuartos querían obligar a los azulgranas a cometer errores para capitalizarlos. Sin embargo, los de Valverde consiguieron salir del agobio, de nuevo, sin pausa, y aprovechando pases rápidos y verticales. Rakitic avisó a Allison y respondió Mané, que fue un constante peligro para Piqué y Sergi Roberto. Por su parte, Lenglet sufrió a Salah, también muy activo.
Al mismo ritmo del partido, Messi estuvo más revolucionado que de costumbre. El capitán se quejó fuertemente por una mano de Matip en el área, que el árbitro dejó pasar. Durante muchos momentos del partido, Messi recibió más abajo que de costumbre, incapaces sus compañeros de construir atrás. Intentó Leo dejar libre a sus compañeros, incluido Coutinho que no pudo aprovechar uno de los pases del 10.
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Se lesionó Keïta, que fue sustituido por Henderson, y esto obligó a los visitantes a reestructurarse. Milner cambió de banda y Jordi Alba aprovechó para subir. Después de un pase largo de Arturo Vidal, controló Coutinho y se la dejó al lateral que encontró a Luis Suárez en el área. El uruguayo, siempre astuto, dejó atrás a los centrales y consiguió el primero del partido.
Messi remata el partido
En la reanudación, el Barça siguió desinteresado en la posesión y pudo pagarlo caro. Pero Ter Stegen estuvo atento, como de costumbre, para atajar los intentos de Milner, por partida doble, y Salah. Valverde sacó a Coutinho por Semedo para que Sergi Roberto subiera al centro del campo, pero ni así el equipo logró control.
Hasta que se volvieron a encontrar con Messi. En una de las enésimas oportunidades de contragolpe, el 10 se la dejó a Suárez y el uruguayo la pegó en el larguero. El argentino, atento, fue por el rechace y marcó el segundo para tranquilidad de los suyos. Sin embargo, su obra maestra y su gol 600 en toda su carrera, fue siete minutos después. De tiro libre, la clavó en el ángulo con un tiro potente y preciso, imposible para Alisson.
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El 3-0 fue un duro castigo para el Liverpool, que a pesar de todo siguió buscando el descuento y no lo consiguió de milagro. Rakitic fue providencial para evitar un tanto y luego Salah la mandó al poste, cuando disparaba a puerta vacía. Por su parte, Dembélé tuvo el cuarto gol en sus botas pero no supo aprovechar el pase de Messi.
Aunque la ventaja es importante, el Barça aún debe visitar Ainfeld antes de soñar con verse en la final del Wanda Metropolitano, en la que se podría ver con el Ajax, que el martes venció al Tottenham con un solitario gol de Van de Beek.
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