Brasil, uno de los países más grandes y de mayor población de América, registra al menos 10 millones de personas que están desnutridas. Mientras, más del 40% de los productos agrícolas del país se pierde o desperdicia. ¿Cómo aprovechar estos productos para aminorar las limitaciones económicas, sociales y nutricionales de estos habitantes? Los bancos de alimentos están decididos a atajar esta situación de precariedad y desigualdad para alimentar a millones de personas en Brasil.
En los suburbios del norte de Río de Janeiro operan decenas de trabajadores, que minuciosamente recogen cajas y bolsas con verduras y hortalizas en los centros agrícolas. Luego las trasladan a grandes cocinas donde se preparan comidas en considerables cantidades y se sirven en comedores sociales, guarderías y otras instituciones en forma gratuita a personas necesitadas en toda la ciudad.
El proceso está gestionado por la red de bancos de alimentos más grande de Brasil, Sesc Mesa Brasil. Posee 95 unidades en todo el país. Sus operarios recolectan alimentos que de otro modo se desperdiciarían en supermercados, centros agrícolas y otros proveedores. Los clasifica y luego los dona a organizaciones asociadas, reseña The Guardian.
“El programa tiene dos pilares: luchar contra el desperdicio de alimentos y combatir el hambre”, dijo Cláudia Roseno gerente de ayuda del Sesc. Una empresa privada sin fines de lucro que brinda servicios de cultura, ocio, educación, salud y ayuda en todo Brasil.
Sesc Mesa Brasil cerró 2023 con más de 48 millones de kilos distribuidos en alimentos y otras donaciones, como productos de higiene y limpieza. Esta red privada de bancos de alimentos más grande de América Latina, cuenta con una alianza con 3.000 empresas donantes. Esta cooperación permitió atender a 7.000 organizaciones benéficas registradas, beneficiando a un promedio de 2,1 millones de personas por mes.
Bancos de alimentos Brasil gestionan los desperdicios
Brasil tiene cerca de 10 millones de personas (casi el 5% de la población) en situación de desnutrición, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Y alrededor de un tercio de la población sufre de inseguridad alimentaria moderada o grave. Brasil volvió a entrar en el mapa del hambre de la ONU en 2021, siete años después de haber sido eliminado por primera vez. Cuando dos duras recesiones y la pandemia de coronavirus hicieron que el hambre volviera a aumentar.
Al menos 32 millones de niños y niñas en Brasil viven en pobreza, advierte un informe de Unicef de 2022. Este número representa el 63% de todos los chicos y adolescentes del país e incluye la pobreza en varias dimensiones: ingresos, alimentación, educación, trabajo infantil, vivienda, agua, saneamiento e información.
Sin embargo, hay un desperdicio de alimentos gigantesco en el país sudamericano. Es necesario actualizar las cifras, sugirió Roseno. Pero se estima que cada año se pierden 26,3 millones de toneladas de alimentos durante la producción y el transporte. Mientras que al final de la cadena de suministro los hogares brasileños desperdician 60 kg de alimentos per cápita cada año.
“Brasil es uno de los mayores productores de alimentos del mundo, pero alrededor del 42% de todos los alimentos producidos se pierde o desperdicia. Por lo tanto, existe una oportunidad real de mejorar el acceso a los alimentos mediante la redistribución de productos nutritivos a las personas necesitadas en Brasil y los bancos de alimentos ejercen una noble función”, señaló Lisa Moon, directora ejecutiva de Global FoodBanking Network. Entidad que publica el Atlas global de políticas de donación de alimentos en asociación con la Clínica de Políticas y Derecho Alimentario de la Facultad de Derecho de Harvard.
Cómo atenuar el hambre y encarar la pobreza
Chayane Martins de Souza, de 22 años, es ayudante de cocina en la asociación católica Servas dos Pobres, que gestiona una guardería gratuita para 200 niños en Río. “A veces ves personas sin hogar buscando (comida) en los contenedores de basura. Es doloroso verlo cuando sabes que muchos lugares tienen comida pero prefieres tirarla a la basura que regalarla. Aquí hacemos porciones extra para poder servirlas”, comentó.
La guardería Creche Cardeal Câmara recibe donaciones quincenales de Mesa que complementan las comidas de los niños y se destinan a los almuerzos de decenas de adultos hambrientos que hacen cola frente al convento adyacente todos los días.
“Tenemos niños que dependen de las comidas de aquí. Se nota después de un día festivo, en su apariencia, en la forma en que comen con hambre”, sostuvo Flávia Ramos, directora de la asociación que gestiona la guardería. “Sin las (donaciones), no sé cómo nos las arreglaríamos”, dice.
El depósito de 400 metros cuadrados de Sesc Mesa Brasil en Río pronto se trasladará a una nueva sede, con 12 veces más espacio. En todo Brasil, la organización es “una de las redes más fuertes en el sur global”, según Lisa Moon, quien ha trabajado en políticas de desperdicio de alimentos en 25 países diferentes.
El programa Mesa no sólo recupera alimentos que los supermercados ya no pueden vender, sino que también llega a los agricultores, donde se produce la mayor parte de la pérdida de alimentos.
La demanda de los consumidores por alimentos impecables a menudo lleva a que los productores descarten productos en perfecto estado, refirió Cida Pessoa, directora del programa en Río. «La gente quiere que la naturaleza sea completamente uniforme, que las zanahorias crezcan de la misma manera. Que las papayas vengan sin manchas y que las manzanas sean idénticas», explicó.
Lee también en Cambio16.com: