POR CAMBIO16
13/07/2017
El gobernador de Banco de España, Luis María Linde, ha afirmado este miércoles que la entidad que dirige no supo anticipar entre 2000 y 2007 que se avecinaba una fase recesiva «tan intensa» provocada por la burbuja inmobiliaria que se produjo en plena adopción del euro.
Durante su comparecencia en la Comisión del Congreso que investiga la crisis financiera desde 2000 y posterior rescate bancario, Linde ha presentado un informe que cifra en 60.613 millones de euros el coste de las ayudas al sector bancario.
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— Congreso (@Congreso_Es) 12 de julio de 2017
El gobernador del Banco de España ha señalado que la entidad consideró riesgos a la baja en un escenario en el que el endeudamiento del sector privado se disparaba hasta un 221% entre 2000 y 2007, sobre todo concentrado en el crecimiento del crédito a la vivienda y a las empresas vinculadas al sector inmobiliario.
Linde ha reconocido que el Banco de España no adoptó las medidas necesarias para frenar este incremento de crédito, aunque ha puntualizado que «no existían entonces normas legales que hicieran posible esa actuación».
Colapso
Linde ha explicado que este crecimiento demográfico «alimentó el crecimiento de la demanda de vivienda y aportó mano de obra que facilitó la expansión del sector de la construcción». También ha reconocido que en 2012 la economía española estuvo al borde del colapso y hubo dudas de algunos países, entre ellos España, de que pudieran continuar en la moneda única e incluso la supervivencia del propio euro.
«España se enfrentaba, a mediados de 2012, a algo cercano, o casi, a un colapso de financiación exterior, que pudo compensarse con un incremento sustancial de la financiación del Eurosistema, que llegó a alcanzar los 412.000 millones de euros en agosto de 2012, un 34% de la liquidez inyectada por el Eurosistema a los bancos del conjunto de la zona euro», ha dicho.
No obstante, ha señalado que teniendo en cuenta las dudas que se produjeron sobre la viabilidad del euro y la grave crisis económica, con dos recesiones, que vivió España, la estrategia de reestructuración del sistema financiero fue la adecuada y proporcionada, ya que -en su opinión- ha permitido la normalización de la banca.
De hecho, ha insistido en que dejar quebrar a las entidades no era una opción ya que hubiera supuesto la paralización de muchas entidades, un riesgo de contagio y un «impacto demoledor sobre la confianza, el empleo y sobre la economía real».