El Banco de España plantó cara a los desafíos que supone el cambio climático y, considera “imprescindible” potenciar y mejorar el diseño de la fiscalidad medioambiental. La recaudación relativa por ese concepto es de “manera persistente” en menor proporción a las obtenidas en economías de la UE y, por tanto sugiere aumentar los impuestos verdes.
Esta fiscalidad medioambiental incluye reglamentos y procedimientos de la hacienda pública sobre tasas, impuestos y contribuciones que rigen en un estado. Sin embargo, la entidad refirió que esos ajustes en alza no serían de inmediato. En este momento, siguen presentándose rezagos importantes en la economía, derivados de la pandemia y ahora, de la guerra en Ucrania. Además de los precios récords de los carburantes.
La institución estimó que este diseño de fiscalidad se hará en el mediano plazo, aunque es necesario desde ya, definir un plan creíble y realizable. “Un uso eficiente de los recursos obtenidos a través de una mayor imposición medioambiental podría reducir significativamente los costes de transición para el conjunto de la economía”, indicó.
Los ingresos extra que se obtendrían por subir los impuestos medioambientales podrían sufragar bajadas fiscales en otros tributos, como los que gravan el trabajo. A la vez, facilitar la transición ecológica a los hogares y empresas más vulnerables.
Asimismo sostuvo que la inversión pública y el fomento de la inversión privada, mediante subvenciones, son también palancas en el impulso de la transición ecológica. Además, propuso desplegar “medidas compensatorias que mitiguen el impacto asimétrico de la transición ecológica sobre distintos tipos de sectores, empresas y hogares. Deben enfocarse en los colectivos vulnerables más afectados y diseñarse de modo que no limiten los incentivos a disminuir las emisiones”.
Banco de España y el reto climático: más fiscalidad medioambiental
El documento fue presentado por el director de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán. Es un adelanto de una versión más completa que difundirá el 18 de este mes, sobre el reto climático.
En “La economía española ante el reto climático”, el Banco de España insiste en la necesidad de diseñar una fiscalidad medioambiental para atender los desafíos del cambio climático.
Manifestó que sin la participación activa del sistema financiero, no será posible canalizar, de forma eficiente, el cuantioso volumen de recursos que se requiere para desarrollar nuevas tecnologías verdes. Y para que hogares y empresas puedan adoptarlas de forma generalizada.
En ese sentido, planteó una iniciativa similar a la aplicada en el Securities and Exchange Commission (SEC) de EE UU. Cree indispensable que todos los participantes en el sistema financiero y en los mercados de capitales puedan identificar el grado de exposición que ellos mismos. Y del resto de los agentes económicos presentan a los distintos riesgos físicos y de transición asociados al cambio climático. E incorporen esa información activamente en su gestión de riesgos.
La valoración del impacto económico de los distintos riesgos físicos y de transición asociados al cambio climático está sometida a una gran incertidumbre. No obstante, advirtió el banco, parece existir consenso en los elevados costes que supondría no ajustar la senda actual de las emisiones de carbono. Y en la conveniencia de hacerlo de forma ordenada, planificada y anticipada.
De cara al futuro, que las finanzas sostenibles puedan continuar progresando dependerá críticamente de la mejora de la información disponible. Del avance en la definición de estándares a nivel internacional y de la verificación ex post de los compromisos adquiridos por los emisores de instrumentos sostenibles, precisó.
Sectores más afectados y vulnerables
El supervisor bancario afirmó que el proceso de adaptación a la crisis climática, debe estar liderado por el Gobierno. Por ser el que define la política fiscal, la regulación de la economía y la inversión pública.
Además de replantear la fiscalidad medioambiental y una mayor participación de las inversiones pública y privada, el Banco de España, se hizo eco de los análisis científicos. Los investigadores sostienen que “la península ibérica podría verse sensiblemente afectada por los riesgos físicos asociados al cambio climático. Ese impacto sería muy heterogéneo por regiones”.
Por ello, el banco instó a los gobiernos regionales a desempeñar un papel protagónico en el proceso de transición ecológica. Gozan de la necesaria legitimidad democrática para marcar la hoja de ruta. Además, disponen de instrumentos para alcanzar los objetivos climáticos propuestos.
El impacto de la transición ecológica será muy heterogéneo a nivel sectorial. Las manufacturas, la agricultura, el transporte y el suministro de electricidad y de gas son las actividades productivas con más emisiones de GEI en España. El documento identificó los perfiles de hogares, sectores y empresas que más sufrirán con el proceso de adaptación climática.
Precisó que los hogares con menos renta y nivel educativo. Así como aquellos con más miembros, los situados en zonas rurales y en los que el cabeza de familia tiene entre 35 y 45 años son los que se verán más perjudicados. En cambio, «aquellos hogares con un mayor nivel de renta o de formación podrían gozar de un margen de maniobra más amplio».
Impactos de la transición ecológica
La institución consideró «conveniente» que el Gobierno intervenga para «compensar» las pérdidas a las que se enfrentan los más vulnerables. Si se quiere que la transición ecológica sea más eficiente y genere consenso social. De lo contrario, la sociedad se enfrenta a «episodios de contestación social y potencialmente disruptivos», que ralentizarían el proceso.
Aunque los hogares son un pilar clave en la adaptación al cambio climático solo son responsables de una quinta parte de las emisiones totales. El 80% restante de contaminantes procede de los sectores productivos, con especial peso de la industria manufacturera. Seguido de la agricultura, el transporte y el suministro de electricidad y gas.
Según los modelos que maneja el Banco de España, la extracción de minerales y gas, el transporte marítimo y el aéreo y la electricidad y el gas son los sectores que más necesitan contaminar para producir. Y, por tanto, los que se exponen a una mayor transformación para llevar las emisiones a cero. Pero la lista no acaba ahí, recoge 20minutos.
Otras actividades que emiten menos de forma directa, pero que tienen un mayor peso en el tejido económico. Como la construcción, la industria alimentaria, la hostelería o el comercio, que tienen también una huella de carbono importante que deberán reducir.