La ingesta excesiva de carne, particularmente rojas y procesadas, está asociada con daños a la salud y al medio ambiente. La concienciación de esos resultados ha empujado a la baja gradual del consumo de carne en Estados Unidos en los últimos quince años. Y con ello, se han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero en 35% por el cambio en las dietas.
Las emisiones del país aún superan con creces el límite nacional sugerido para mantener las temperaturas globales en línea con el Acuerdo de París. Pero los resultados de una investigación, publicada en Journal of Cleaner Production sugieren que aprovechar esta tendencia emergente de consumo sostenible podría ser una ruta prometedora para ayudar a Estados Unidos a alcanzar sus objetivos climáticos.
Estados Unidos ocupa el quinto lugar en consumo de carne per cápita en el mundo. Supera los niveles saludables entre un 20 % y un 60 % según las recomendaciones de las organizaciones de salud. Advierten que el consumo excesivo de carne está asociado con enfermedades cardíacas, diabetes tipo, obesidad y algunos tipos de cáncer, entre otros.
El estudio empleó datos de una encuesta dietética nacional de adultos estadounidenses entre 2003 y 2018, y realizó un análisis del ciclo de vida de los alimentos informados. Los investigadores encontraron que las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la dieta de los estadounidenses casi se redujeron a la mitad. Al pasar de 4 kilogramos de CO2 equivalente a 2,45 kg CO2 durante el período de estudio de 15 años.
Otra investigación, de la Universidad de Stanford y la Universidad de California en Berkley, estimó que acabar con las granjas en los próximos 15 años daría como resultado una reducción del 68% en las emisiones globales de dióxido de carbono hasta 2100.
Bajón en el consumo de carne en Estados Unidos
Señala el informe publicado en Journal of Cleaner Production que durante el período de estudio, el consumo diario de carne de res en Estados Unidos se desplomó en un promedio del 40 % por persona. Esto representó casi la mitad de la caída de las emisiones relacionada con la dieta. Pero no fue solo la carne de res. Los datos mostraron un lento alejamiento de todos los alimentos de origen animal, incluidos los lácteos, los huevos, el pollo y la carne de cerdo. Los ciudadanos estadounidenses consumieron gradualmente menos entre 2003 y 2018.
Este alejamiento general de la carne se produjo de manera lenta pero constante. En promedio, la huella de carbono relacionada con los alimentos de estos consumidores se redujo en 127 gramos cada año durante el lapso señalado. Sin dudas que reducir el consumo de carne ayuda al medio ambiente y a la disminución de las emisiones.
A pesar de estos considerables cambios en la dieta, la cantidad de calorías que consumían los ciudadanos estadounidenses no cambió de manera notable. Esto sugiere que la nueva tendencia dietética a alejarse de la carne no ha causado un déficit nutricional. Más bien, parece que la intensidad de las emisiones de los alimentos ha disminuido con el tiempo, tal vez a medida que más personas han cambiado de la carne a las proteínas de origen vegetal. Este dato coincide con la disminución en el consumo de alimentos de origen animal.
De hecho, en una investigación separada, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos descubrió que el consumo de alimentos como las legumbres y el maíz ha aumentado en los últimos años. Lo que puede explicar cómo la ingesta calórica se ha mantenido estable frente a la disminución de las emisiones.
Se reducen también las emisiones
Los investigadores también revelaron algunas diferencias demográficas en la forma en que las personas consumen. En particular, que las mujeres negras tenían la huella dietética más pequeña, con un 20% por debajo del promedio nacional. En el extremo opuesto de la escala, los hombres tenían una huella de emisiones que era en promedio un 10 % mayor que la de las mujeres. Incluso después de tener en cuenta su mayor ingesta calórica.
Asimismo reveló el estudio que los hombres de 35 a 49 años tenían la huella dietética más alta en general. Consideran los investigadores que este grupo podría estar maduro para intervenciones dietéticas específicas para reducir las emisiones nacionales.
La disminución general de las emisiones relacionadas con la dieta es motivo de optimismo. Aunque, desafortunadamente, todavía no encamina a Estados Unidos para cumplir sus objetivos climáticos. El hecho es que el consumo, especialmente de carne, sigue siendo alto entre los estadounidenses.
En un análisis más detallado, los investigadores encontraron que las emisiones de la dieta promedio actual de Estados Unidos superan, por dos veces, los límites impuestos por la dieta planetaria EAT-Lancet. ES la que se recomienda a nivel mundial para un sistema alimentario más sostenible.
Sin embargo, con el panorama de estos 15 años en las dietas estadounidenses y la disminución de las emisiones, el estudio sugiere que se han sentado las bases para impulsar aún más cambios relacionados con el balance alimenticio en ese país.
En última instancia, la escala del desafío también puede representar la mayor oportunidad. «Las tendencias de las emisiones en la dieta de Estados Unidos exceden los límites planetarios. Pero podrían ser capaces de reducir sustancialmente el impacto a través de cambios en los patrones dietéticos», escribieron los investigadores.